EDUCACIÓN-HAITÍ: Universidades devastadas por el sismo

Astride Auguste llegó tarde a un examen en la Universidad de Quiskeya aquel fatídico martes 12 de enero, cuando un terremoto de siete grados en la escala de Richter se desató sobre la capital de Haití.

Auguste, estudiante de Relaciones Internacionales y Gerencia, estaba cerca del campus universitario cuando sintió que la tierra se sacudía bajo sus pies. Dio un par de saltos y terminó recuperando su compostura. A pocos kilómetros de allí, muchos de sus compañeros habían fallecido, al colapsar la mayor parte de los edificios.

"No puedo creerlo", dijo Auguste, visiblemente conmocionada, días después del desastre.

"Esto es una pesadilla. El año se perdió. No sé qué voy a hacer ahora", agregó.

Para Auguste y miles de estudiantes en Puerto Príncipe, asistir a la facultad era apostar al sueño de una vida mejor. En menos de 45 segundos, su mundo se hizo trizas.
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Mientras el gobierno haitiano y la comunidad internacional se esfuerzan por dar refugio y alimentos a los sin techo y los heridos, por ahora la educación superior parece ser un tema secundario.

Quiskeya y otros cientos de universidades y facultades en la capital fueron destruidas en el terremoto. Pero ninguna resultó más afectada que ésa, que poco antes había sido objeto de reformas por valor de dos millones de dólares.

La Universidad Estatal de Haití cuenta en sus filas con apenas una fracción de los bachilleres egresados de las escuelas secundarias. En otros tiempos, el sistema era considerado el mejor del Caribe. Allí se graduaron médicos, abogados, contadores e ingenieros.

Pero en los últimos años, en medio de la crisis política, el sistema se rezagó y las universidades privadas florecieron en torno a la capital para cubrir a un estudiantado que no puede ser admitido en facultades y escuelas profesionales públicas.

"La educación superior es una de las mejores inversiones que Haití puede hacer en este momento. (…) Haití necesita reconstruir a su clase educada, ancla de toda economía y sociedad estables", dijo Conor Bohan, quien dirige un programa que otorga becas a estudiantes pobres en base a sus méritos.

Hasta 1986, la Universidad Estatal, fundada al cambiar el siglo, era la única con licencia para funcionar en Haití, y la controlaba el dictador de turno.

Sin embargo, en los últimos 20 años surgieron decenas de lugares que se autodenominan universidades. Los más prestigiosos son miembros de la asociación de universidades francófonas. Hay ocho miembros, entre ellos la Universidad Estatal, la católica (Notre Dame d'Haiti – UNDH) y la de Quisqueya, que es la mayor universidad privada.

Es difícil determinar la cantidad de estudiantes inscriptos en estas universidades. Pero solamente uno por ciento de los haitianos de entre 18 y 24 años lo están. Esa proporción es la más baja del hemisferio.

La Universidad Estatal es la más grande de todas, pero la administración es débil. Allí funcionan 11 facultades de modo casi independiente, lo que la vuelve una institución fracturada.

Con alrededor de 80 por ciento de los edificios universitarios destruidos, el gobierno convocó la semana pasada a una reunión para planear una estrategia de reconstrucción. Algunas de las ideas propuestas allí fueron viviendas prefabricadas que puedan instalarse en menos de una semana.

El Programa Haitiano de Educación y Liderazgo, que otorga becas en una universidad local, intenta aprovechar esta oportunidad para crear asociaciones entre universidades haitianas acreditadas y otras en el exterior, según Bohan, su director ejecutivo y fundador.

"Primero estamos buscando universidades que acepten a estudiantes a corto plazo, mientras se reconstruyen las universidades locales, pero también para establecer asociaciones a largo plazo para apoyo técnico, intercambios de profesores y estudiantes, así como posibilidades de títulos avanzados para graduados haitianos", dijo.

Hasta ahora han expresado interés la estadounidense Universidad de Dillard, tradicionalmente de estudiantes negros, en Nueva Orleáns, en el sudoriental estado de Louisiana. Sus alumnos fueron desplazados durante el huracán Katrina (2005) al Virginia Tech, la Brown University y la Escuela Politécnica de Montreal.

Según varios educadores, las escuelas públicas de Haití cubren a apenas 10 por ciento de la población en edad escolar.

La educación universal, gratuita y patrocinada por el Estado es esencial para el desarrollo de Haití. Está consagrada en la Constitución, pero ha sido ignorada por gobierno y donantes en igual medida.

"Ochenta y cinco por ciento de los haitianos con un título universitario han emigrado, a consecuencia de la represión anti-intelectual duvalierista (del dictador François Duvalier, más conocido como Papa Doc) y a 20 años de inestabilidad política", dijo Bohan.

"En breve, la clase educada de Haití se fue y no está siendo reemplazada", resumió. * Especial para IPS de The Haitian Times.

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