«Después del trabajo y en soledad, me muero de aburrimiento. Si querés tener comodidades, te las tenés que traer», dice el joven obrero forestal Alejandro de Leiva desde una plantación en el occidental departamento uruguayo de Paysandú, donde permanece entre 10 y 12 días trabajando de corrido.
Es divorciado y tiene un hijo que vive con su madre al que visita cuando va a la ciudad de Paysandú, la capital del departamento homónimo, al igual que lo hace con su actual pareja, con la que piensa formar una familia en poco tiempo más, según narra a IPS.
[related_articles]Su lugar de trabajo es el paraje Gallinal, 490 kilómetros al noroeste de Montevideo, donde la Compañía Forestal Oriental SA, subsidiaria de la firma finlandesa Botnia, tiene una de las muchas parcelas de bosques en su haber. Se hospeda en las cercanías y con él laboran 300 personas, de las cuales apenas siete son empleadas directas de la compañía y el resto dependen de firmas «tercerizadas» (contratadas).
Sólo en el litoral occidental que comprende los departamentos (provincias) de Salto, Paysandú, Río Negro y Soriano, todos separados de Argentina por el río Uruguay, existen 206.000 hectáreas forestadas, con un volumen de madera para extraer que llega a los tres millones de metros cúbicos sólidos por año.
Las autoridades económicas esperan para 2010 superar los 4,5 millones de metros cúbicos sin corteza, luego del salto cualitativo y cuantitativo que significó la instalación en 2006 de la planta de celulosa de Botnia en Río Negro, con 1.200 millones de dólares de inversión, que motivó la protesta permanente de ambientalistas de la vecina ciudad argentina de Gualeguaychú.
[pullquote]1[/pullquote]El impacto forestal es muy importante para Uruguay, con una superficie de 176.000 kilómetros cuadrados. Las plantaciones antes de aprobarse a fines de 1987 la ley de promoción del sector no superaban las 100.000 hectáreas, mientras que este año ya llegaban a casi un millón de hectáreas de las 3,3 millones dispuestas para ese cultivo por el Ministerio de Agricultura. Los bosques nativos, protegidos, suman 750.000 hectáreas.
Pero la expansión económica y la atracción de inversiones foráneas, valoradas especialmente por el gobierno izquierdista de Tabaré Vázquez, es cuestionada con fuerza por ambientalistas locales, que alertan sobre los daños al suelo y a las reservas de agua que provocan las grandes extensiones de monocultivo de eucaliptos y pinos.
También el sector fue severamente condenado en los años 90 y comienzos de esta década por los sindicatos debido a probadas denuncias de trabajo casi esclavo o en situación irregular en plantaciones, práctica que ha sido combatida con éxito por nuevas leyes restrictivas y mejores controles estatales, según destacan los trabajadores consultados por IPS.
Dirigentes dijeron a IPS que la llegada al gobierno de la izquierda, por primera vez en Uruguay en 2005, posibilitó alcanzar añejos reclamos de mejoras para el trabajador forestal. Sin embargo, advierten que aún falta un mayor control de las firmas tercerizadas, en especial en plantaciones muy alejadas de los centro urbanos, muchas veces abandonadas a su suerte.
La actividad ya requiere unos 6.000 empleados sólo en el litoral oeste, pero en cuatro años más se prevé que trabajen en la zona otras 2.000 personas, una cantidad relevante para este país, con sólo 3,3 millones de habitantes. Las perspectivas son de crecimiento constante en la medida de que se acepten las nuevas inversiones ya en carpeta de funcionarios gubernamentales.
LUCES Y SOMBRAS LABORALES
Un decreto emitido en 1999 por el entonces gobierno derechista de Julio María Sanguinetti estableció las condiciones de trabajo en el sector en seguridad y salud ocupacional, pero sólo se aplicó con cierto rigor a partir de 2004. Fue elaborado con la participación de las empresas, agencias del gobierno, trabajadores y organizaciones no gubernamentales.
En julio de ese año es aprobado el Código de Buenas Prácticas Forestales, una herramienta «de transformación y modernización de las relaciones laborales del área», dicen expertos, pero los sindicalistas indican que la mejora real llegó en diciembre de 2008 con la ley de Regulación de la Jornada Laboral y Régimen de Descanso de los Trabajadores Rurales.
En los últimos años la situación del empleado forestal ha mejorado mucho en Uruguay. Ahora se rigen por la nueva ley de empleo rural, que establece una jornada laboral de ocho horas como máximo y que se pueden hacer de corrido, con un descanso de 30 minutos, o bien repartido en mitades por la mañana y la tarde, explicó a IPS De Leiva.
Sin embargo en cuanto a sus días de asueto, aún están en desventajas. Muchos obreros, como De Leiva, trabajan 12 días decorridos y descansan dos. También pueden optar por laborar un mes entero y tener cuatro días libres. Los supervisores en cambio cumplen sus labores de lunes a viernes.
Tampoco viven más en medio del campo en tiendas precarias y en condiciones infrahumanas como ocurría hasta hace pocos años.
A pesar de los avances en los derechos, los trabajadores forestales sufren el problema de la proliferación de las firmas contratadas, que muchas veces no cumplen con las leyes o dificultan la sindicalización con la presión de la pérdida del empleo si incumplen los contratos.
Los trabajadores de viveros forestales, fabricantes de postes, impregnación y aserraderos se reúnen en el Sindicato de Obreros de la Industria de la Madera y los de las plantas de celulosa y papeleras en la Federación del Papel. Ambas son parte de la central sindical única PIT-CNT.
La forestación genera un puesto de trabajo cada 30 a 35 hectáreas. A modo comparativo, en la actividad agrícola-ganadera, tradicionalmente el principal motor de la economía uruguaya, se emplea una persona por cada 500 hectáreas.
Los consorcios transnacionales apelan a las firmas tercerizadas, que deben realizar los aportes correspondientes de los trabajadores a la previsión social.
La firma contratista le paga al tercero por cada labor específica, como plantación, fumigación, fertilización, alambrados y otros, y además un plus de 2,5 por ciento de la producción asistida. Las cuadrillas que van y vienen todos los días son la de las plantaciones, el resto vive en el casco del campo con los servicios básicos que son luz, agua y comida.
[pullquote]2[/pullquote]El último caso de irregularidad detectado fue en el central departamento de Tacuarembó, donde obreros forestales vivían en tiendas de campaña en medio del campo en situación extrema, cuasi esclava, y por fuera de la reglamentación legal sin los consecuentes beneficios ni aportes a la seguridad social.
«Si la empresa forestal sabe que dentro de las firmas tercerizadas hay personal en negro, rajan (despiden) al contratista y listo ( )», pues con la nueva ley es co-responsable, señaló uno de los obreros a IPS, por eso a veces los propios trabajadores se inhiben de denunciar para no perder su empleo.
El trabajador es remunerado de acuerdo a su especialidad. A modo de ejemplo, un obrero de la plantación gana 500 pesos uruguayos (25 dólares) por día, el responsable de aplicar fertilizantes el doble, cifra considerada buena respecto del salario mínimo nacional equivalente a ocho dólares diarios. Aunque son sueldos mejores en relación al promedio del sector agrícola, hay que tener en cuenta que es zafral en su gran mayoría.
La época del año que las forestales ocupan más personal es en el otoño y la primavera austral.
MÁS ALLÁ DE LOS BOSQUES
El mercado forestal crece a medida que también lo hace la demanda local y las exportaciones.
Se prevé que sólo en el oeste la inversión futura supere los 2,5 millones de dólares más otra millonaria suma en infraestructura, como carreteras, vías férreas y puertos, tal lo anunciado por el presidente electo de Uruguay, José Mujica, que ha resaltado el ya importante avance al respecto encarado por el actual gobierno de Vázquez, ambos del Frente Amplio.
Tras desistir de instalar una planta de celulosa similar a la de Botnia, la Empresa Nacional de Celulosas de España (ENCE) vendió sus 120.000 hectáreas de plantaciones de bosques a la firma sueco-finlandesa Stora Enso y la chilena Forestal Arauco, asociadas en esta inversión.
Aunque se prevé aumentar la escala de plantaciones, los productos forestales no madereros, como el turismo, las reservas de biodiversidad y los sumideros de carbono, se desarrollan progresivamente, generando un buen uso integral del bosque nativo y cultivado, según un estudio realizado en todo el litoral uruguayo.
La investigación se concretó a instancias de la dirección del Plan Estratégico de Desarrollo de Paysandú al 2015, integrado por organizaciones socioeducativas y productivas representativas de las diferentes áreas geográficas y de actividad del departamento y por el gobierno local.
Las plantas de manufactura, en tanto, posicionan a Uruguay como un futuro abastecedor de piezas y partes para la industria mundial del mueble y la construcción. El parque industrial instalado consta de 29 fábricas, pero se calcula que también ascenderá teniendo en cuenta las perspectivas de producción futura.
Las empresas están sujetas a procesos de certificación de sus sistemas de cuidado ambiental, de calidad de sus productos y de las denominadas Normas Internacionales de Seguridad y Salud Ocupacional.
Para cumplir con estos procesos son cada tanto inspeccionadas por organismos estatales especializados en asegurar a todos los actores el cumplimiento y la calidad de los servicios y el bienestar de los recursos humanos, verificando la responsabilidad social de las empresas para con sus trabajadores, las comunidades locales, los proveedores y clientes, indicaron a IPS fuentes del sector.