El regreso de Macao a la «Madre Patria» china hace una década, tras 442 años de administración portuguesa, ha aproximado más este antiguo enclave europeo a Beijing, pero el legado lusitano no dejó de ser parte importante en su particular identidad.
Una década después que el último gobernador, el general Vasco de Rocha Vieira, devolvió el enclave el 20 de diciembre de 1999 y a casi cinco siglos de su fundación, Macao sigue siendo una pieza singular en el contexto mundial, por su tolerancia, encuentro de culturas y convivencia de civilizaciones.
En los cuatro siglos y medio de dominación jamás ostentó la categoría de colonia, sino de "territorio chino bajo administración portuguesa" con una identidad propia que permanece intacta: nunca fue China, tampoco Portugal, sino simplemente Macao.
Mientras los casinos continúan floreciendo en este principal centro de juego del mundo, Macao apuesta también en la preservación del legado portugués, tanto en lo arquitectónico, como artístico y hasta culinario para desarrollar el ávido turismo de los países de la zona.
Las aceras mantienen intactas las calzadas típicas portuguesas, idénticas a las que se encuentran en la avenida Nossa Senhora de Copacabana de Río de Janeiro o en la avenida Central de Goa, en India.
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Las calles mantienen los nombres portugueses, así como las tiendas con anuncios en chino-cantonés y en portugués. El patrimonio cultural y artístico lusitano "nunca estuvo tan bien preservado como ahora", apuntó el enviado especial de una radioemisora lisboeta en un reportaje alusivo a la efeméride.
La principal arteria del centro de Macao, tiene dos nombres: el chino de Sân Má Lô, y el portugués Almeida Ribeiro. Al igual que otras calles, se ha instalado la iluminación y los pesebres de Navidad, pese a que la inmensa mayoría de la población no es cristiana. Un reconocimiento de lo portugués en mezcla armoniosa con la cultura china.
En el Macao donde sobrevive el portugués, dos periódicos, un canal de televisión y una radio continúan activos, así como la Universidad Católica, la escuela y la librería Portugal.
Uno de los lugares más visitados y utilizados para actos culturales es la Fortaleza do Monte, donde es un orgullo para los macaenses mostrar al visitante los 22 cañones portugueses con los cuales los artilleros luso-chinos rechazaron el ataque de una flota holandesa enviada en 1622 a conquistar al enclave.
En lo religioso, el cristianismo católico y protestante convive con confesiones o filosofías tan diversas como el budismo, el confucionismo, el taoísmo, el islamismo, el bahaísmo y las prácticas ancestrales chinas.
Un gran número de restaurantes, mucho mayor que hace 10 años, continúan ofreciendo buena gastronomía lusa y las pastelerías siguen vendiendo toda suerte de dulces de este origen.
En el territorio hoy no quedan más de 3.000 portugueses de los 37.000 que allí residían hasta 1999. Sin embargo, estimaciones de la cancillería lusa estiman que este número ahora subió a 15.000, debido a un flujo de jóvenes con pocas expectativas laborales en este país que optan por emigrar a Macao.
Se estima que el idioma portugués es usado a nivel familiar por no más de 10.000 personas, en su mayoría luso-chinos, de un total de población estimada en 2007 de 538.000 macaenses.
En los aspectos económicos, el acuerdo entre Lisboa y Beijing para la devolución del enclave estipula que los intereses portugueses serán salvaguardados hasta 2050.
La mayor fuerza de Portugal reside en el sector de las comunicaciones del Macao chino de hoy. Portugal Telecom controla 28 por ciento de la Compañía de Teléfonos, 50 por ciento de la televisión por abonados, mientras en la telefonía móvil está presente con 5,1 por ciento de Directel-Macau, 18,5 por ciento de Telesat y 6,6 por ciento de Cosmos.
Hasta la semana pasada, Air-Macau era controlada por los Transportes Aéreos Portugueses (TAP), que decidió vender sus acciones debido a las crecientes pérdidas de la compañía. Sin embargo, se mantiene el 51 por ciento de las acciones del aeropuerto internacional del territorio.
La cesión a Portugal de la península y las dos islas que constituyen Macao no fue un acto de generosidad por parte de China, sino su manera de agradecer un servicio prestado y, a la vez, asegurar el futuro comercial del gigantesco país asiático.
En el siglo XVI, la flota portuguesa de Oriente controlaba todas las rutas de navegación de los mares de Asia, logrando imponerse a piratas malayos y chinos. La presencia disuasiva de los galeones lusitanos en la zona permitió a China activar el comercio con sus vecinos.
En 1557, los portugueses recibieron de los mandarines de Cantón el permiso para construir un fuerte en lo que hoy es Macao y poco después, en la bahía japonesa de Nagasaki, navegantes y sacerdotes jesuitas lusos fundan la ciudad del mismo nombre, abriendo las puertas de China y Japón al comercio mundial por vía marítima.
Casi 300 años después y a sólo 70 kilómetros de distancia, los británicos fundaron Hong Kong, que desde entonces y hasta su devolución a China en 1997, fue un clásico enclave colonial.
A través de Macao y de las colonias fortificadas en los estrechos de Malaca (Malasia) y de Ormuz, de Mombasa, en Kenia, y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, la ruta marítima a Europa era controlada por Lisboa y las mercaderías chinas podían acceder con facilidad a ese mercado.
Guiados por esta mirada histórica sobre las relaciones con Portugal, en 1995, para determinar los detalles de la devolución de Macao, los dirigentes chinos invitaron al entonces presidente Mario Soares a visitar Beijing, debido al peso de este político, considerado una suerte de "padre de la nación" democrática establecida en 1974.
En la oportunidad, acompañado de una nutrida delegación de ministros y empresarios, Soares visitó también Macao, donde tuvo una recepción popular sin precedentes en otro político portugués.
Augusto Vilela Gonçalves Ribeiro, que en los últimos años de la administración portuguesa se desempeñó como jefe del departamento de información de la dirección de Comunicación Social de Macao y que hoy es un destacado analista en temas internacionales, dijo a IPS que la transferencia de poder fue una simple formalidad, al pasar "la soberanía al lado chino, porque en verdad siempre fue así".
"La presencia de los portugueses y su papel de nexo al Occidente siempre sirvió a los intereses de Beijing, porque en caso contrario no habríamos administrado aquel pequeño territorio durante más de cuatro siglos, una presencia que ni la Revolución Cultural (maoísta) logró apagar", añadió.
Añadió que, "al contrario de Hong Kong, Macao nunca fue una colonia, sino un territorio chino administrado por Portugal, por lo que esta cuestión no era verdaderamente un problema de soberanía".
"Es tan así que, cuando hace algunas décadas la Organización de las Naciones Unidas elaboraron una lista de territorios para a descolonizar, China se opuso a que Macao hiciese parte de esa lista, porque no lo veían como una colonia", explicó .
Vilela Gonçalves recordó que la transición "se desarrolló en forma ejemplar, en gran parte debido al mérito del gobernador Rocha Vieira, que con notable talento permitió que Portugal saliese de Macao con gran dignidad", logrando que el territorio fuese dotado de una ley Básica que garantiza todos los derechos de los ciudadanos y la misma manera de vivir hasta 2049"
Para los portugueses, "excepto la salida de los que eran funcionarios públicos y no quisieron permanecer, poco o nada cambió: allí continúan trabajando, su número ha aumentado y son apreciados por la administración china".
Explicó que, en cuanto a las empresas, disponen da las mismas posibilidades que tenían antes y a partir del enclave pueden desarrollar sus negocios en China y en otros países de la región".
¿Qué sucede hoy en Macao?, consultó IPS. "Fue historia que siguió su curso, de forma pacífica, con un gran honor demostrado por los dos países", respondió el analista.
En efecto, los chinos han cumplido escrupulosamente el acuerdo con Lisboa: la lengua y las marcas de la cultura portuguesa permanecen y todo indica que continuarán haciendo parte de la identidad de Macao.