Las agujas del reloj se aceleran hacia el fin de la conferencia sobre cambio climático, que se realiza en la capital danesa, sin que emerja aún un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan el aumento de la temperatura en el planeta.
La 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), que concluirá este viernes en Copenhague, procura fijar objetivos más drásticos para reducir los gases contaminantes emitidos a la atmósfera, responsables del recalentamiento planetario.
Las jornadas negociadoras finales, la fase política de la cumbre, se han traducido en la llegada en avalancha de unos 130 jefes de Estado y de gobierno a Copenhague, en medio de protestas promovidas la sociedad civil, que reclaman un tratado que dé continuidad al Protocolo de Kyoto, cuyas metan vencen en 2012.
Este protocolo, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, obliga a los 37 países industriales que lo ratificaron a reducir sus emisiones para 2012 a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990.
A la organización ecologista Amigos de la Tierra, con miles de miembros presentes en Copenhague, se le negó el martes el ingreso a la sede de la conferencia, el Bella Center, tras haber liderado las protestas a sus afueras. Las sentadas dentro de las propias instalaciones también forzaron a los organizadores a adoptar medidas más duras.
[related_articles]
«La democracia está en crisis cuando se impide a organizaciones como Amigos de la Tierra hablar en las propias negociaciones, en representación de comunidades de todo el mundo», declaró su director ejecutivo, Andy Atkins.
«Estamos asombrados de saber que se prohibió la asistencia a estas negociaciones clave a todos los delegados de Amigos de la Tierra. Si esto es consecuencia de nuestro papel como uno de los grupos más activos en demandar un tratado fuerte y justo, entonces resulta más inquietante», sostuvo.
El comienzo de la fase de alto nivel de la conferencia se caracterizó el martes por la sorpresiva renuncia de la presidenta de la COP 15, la ministra de Ambiente danesa Connie Hedegaard, quien fue reemplazada por el propio anfitrión y primer ministro Lars Lokke Rasmussen.
Hedegaard continúa participando en las negociaciones ministeriales a puertas cerradas.
Por su parte, Rasmussen no comenzó su presidencia con buen pie. Cuando pronunciaba su tercera o cuarta frase en su forzada función fue interrumpido por una moción de orden, promovida por el Sur en desarrollo, con Brasil y China a la cabeza.
Este grupo insistió en que quedase claro que el borrador del texto que se estaba discutiendo era el mismo que los delegados habían negociado a lo largo de la noche. El punto era central. Lo que se quería era que Rasmussen confirmase que no se iba a abandonar la llamada vía doble: la prolongación del Protocolo de Kyoto mientras no entre en vigor otro tratado de largo plazo que lo reemplace. Esta alternativa es respaldada por el Grupo de los 77, que reúne a 130 países en desarrollo, más China.
El presidente de la COP 15 tuvo problemas para mantener el orden y limitar los oradores a los cinco minutos permitidos cuando se reanudó la discusión.
El segundo orador del día, el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, tampoco le facilitó las cosas a Rasmussen.
Zenawi no sólo se excedió en el tiempo, sino que presentó una propuesta junto con Francia que socava la postura del bloque africano.
La propuesta de Etiopía y de Francia consiste en aceptar un aumento máximo de la temperatura mundial de dos grados y un fondo inicial de 10.000 millones de dólares para que los países en desarrollo puedan combatir el fenómeno climático.
Observadores de la sociedad civil criticaron duramente a Zenawi, a quien acusaron de amenazar con su postura el futuro mismo de África.
Si Zenawi «quiere vender las vidas y esperanzas de los africanos por una miseria, bienvenido sea, pero esa no es la postura de África», declaró Mithika Mwenda, de la organización ambientalista Alianza Panafricana para la Justicia Climática.
«Debemos mantener el recalentamiento planetario a un máximo de 1,5 grados» y la cifra de 10.000 millones de dólares de ayuda es «apenas suficiente». «Los africanos hablan de unos 400.000 millones por año durante los próximos tres años», subrayó.
«La sensación que tenemos es que Kyoto está en cuidados intensivos sino muerto, y que necesita varios tanques de oxígeno. Uno de ellos está en la Casa Blanca», aseguró a IPS el ministro indio de Ambiente y Bosques, Jairam Armes, en referencia a Estados Unidos y a su negativa a ratificar el Protocolo de Kyoto.
*Este artículo se realizó con los aportes de Nasseem Ackburally, Servaas van den Bosch, Claudia Ciobanu y Terna Gyuse.