Más de dos años después de haber sido condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en Argentina, el sacerdote Christian Von Wernich no recibió ninguna sanción pública de la Iglesia Católica.
El clérigo argentino, de 71 años, incluso celebra misa en la prisión donde está recluido, según pudo confirmar IPS de fuentes confiables.
Von Wernich fue condenado el 9 de octubre de 2007 por un tribunal de la ciudad de La Plata, a 57 kilómetros al sudeste de Buenos Aires, por su participación en siete asesinatos, 31 casos de tortura y 42 de privación de la libertad, durante la represión ilegal que desató la última dictadura (1976-1983).
Los años de represión provocaron 30.000 desaparecidos, según cifras contrastadas de organizaciones de derechos humanos.
La Cámara de Casación (alto tribunal para recursos de sentencias penales) confirmó en 2009 el fallo contra el sacerdote que acompañó al equipo de torturadores de los centros clandestinos de detención de la policía de la provincia de Buenos Aires, de la que fue capellán y de la que la ciudad de La Plata es capital.
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La jerarquía católica mantiene gran hermetismo sobre el caso. Una fuente interna confirmó a IPS bajo reserva de su nombre que el condenado celebra misa en el penal Marcos Paz, a 50 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
"Va a haber sanción, seguro", anticipó el religioso consultado, aunque aclaró que de cuando y de qué tipo dependerá del superior jerárquico de Von Wernich, el obispo de la diócesis de Nueve de Julio, Martín Elizalde.
Sacerdotes de la llamada Iglesia de base, en las antípodas ideológicas de Von Wernich, prefirieron no opinar sobre el caso.
Von Wernich tiene en Marcos Paz una feligresía muy particular. Comparte reclusión con decenas de represores, algunos tan emblemáticos como los marinos Alfredo Astiz, apodado el "Ángel rubio" o "Gustavo Niño", y Jorge Acosta, llamado "El tigre", quien fue jefe de Inteligencia de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el principal campo de detención ilegal y tortura de esa fuerza.
También permanecen en ese penal los antiguos jefes policiales Luis Abelardo Patti y Miguel Ángel Etchecolatz.
El sacerdote ahora condenado rehuyó por siete años a una orden de detención dictada en 1996. Ese año pasó a desempeñarse como párroco de la ciudad portuaria chilena de Valparaíso, amparado por la Iglesia Católica local.
Von Wernich fue arrestado solo en 2003, cuando su presencia en Valparaíso se hizo pública, en coincidencia con la reactivación de los casos de violación de los derechos humanos en Argentina.
Durante el juicio celebrado cuatro años después, fue incriminado por testimonios de 41 sobrevivientes del centro clandestino de detención llamado Puerto Vasco. "La vida depende de Dios y de tu colaboración", era una de las frases que repetía Von Wernich a los detenidos, entre sesiones de tortura, según relataron.
Desde el retorno de la democracia en Argentina, en 1983, la postura de la Iglesia Católica ante las múltiples denuncias sobre Von Wernich era que se debía esperar a una sentencia judicial.
Cuando ésta llegó, la única reacción fue un escueto comunicado del obispo De Ellizalde. "Que un sacerdote, por acción o por omisión, estuviera tan lejos de las exigencias de la misión que le fue confiada nos lleva a pedir perdón, con arrepentimiento sincero", escribió.
El superior jerárquico de Von Wernich anticipó también que "oportunamente se habrá de resolver, conforme a las disposiciones del derecho canónico, acerca de la situación de Christian Von Wernich". Nunca más se refirió al tema.
El sacerdote Guillermo Marcó, portavoz del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), sostuvo cuando se produjo la sentencia que la misma era una manipulación del tribunal de La Plata.
El entonces portavoz del conservador arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, también sumó a la manipulación al gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner (2003-2007), del Frente Para la Victoria, el sector centroizquierdista del Partido Justicialista (peronista).
Para Marcó, que a juicio de los analistas transmitió el pensar de la jerarquía católica, Von Wernich "merecía ser juzgado", pero la sentencia fue utilizada para "socavar la imagen de la Iglesia ante la gente".
La mayoría de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina mantuvo fluidas relaciones con la dictadura militar, a la que avaló en distintos pronunciamientos y acciones de sus principales dirigentes.
Sin embargo, centenares de militantes parroquiales, junto a una treintena de religiosos y 60 dirigentes laicos fueron asesinados o desaparecidos, como los obispos Enrique Angelelli, de la noroccidental provincia de La Rioja, y Carlos Ponce de León, y de la centro-oriental de San Nicolás, y cinco sacerdotes palotinos masacrados en Buenos Aires.
Sólo excepcionalmente la jerarquía católica reclamó justicia para ellos.
"En su gran mayoría, los obispos creen que Von Wernich no ha cometido ningún delito", dijo a IPS Fortunato Mallimaci, investigador de Sociología Histórica del Catolicismo del estatal Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Para ellos, añadió, Von Wernich sólo "ha cumplido con su calidad de sacerdote, que era en ese momento acompañar a los militares en un momento terrible frente al ataque de la subversión marxista".
Mallimaci, profesor de la Universidad de Buenos Aires, evaluó que el vínculo entre Iglesia Católica y Fuerzas Armadas obedece a razones históricas. "Se ven a sí mismas, desde el origen mismo de la Independencia, como un sustento de la patria y de la nación, por encima de los partidos políticos".
En esa línea, "la postura oficial de la enorme mayoría de los obispos argentinos es que hay que dar por finalizados los juicios" por los crímenes de lesa humanidad, indicó el experto.
La tesis de "memoria completa" manejada por el cardenal Bergoglio "va en esa línea: hay que reconciliar a la sociedad argentina aceptando que hubo crímenes de ambas partes", planteó Mallimaci.
Para Bergoglio, explicó, "si sólo se juzga a una (parte) es porque estamos en presencia de un gobierno de los Montoneros", la guerrilla peronista de izquierda que actuó en Argentina en los años 70 y con la que el sector de la extrema derecha local asocia a la presidenta Cristina Fernández y a su antecesor y esposo, Néstor Kirchner.
Bergoglio fue criticado por su actuación durante la dictadura por distintas órdenes religiosas, incluida la propia Compañía de Jesús a la que pertenece y de la que fue provincial (jefe) para Argentina entre 1973 y 1979.
El arzobispo de Buenos Aires desde 1998 y cardenal desde 2001 se ha manifestado desde el retorno de la democracia contra "el revanchismo" y "la impunidad" y ha enviado mensajes de amistad a organizaciones de ultraderecha, promotoras de la equiparación entre la actuación de las guerrillas y el terrorismo de Estado.
Mallimaci sostuvo que la postura de la CEA es acorde con la línea trazada por el Vaticano, a favor de lo que denomina "la ley natural", que prohíbe toda limitación a la concepción y considera la homosexualidad como una desviación a esa ley.
La agenda del gobierno de Fernández podría tornarse aún más conflictiva con la jerarquía católica, debido a sus planes de aprobar este año el matrimonio homosexual, con todos los derechos civiles que ello implica, incluida la adopción.