La ley que reconoce las uniones civiles de parejas homosexuales en Austria debe ser un ejemplo para los legisladores de países católicos de Europa central y oriental, afirman organizaciones defensoras de los derechos de gays y lesbianas en la región.
La ley austriaca otorga a las parejas del mismo sexo el reconocimiento legal de sus uniones civiles, así como muchos de los derechos que tienen las heterosexuales, como el acceso a la pensión tras la muerte del cónyuge y la pensión alimenticia en caso de separación.
La legislación, aprobada por el parlamento el 10 de este mes, es el resultado de más de dos décadas de presión, sostienen grupos defensores de gays y lesbianas en Austria, mientras políticos que votaron a favor de la iniciativa, que entrará en vigor el 1 de enero, la calificaron de "paso adelante" para este país europeo.
"Este puede ser un buen ejemplo para Polonia, ya que sucedió en un país católico con el apoyo de políticos conservadores y cristianos… La sociedad austriaca es considerada conservadora y católica, y esta es una señal de que en estas sociedades las uniones civiles son posibles. Es un ejemplo para los líderes polacos", comentó a IPS Tomasz Szypula, vicepresidente del grupo polaco Campaña contra la Homofobia.
El ejemplo también corre para "lugares como Letonia y Lituania donde la actitud hacia los homosexuales es similar a la de Polonia, donde los políticos emplean los argumentos religiosos para justificar su rechazo a los matrimonios del mismo sexo", agregó Szypula.
"Ahora la legislación austriaca demostró que las sociedades católicas y sus políticos pueden aceptar las uniones civiles y que esas sociedades pueden cambiar", destacó.
En toda Europa hay 17 países, además de Austria, con leyes matrimoniales neutras en cuanto al género o con uniones civiles para parejas del mismo sexo. Bélgica, España, Holanda y Suecia reconocen el matrimonio de las parejas homosexuales.
Pero sólo República Checa, Eslovenia y Hungría se encuentran en Europa central, y las actitudes hacia los homosexuales en la región, especialmente en aquellos lugares donde la influencia de la Iglesia Católica es fuerte, sigue siendo discriminatoria, afirman los activistas.
Este año se produjeron violentos enfrentamientos en las marchas del orgullo gay celebradas en Polonia y Rusia, y la manifestación fue prohibida en Ucrania. El evento se realizó en Riga, Letonia, por primera vez, pero sólo después de que la prohibición inicial del municipio fuera levantada por las autoridades del país báltico.
Una encuesta de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea reveló que en países de Europa occidental como Holanda, Suecia y Dinamarca el respaldo a los matrimonios del mismo sexo ascendía a 82, 71 y 69 por ciento respectivamente. Por el contrario, la cifra descendía a 12 por ciento en Letonia y a 11 por ciento en Rumania.
Asimismo, políticos encumbrados en algunos países de la región son abiertamente homofóbicos.
El presidente de la coalición de gobierno de Eslovaquia, el Partido Nacional Eslovaco, realizó varios comentarios contra los homosexuales, mientras integrantes del opositor partido de Ley y Justicia en Polonia sostienen que la homosexualidad es una enfermedad.
El actual presidente polaco, Lech Kazcynski, llegó a decir que la homosexualidad provocaría el fin del mundo. El alcalde de Moscú, Yuriy Luzkhov, la calificó de "satánica" al anunciar la prohibición de la marcha del orgullo gay en la capital rusa.
En Polonia, donde un censo de 2002 reveló que 90 por ciento de la población se declaraba católica, una encuesta publicada por medios locales en agosto mostró que 75 por ciento de los entrevistados se manifestaban contrarios al matrimonio homosexual y 87 por ciento rechazaban la adopción de niños por parejas del mismo sexo.
La fuerza que tiene ese rechazo en algunos países de Europa central y oriental hace pensar que llevará tiempo para que leyes como la austriaca se generalicen en la región, según los activistas.
Juris Lavrikos, de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por su sigla en inglés), dijo a IPS que "los propios católicos son distintos en cada país y tienen una diversidad de opiniones. En Letonia, por ejemplo, la Iglesia no aceptaría las uniones civiles aún si tuvieran la bendición del Vaticano".
No obstante, la legislación en Austria desató la discusión pública sobre el tema en países donde prácticamente no ocupaba lugar en el orden del día de los círculos políticos ni de la sociedad en general.
Los activistas están convencidos de que la situación con respecto a las uniones civiles para las parejas del mismo sexo en Europa central y oriental cambiará, tarde o temprano.
"Hace sólo unas décadas, Austria tenía leyes draconianas sobre la homosexualidad, y la situación es muy diferente ahora comparada con 15 años atrás Sólo es cuestión de tiempo" para que una legislación similar llegue al resto de Europa, opinó Lavrikos.
"Esperamos convencer a los políticos de que lo mismo puede ocurrir en Polonia. Muchos países de Europa ya tienen este tipo de leyes y en poco tiempo sólo habrá un puñado sin ellas, y tendrán que alcanzar a los demás", pronosticó Szypula.