Es «conmovedor», «muy gratificante» y «terapéutico», así describen su trabajo voluntario algunas de las 60 mujeres de la llamada tercera edad que participan del programa «Abuelas Cuentacuentos» en Argentina, destinado a despertar el amor por la literatura entre los más pequeños.
Cada semana, estas mujeres van a una escuela y leen al mismo grupo de niños, que las aguardan con gran expectativa. "¡Son tan cariñosos y nos esperan con tantas ansias!", narra a IPS Federica Orellana, de 73 años, quien realiza esta labor desde 2004 en la nororiental provincia de Chaco, donde nació la idea.
"Si una semana hay feriado y no voy me extrañan y cuando llego todos gritan abuela, abuela y me quieren contar sus cosas, me traen sus libritos y quieren que me quede más tiempo del que tengo", relata esta mujer ya jubilada, quien admite además que el programa le devolvió a ella misma las ganas de leer. Las mujeres se capacitan para leer a los niños y niñas cuentos o poesías de autores argentinos y de otros países, clásicos y contemporáneos.
Si la lectura de un cuento breve deja tiempo, terminan el encuentro con una poesía o un trabalenguas, y a veces siguen con libros que los mismos niños traen de su casa.
El plan nació en 2001 en Chaco como una idea de la Fundación Mempo Giardinelli.
Nacido en esa provincia, Giardinelli es autor de novelas, cuentos y ensayos que ya fueron traducidos a 20 idiomas. Este también periodista y profesor universitario recibió, entre otros reconocimientos, el premio Rómulo Gallegos en 1993, lo cual le permitió concretar un largo sueño como fue crear la fundación para promover la lectura desde distintos abordajes.
El Programa Abuelas Cuentacuentos es el más reconocido de la fundación. Recibió una decena de premios, entre otros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y de la Organización de Estados Iberoamericanos.
Ahora fue elegido entre los 13 programas finalistas del concurso "Experiencias en Innovación Social", que organiza la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en conjunto con la Fundación W.K. Kellogg. En la Feria que se realizará del 11 al 13 de este mes en Guatemala se premiarán cinco de los proyectos seleccionados, provenientes de Argentina, Brasil, Chile, México, Costa Rica, Perú y Uruguay.
Desde sus inicios hasta ahora, el programa fue creciendo y hoy las abuelas visitan unas 60 instituciones donde leen para unos 16.000 niños y niñas. También llevan la experiencia a orfanatos, hospitales pediátricos, comedores comunitarios, geriátricos, institutos para ciegos y cárceles. Pero el punto fuerte del programa sigue siendo la escuela.
"Nuestra actividad consiste en convocar a personas de la tercera edad con vocación y deseo de leer cuentos", explicó a IPS Natalia Porta López, coordinadora del programa. Las mujeres son capacitadas por personal especializado en literatura para niños y se las asesora sobre cómo usar la voz, los gestos y otros recursos.
Una vez preparadas, las "abuelas" visitan siempre una misma escuela de Resistencia, la capital de Chaco, y las localidades de sus alrededores, donde viven unas 400.000 personas, de las cuales aproximadamente 60 por ciento son pobres. Van a escuelas públicas y privadas de enseñanza preescolar, primaria y secundaria.
"Llevan alimento espiritual para miles de niños con carencias varias, aborígenes, de barrios periféricos y comunidades marginales", sintetizó Porta. "Muchos no tienen cama, mesa de luz, libros ni una abuela que se siente junto a ellos de noche a leerles un cuento, añadió. Ellas compensan esa falta.
"La fundación siempre enfocó la lectura como un tema clave del desarrollo, y además como un derecho", explicó. Por eso el programa fue seleccionado por la Cepal junto a otras 19 experiencias latinoamericanas. Si ganan en Guatemala, el premio les permitirá solventar gastos de transporte y de un lugar donde guardar los libros.
En el programa Abuelas el objetivo es "promover la tradición de la lectura intergeneracional en la primera infancia", precisó Porta. Pero, al mismo tiempo, logran dar un nuevo significado al papel de mujeres mayores que están retiradas del mundo laboral y encuentran una nueva motivación en el contacto con los niños.
"Hay abuelas que tienen 80 años o más, pero vienen con gusto", asegura la "abuela" Orellana. "Nadie nos obliga. Es una relación de amor que va y vuelve, los chicos nos quieren, nos abrazan, la escuela nos recibe con cariño también, y nos muestran que los niños están cada vez más interesados en la lectura".
El programa evalúa los resultados obtenidos mediante encuestas en las escuelas cada seis meses, pero además, la Fundación está en contacto con las autoridades de la institución para supervisar el desarrollo del plan. Los profesores y maestros aseguran que el beneficio para los niños es muy alto y las abuelas afirman que para ellas también.
La idea fue transferida a otras 20 ciudades del nordeste del país y de otros países de América Latina. Pero además, el Ministerio de Educación de Argentina, con asesoramiento del mismo Giardinelli, lanzó en 2008 su propio programa "Abuelas y Abuelos Leecuentos" con más de 700 voluntarios que leen a 200.000 niños y niñas en 62 ciudades de distintas partes del país.
Muchos de los niños que participan de estos programas "nunca o muy raramente" tuvieron la oportunidad de que algún familiar les lea un cuento, y ahora, según recogen de la experiencia, comienzan a pedirlo en casa.