CAMBIO CLIMÁTICO: Un planeta con acidez

Los océanos ya tienen 30 por ciento más de acidez y pueden llegar a volverse corrosivos en las próximas décadas si continúan los actuales volúmenes de dióxido de carbono liberados a la atmósfera.

La acidificación ya afecta a los arrecifes de coral, las algas y el plancton, base de la cadena alimenticia marina, según un informe divulgado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UCIN, por sus siglas en inglés) en Copenhague, donde desde el 7 de este mes se realiza la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP 15), que terminará el 18.

Los representantes y delegados de los países procurarán fijar objetivos más drásticos en materia de reducción de emisiones de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario para los países en desarrollo y otros más para los no signatarios del Protocolo de Kyoto, cuyas metas fueron establecidas para 2012.

El Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, obliga a los 37 países industriales que lo ratificaron a reducir sus emisiones para 2012 a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990.

«En los últimos 10 años, el crecimiento de los arrecifes en muchas áreas disminuyó en 15 por ciento», Carl Gustaf Lundin, jefe del programa marino global de UICN.
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«Es un cambio drástico», dijo Lundin a IPS.

Los océanos absorben dióxido de carbono de la atmósfera, pero la gran cantidad liberada, principalmente por la quema de combustibles fósiles, altera su química básica y los acidifica. Eso también afecta al plancton y perturba el ritmo de crecimiento de otras especies, indicó Lundin.

El objetivo de muchos países que aspiran a estabilizar la temperatura promedio del planeta por debajo de los dos grados sigue siendo «una sentencia de muerte para la mayoría de los arrecifes de coral», señaló.

Pero esa meta implica tener un volumen de dióxido de carbono de 450 partes por millón (ppm), muy por encima del promedio histórico de 280.

La mortal marcha ácida ya comenzó en el océano Ártico.

Un estudio realizado en el verano boreal en el archipiélago noruego de Svalbard reveló que en muchas regiones del Polo Norte, el mar alcanzará niveles corrosivos dentro de 10 años. Esa cantidad disolverá la concha de los mejillones y de otros mariscos, escribieron los investigadores en la revista Science del 20 de noviembre.

Los mariscos son alimento de ballenas, salmones, arenques y varias aves marinas y su desaparición tendrá importantes consecuencias para la cadena alimenticia. Las aguas frías tienen un mayor riesgo de acidificación, porque absorben más dióxido de carbono de la atmósfera que las más cálidas del trópico.

Muy pocos saben de la abundancia de especies de coral en las aguas frías de las regiones heladas del planeta.

«Hay muchas más especies de coral árticas que tropicales, lo que sucede es que no forman las mismas estructuras de arrecife», explicó Lundin.

El Ártico puede llegar a ser demasiado ácido para la mayoría de las especies en 2100, según los investigadores.

La única forma de detener la incesante acidificación de los océanos es limitar con urgencia las emisiones de dióxido de carbono, sostuvo Lundin. «No es debatible. Es química básica», subrayó.

Pero también hay una cuestión de tiempos. Aun si se acabaran hoy las emisiones contaminantes, los océanos seguirán acidificándose y pasarán cientos de años antes de que vuelvan al estándar preindustrial.

«También debemos disminuir la presión de la pesca, la contaminación y otros impactos sobre los océanos para contribuir a retener cierta resiliencia que permita soportar lo que vendrá», añadió.

Hábitat costeros como manglares, pantanos salados y praderas marinas pueden almacenar 50 veces más dióxido de carbono que lo que logran las selvas tropicales por hectárea.

«Las praderas marinas pueden ser más efectivas para secuestrar dióxido de carbono que la selva», indicó Lundin.

Pero dos tercios de las que están ubicadas cerca de áreas habitadas se perdieron por la contaminación y la sedimentación. «Invertir en la protección de los ecosistemas costeros puede ser una forma muy rentable de secuestrar carbón», señaló.

Los países suelen ignorar ese hecho y los hábitat marinos no forman parte de ningún sistema nacional e internacional. Es urgente que se cree un esquema marino equivalente a la Reducción de Emisiones resultantes de la Deforestación y Degradación forestal, según la UICN, para salvaguardar los depósitos costeros de dióxido de carbono.

«Las generaciones futuras nos juzgarán con dureza si no actuamos de forma urgente», remarcó Lundin. «Comprenderán que no tuvimos que hacer grandes ajustes y que hubo un montón de cuestiones prácticas que pudimos haber hecho ahora», añadió.

«Este es un problema global. No podemos resolverlo con acciones individuales o por país», remarcó.

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