Chile celebra este domingo unas elecciones con elementos inéditos, donde la derecha obtendría la mayoría en las urnas por primera vez en medio siglo, pero donde con toda probabilidad el sucesor de la presidenta Michelle Bachelet sólo se sabrá en la segunda vuelta, el 17 de enero.
La última encuesta conocida antes del cierre, el jueves, de la campaña para los comicios presidenciales y parlamentarios, difundida por el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), proyecta que el derechista Sebastián Piñera y su Coalición por el Cambio obtendrían el domingo 44,1 por ciento de los votos.
Este resultado, de confirmarse, rompería las dos décadas de hegemonía de la centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia, que ha dominado el actual ciclo democrático chileno y que integran los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y el Radical Social Demócrata.
"Esta es la primera elección donde el candidato de derecha, de acuerdo a las encuestas más confiables que tenemos en el país, aparece con la primera mayoría relativa", indicó a IPS el cientista político del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile Gustavo Martínez.
Pero la gran incógnita es "lo que pueda ocurrir en la segunda vuelta", dijo Martínez, al analizar la falta de mayoría absoluta que las encuestas le asignan a Piñera, un millonario empresario y ex senador. Para evitar la segunda ronda presidencial, el candidato ganador debe obtener al menos la mitad más uno de los votos válidos.
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Se da por descontado que en la jornada decisiva del 17 de enero, Piñera enfrentará al demócrata cristiano Eduardo Frei, presidente de Chile de 1994 a 2000, el candidato de la Concertación y al que el último sondeo adjudicó 31 por ciento de la intención de voto.
Estos comicios presidenciales son los primeros que se realizan tras la muerte de Augusto Pinochet, en 2006, que encabezó las dictadura chilena de 1973 a 1990.
El bajo respaldo a Frei contrasta con la muy alta aprobación que los chilenos otorgan a la socialista Bachelet, de la misma coalición, cuya gestión es aprobada por 74 por ciento de los encuestados, tres puntos más que en octubre.
La aprobación de la propia mandataria es aún mejor, pues 75 por ciento de los entrevistados dicen tener una opinión buena o muy buena de ella.
En la primera vuelta de las elecciones de diciembre de 2005, Bachelet se impuso a Piñera y Joaquín Lavín, dos representantes de la derecha que entonces dividió sus votos. En el balotaje de enero siguiente, Bachelet obtuvo 53,5 por ciento de los votos, frente a 46,5 logrado por Piñera.
En los comicios de este domingo la situación se dio vuelta. La derecha se presenta unificada mientras que Frei debe disputar los votos tradicionales de la Concertación con otros dos candidatos: el diputado Marco Enríquez-Ominami, hasta hace pocos meses dirigente del Partido Socialista, y Jorge Arrate, del Partido Comunista.
Enríquez-Ominami es considerado la gran sorpresa electoral de estos comicios y ha logrado trepar en poco tiempo hasta 17,7 por ciento de la intención de voto. El papel que asuma en la segunda vuelta es considerado decisivo para muchos analistas.
Para Martínez, además del desgaste tras cuatro gobiernos de la Concertación y la alegada falta de carisma de Frei, en su caída de intención del voto influye la decepción popular por la falta de avances sustanciales en materias claves como educación y salud.
"La presidenta tiene un alto de apoyo de la opinión pública de aprobación de su gestión porque la gente la ve moverse, la ve trabajar. Incluso yo diría que hay un cierto reconocimiento de que muchas cosas las ha hecho bien", observó en analista.
Entre esas cosas valoradas positivamente, Martínez destacó el manejo de la economía frente a la crisis global, que permitió controlar el impacto dentro del país, y los avances en materia de política social, como la reforma al sistema de pensiones.
Pero el analista de la Universidad de Chile explicó que Piñera y en general la derecha han sabido explotar otros déficit en las políticas públicas, haciendo centro en la cuestión de la seguridad ciudadana.
Para Martínez, en síntesis, Chile se enfrenta este domingo al menos a dos nuevos fenómenos: "un desgaste de la Concertación como primera fuerza política representativa del país" y en paralelo "un crecimiento de la derecha porque ese desgaste lo capitaliza fundamentalmente ella".
Los otros dos candidatos presidenciales estarían lejos de una opción al balotaje según el estudio del CERC, pero podrían capitalizar el deseo de cambio que indican los sondeos y que ha sido la palabra más machaconamente usada por los cuatro aspirantes a suceder a Bachelet.
Enríquez-Ominami, también conocido como ME-O por las siglas de su nombre, seduce a los votantes que están cercanos a la Concertación, pero que creen llegada la hora de transformaciones más profundas, coinciden encuestadoras y analistas.
ME-O expresa el deseo de quienes dentro de la Concertación demandan profundas reformas en temas centrales como educación y salud pública, que conocen que para ello se requieren más recursos y que encuentran en el candidato una respuesta al decirles "yo realizaré una reforma tributaria", explicó Martínez.
El cuarto candidato, Jorge Arrate, del Pacto Juntos Podemos, que agrupa al Partido Comunista y otras fuerzas de la izquierda extraparlamentaria, también se beneficia de la corriente de cambio. El CERC le anticipa 7,2 por ciento de los votos este domingo.
Arrate fue presidente del Partido Socialista en los últimos años de la dictadura militar y participó en los gobiernos de la Concertación, como ministro de Educación, del Trabajo y de la Secretaría General de Gobierno, además de embajador en Argentina.
Arrate ofrece las propuestas más radicales, como la realización de una Asamblea Constituyente que permita a Chile cambiar la actual Constitución, heredada de la dictadura, un proyecto que muy difícilmente se hará realidad en el próximo cuatrienio.
Digan lo que digan las urnas este domingo y en enero, el analista de la Universidad de Chile sostiene que no están en juego cambios estructurales, principalmente debido a que existe una distribución de fuerzas relativamente equilibrada.
En ese equilibrio, la Concertación tiene una ligera ventaja, pero el desgaste y la división en dos ofertas presidenciales podrían consagrar la llegada democrática de la derecha al gobierno.
"En Chile tenemos una derecha fuerte, que si bien no es mayoría absoluta, tiene básicamente el 40 por ciento de la votación. Es una realidad", argumentó Martínez.
Para Martínez, mucho dependerá de cómo se reajusten las tendencias luego de estas primera vuelta, en los comicios sobre los que todos los analistas coinciden en que son los más inciertos desde la restauración democrática en 1990.