«No necesitamos cambiar el clima, necesitamos cambiar el comercio», dijo la activista brasileña Marta Lago en el Klimaforum, el principal ámbito de la sociedad civil paralelo a la 15 Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP-15), inaugurada esta semana en la capital danesa.
Lago y la guatemalteca Norma Maldonado, ambas de la Red Internacional de Género y Comercio (IGTN, según sus siglas en inglés), cuestionaron los tratados de libre comercio firmados por países de América Latina con Estados Unidos y la Unión Europea, en una charla ofrecida el martes.
Desde su perspectiva, éstos son fuente de pobreza y pérdida de biodiversidad porque implican el desarrollo de megaproyectos de extracción de recursos naturales, intensivos en uso del agua y contaminantes, que agravan los efectos del cambio climático.
Entre ellos se destacan la explotación de minerales, la instalación de megarrepresas, la plantación de monocultivos y de organismos genéticamente modificados.
Los tratados de libre comercio incluyen estrictas regulaciones sobre propiedad intelectual que perjudican a los pequeños productores agrícolas, provocando inseguridad alimentaria en comunidades pobres, que además soportan la variabilidad de las cosechas por el recalentamiento planetario.
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"Ahí donde está la biodiversidad, donde está la riqueza, donde está la cultura, están los intereses corporativos", dijo a TerraViva Maldonado, vicepresidenta de la junta directiva de Servicios Ecuménicos de Formación Cristiana en Centroamérica (Sefca), una organización que trabaja con mujeres y jóvenes en desarrollo comunitario e incidencia política.
Su frente es amplio: intentan recuperan prácticas agrícolas ancestrales, buscar mercados locales para los productos, mejorar la dieta de las comunidades y capacitarlas en materia de negociaciones internacionales del comercio.
"Los tratados comerciales se encargan de (que los países extranjeros) tengan una certeza legal para el saqueo de nuestros recursos naturales. No podemos desvincular los tratados comerciales de la cotidianidad, de la privatización del agua, de la pérdida de territorio, de las empresas mineras que gastan 250.000 galones de agua por minuto y no pagan nada, y contaminan nuestros ríos", planteó.
"Guatemala es el centro de origen de alimentos, sin embargo hay gente desnutrida. Hay niños muriéndose de hambre. Cómo vamos a tener un país que produce alimentos, que son todos de exportación, que son para mandar a los grandes mercados internacionales", enfatizó.
Desde su perspectiva, la Unión Europea "da por un lado", a través de la cooperación para el desarrollo, "y quita por otro", con los tratados comerciales.
En Guatemala, Sefca trabaja con comunidades indígenas qeqchíes que se encuentran recuperando degradadas fincas productoras de café.
Las mujeres son las principales afectadas por los efectos del cambio climático, enfatizaron Lago y Maldonado, tal como alertó en su último informe el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Sefca elabora actualmente en un filme documental para sensibilizar a la población sobre la crisis del agua. En algunas imágenes, que fueron presentadas en el Klimaforum, se ve a mujeres rurales que deben perder cuatro horas diarias para buscar agua en afluentes cercanos a sus comunidades.
Para Maldonado, "el problema del agua ha sido y será, por una cuestión cultural", un asunto de mujeres, porque ellas son las que mayoritariamente cocinan, bañan a los niños y lavan la ropa en los hogares.
"El no tener acceso a ese recurso es exponer a la mujer" a una mayor carga de la que de por sí tiene, apuntó.
"Las mujeres tardan cuatro horas en traer dos galones de agua y después queremos que se eduquen, que participen, ¿a qué hora lo va a hacer?", sostuvo.
¿Cuánto saben las mujeres guatemaltecas apoyadas por Sefca sobre el cambio climático? Según Maldonado, ellas desconocen aspectos referentes a las emisiones de gases de efecto invernadero y otras cuestiones científicas. "De hecho yo todavía no las entiendo bien", confesó.
"Lo que sí sabemos, clarito, es que hay derrumbes constantemente de tierra, que hay inundaciones, que las mujeres no sabemos ni nadar, que cada vez hay más calor, que las cosechas están confundidas, que a veces se está dando el café en enero y antes era en octubre, que han cambiado los ciclos y los calendarios agrícolas, que no tenemos agua", enumeró la activista.
"A lo mejor no sabemos qué es un sumidero de carbono, pero sabemos que nos están quitando la tierra", graficó Maldonado, quien aseguró ser víctima de amedrentamiento por su oposición a los tratados de libre comercio en Guatemala.
"Empezó una oleada de represión en el país a raíz de la firma del primer tratado de libre comercio entre Guatemala y Estados Unidos, desde entonces hay persecución sistemática de los liderazgos, hay allanamientos de organizaciones, en mi casa entraron, lastimaron a dos compañeras, se llevaron las computadoras, estamos en la lista negra", denunció.
Maldonado está en Copenhague, pero "no espera nada" de la COP-15, de la que participan delegados de 192 países y asisten unos 3.5000 periodistas. Su fe está puesta en las alianzas que puedan surgir del Klimaforum, donde la tónica es el cuestionamiento al modelo de desarrollo capitalista.
Este gran encuentro alternativo tiene lugar en un gimnasio de la capital danesa, también utilizado para conferencias y a 15 minutos en tren del Bella Centre, el espacio donde se desarrolla la COP-15.
El Klimaforum tiene programadas cerca de 150 charlas, 50 exhibiciones y 30 exposiciones artísticas, entre documentales, teatro y música, que se celebrarán hasta el 18.