El oficialista Partido Liberal y el opositor Partido Nacional, que representan más de un siglo de historia política en Honduras, buscarán en los comicios de este domingo lograr legitimidad interna y externa, tras haber avalado el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya.
En ésta, una de las más graves crisis de la historia hondureña, la diferencia entre oficialismo y oposición quedó a un lado: ambas fuerzas políticas dieron carta blanca a los militares para destituir a Zelaya (él mismo del Partido Liberal) y trasladarlo a Costa Rica en pijama y a punta de bayonetas hace cinco meses.
A escasas horas de las elecciones de este domingo para elegir presidente, diputados y gobiernos locales, ambos partidos históricos arreciaron su proselitismo frente a un electorado que ha evidenciado en los últimos procesos su desafección hacia la clase política.
El historiador y analista Rolando Sierra dijo a IPS que los comicios de este domingo representan para el sistema político una búsqueda de "legitimidad y sostenimiento, luego del papel que en su conjunto jugaron cuatro de los cinco partidos a favor de la destitución de Zelaya".
Con excepción del izquierdista Unificación Democrática, que condenó el golpe y ha acompañado los esfuerzos por la restitución de Zelaya, los partidos políticos cerraron filas tras su destitución.
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Estos sostienen que el golpe fue un procedimiento "constitucional y legal" debido a que el derrocado gobernante había violado la Constitución al procurar una consulta popular sobre una eventual reforma para habilitar su reelección.
De acuerdo con Sierra, la legitimidad interna e internacional dependerá en buena medida del número de votantes que asistan a las urnas, de la capacidad de los partidos políticos para aceptar los resultados y de sus propuestas, una vez que resulte un nuevo presidente electo.
En los comicios generales de 2005, cerca de 3,5 millones de electores fueron convocados a las urnas, pero apenas concurrieron 1,5 millones. Zelaya ganó con 23 por ciento de los votos, siendo una de las elecciones que registró la más baja participación en los últimas tres décadas.
Para votar este domingo están registrados 4,3 millones de hondureños, y los partidos políticos, a pesar de la crisis, esperan una mayor asistencia que en 2005. Los sondeos de opinión indican que 70 por ciento del electorado está interesado en acudir a las urnas.
No obstante, las tendencias "pueden dar sorpresas, y una de ellas es que aumente el abstencionismo, porque un importante sector de la población no aprueba la forma en que fue sacado Zelaya, y sus simpatizantes están llamando a no votar", dijo Sierra.
Los resultados electorales indicarán en buena medida las posibilidades de solución a la crisis, al igual que las perspectivas de vida del bipartidismo, que busca aguantar un tiempo más en el poder.
El politólogo Ernesto Paz sostiene que los mayores desafíos los tiene el gobernante Partido Liberal, que se ha visto fragmentado y está obligado a avances más democráticos a lo interno para evitar un resquebrajamiento total.
Por primera vez en las últimas tres décadas, los liberales van a una contienda sin cohesión interna. Varios de sus candidatos a diputados y gobernadores han renunciado por no estar de acuerdo con la destitución de Zelaya o por carecer de recursos para sostener una campaña atípica, donde no se logra una respuesta entusiasta del público.
Según Paz, la crisis de legitimidad que afronta el sistema partidario pasa por su debilidad para renovarse, la poca credibilidad de sus líderes, la falta de democracia interna y el desdibujamiento de sus respectivas ideologías.
En Honduras existen cinco partidos políticos: el Partido Liberal, el Partido Nacional, la Democracia Cristiana, el Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata, y la Unificación Democrática.
Las encuestas indican que el ganador de los próximos comicios sería el candidato del Partido Nacional, Porfirio Lobo, quien se postula por segunda vez en el cargo, tras ser vencido en 2005 por Zelaya.
Lobo comentó en rueda de prensa con los corresponsales extranjeros que de ganar las elecciones iniciará un diálogo nacional a partir de diciembre. "Manuel Zelaya estará incluido, porque no quiero más confrontación. Mi pueblo pide paz, y esa pasa obviamente por un diálogo con el señor Zelaya", aclaró.
Asimismo, dijo a IPS que "iniciará pactos de gobernabilidad local y nacional, porque esta crisis no termina con las elecciones". "Éstas son la mejor salida, pero es obvio que necesitamos dialogar para insertar a Honduras en el siglo XXI", afirmó.
Mientras, Zelaya —quien permanece encerrado desde hace dos meses en la embajada de Brasil tras regresar en secreto a Tegucigalpa— llama a no votar y pide a la comunidad internacional que no reconozca los comicios por considerarlos "ilegales".
Ya han arribado los primeros observadores internacionales, y Estados Unidos, Perú, Panamá anunciaron que reconocerían el resultado electoral.
Por su parte, el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, exhortó a la comunidad internacional a reconocer los resultados de los comicios si éstos se dan en un ambiente de credibilidad y legitimidad, a fin de no "castigar más" a Honduras, considerado uno de los más pobres de América Latina.
No obstante, organizaciones internacionales observadoras señalaron que este país no presenta las condiciones necesarias para el desarrollo de las elecciones debido al clima de polarización y a las amenazas de boicot al proceso.
Mientras, más de 30 incidentes violentos se han registrado en los últimos tres meses, ante lo cual el régimen de Roberto Micheletti lanzó intensos operativos.
Los últimos incidentes se produjeron el martes y el viernes, cuando bombas caseras explotaron en dos medios masivos de comunicación y en la sede de la Corte de Justicia, provocando leves daños en sus estructuras, sin reportar víctimas.
A criterio de los expertos consultados por IPS, esos hechos buscan no sólo intimidar, sino manifestar gran inconformidad.
"Es aquí donde la ciudadanía en la democracia debe buscar nuevos liderazgos, opciones de participación política y construcción de oposición política, porque si ésta se deja solo a los partidos, éstos terminan con acuerdos que a la larga han servido (sólo) para su sostenimiento", concluyó Sierra.