FORO SOCIAL MUNDIAL: El chavismo en su cortocircuito

La «esquizofrenia» del proceso bolivariano está en el origen de las turbulencias que vive Venezuela, según el sociólogo Edgardo Lander, que analiza para TerraViva las causas de la nueva crisis de ese país sudamericano.

Sociólogo Edgardo Lander Crédito: Transnational Institute
Sociólogo Edgardo Lander Crédito: Transnational Institute

Los próximos seis meses pueden redefinir el futuro político de la nación sudamericana, dijo el venezolano Lander en Porto Alegre, en el mismo palco donde poco antes participó de un seminario que evaluó los primeros 10 años del Foro Social Mundial (FSM), cuya edición 2010 se inició el lunes en esta ciudad del sur de Brasil.

Ante la primera pregunta, se inquieta el cuerpo de Lander, que sostiene un rostro tenso, de cabeza alargada y cabellos grises.

El sociólogo se remueve en la silla, emite un suspiro y empieza a describir con detalle lo que casi nunca aparece en los medios de comunicación masivos, que ven en el presidente Hugo Chávez un demonio a exorcizar, ni en los de cierta izquierda, que suelen tratar al mandatario casi como a un ángel redentor.

«El proceso político venezolano sigue marcado por una profunda esquizofrenia», sostiene el profesor de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
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«La movilización social desencadenada desde la asunción de Chávez (en 1999) despertó a las mayorías de su apatía. Ellas se sienten dueñas del país. Millones de personas, antes sumisas, quieren opinar. Y lo hacen en los Consejos Comunales, los comités de agua, los espacios abiertos para debatir políticas de salud y educación», dice Lander.

Pero «la movilización fue desencadenada por el Estado y depende fuertemente de él», continúa Lander, uno de los articuladores destacados de los Foros Sociales de las Américas.

Por ejemplo, explica, «los Consejos Comunales, piedra de toque del nuevo proceso político, acostumbraban a tomarse en serio todas las propuestas de debate lanzadas por el presidente».

«Pero, ¿qué hacer si, en medio de una intensa polémica, los miembros del Consejo prenden la televisión y ven al mandatario anunciar que ya decidió la cuestión en la que estaban inmersos? ¿No es natural que se sientan como meros figurantes?», cuestiona.

Según Lander, las varias crisis que se entrecruzan en la Venezuela actual están relacionadas, para bien o para mal, con el carácter particular del chavismo.

Éste apela a la iniciativa de los de abajo para enfrentar el conservadurismo de las elites. Pero no quiso, o no fue capaz —al menos por ahora— de liberar a las mayorías incluso de su propio gran líder… Por eso produce ineficiencia, conformismo y personalismo, argumenta el sociólogo.

La crisis eléctrica, arguye, es uno de los síntomas. La falta de electricidad se está volviendo cada vez más severa, no tiene solución a corto plazo y causará un apagón que podría desbaratar la economía, advierte Lander.

Se esperan medidas en breve: se habla de cortes de suministro de cuatro horas diarias, cinco días por semana, tanto para los hogares como para el sector productivo. Existe una causa natural: la prolongada sequía, devastadora para un país donde 70 por ciento de la electricidad depende de la energía hidroeléctrica.

El embalse del Guri —situado sobre el río Caroní, en el sudeste del país y responsable de más de la mitad de la energía generada— pierde 11 centímetros por día.

A inicios de esta semana, Chávez lanzó un pedido de emergencia a su par de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, solicitándole que envíe especialistas para ayudar a encontrar salidas.

Pero en un país con fuentes hídricas abundantes no se puede culpar sólo al clima. Como le ocurrió a Brasil a fines del siglo XX, las razones del apagón se encuentran también en la ineficacia, la incapacidad de planeamiento y la pobreza administrativa.

«Una de las manifestaciones de la cultura personalista es juzgar que, para dirigir bien una empresa o un sector de la economía, basta con el compromiso político», sostiene Lander.

En el terreno económico, el segundo gran problema venezolano es el riesgo de inflación y desabastecimiento, causados por una gran caída de la moneda frente al dólar.

El 8 de este mes, el gobierno se vio obligado a abandonar la política de cambio fijo que mantenía desde 2003, y una cotización de 2,15 bolívares por dólar, establecida en 2005. En el mercado negro, la divisa estadounidense costaba el doble, y un volumen cada vez mayor de transacciones se celebraban fuera de los canales legales.

La depreciación de la moneda fue de 100 por ciento, pues el dólar pasó a valer 4,30 bolívares para la mayoría de las operaciones económicas, con excepción de una pequeña canasta de productos de primera necesidad (como alimentos y medicamentos) y de las compras gubernamentales, que se benefician de una cotización de 2,60 bolívares por divisa.

Para una economía que importa casi todo, la tendencia es una inflación en disparada. La clase media salió de compras, causando desabastecimiento.

Para Lander, el chavismo repite errores de gobiernos anteriores al no enfrentar la enorme dependencia petrolera del país. En los años en que el precio del combustible se disparó en el mercado internacional, ingresaron tantos dólares a Venezuela que el país se daba el lujo de comprar todo en el exterior.

Pero, ¿cómo enfrentar ahora un escenario en el que se combinan racionamiento de energía, desorganización económica e inflación acelerada?

Lander ve el eje de la crisis venezolana dislocado para las elecciones parlamentarias que se celebrarán en septiembre.

La oposición, asevera, ya no comete los errores infantiles en los que incurría en el pasado, cuando llegó a abandonar la contienda y quedó fuera del parlamento.

Ahora piensa a mediano y largo plazo, según el sociólogo. No intentará transformar las protestas callejeras de las últimas semanas en un golpe de Estado, como hizo en abril de 2002. En los próximos meses permanecerá unida y articulada.

Según cuán profunda sea la crisis económica, no debe descartarse que la oposición se alce con la mayoría en el Congreso, en cuyo caso el presidente estaría privado del control que ejerce del Estado en un momento crucial para su proyecto político, argumenta Lander.

¿Cómo reaccionaría el chavismo si esa posibilidad se concreta?, preguntó TerraViva. He aquí la incógnita, y en cierto modo la esperanza, responde Lander. Por un lado, habrá sectores dispuestos a desconocer el resultado de las urnas y argumentar que el «proceso revolucionario» debe avanzar a cualquier precio.

Pero, por otra parte, hay espacio para rectificar, sostiene. No se trata de abandonar todos los avances alcanzados. Implicaría, por tanto, un poder menos personalista, más abierto a las divergencias y a la necesidad de tejer alianzas sociales y políticas.

En la mejor hipótesis, el chavismo reconocería que, para continuar apoyándose en las masas, necesita reconocer de hecho que éstas deben ser autónomas, alega.

¿El proceso bolivariano será capaz de este paso adelante? «De esta gran cuestión, aún sin respuesta, depende el futuro inmediato de Venezuela», concluye Lander.

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