COMUNICACIONES-CHILE: La democracia amenazada

Chile es un «caso de laboratorio» en materia de concentración de medios, sostiene la periodista chilena María Olivia Mönckeberg en su último libro «Los magnates de la prensa». Si no se fortalece el rol regulador del Estado en esta área, advierte, se corre el riesgo de hacer «sucumbir» a la propia democracia.

"Hoy en día, en vísperas de la celebración del Bicentenario (de la independencia), la situación de la libertad de expresión y de propiedad de los medios de comunicación, en un sentido democrático y plural, me parece peor que la que había en Chile a comienzos de los años 90", cuando se restituyó la democracia tras 17 años de dictadura, comentó a IPS Mönckeberg.

Para Mönckeberg, distinguida este año con el Premio Nacional de Periodismo, la concentración de medios es un fenómeno mundial, "pero en el caso chileno sucede algo bastante especial", porque el sistema es "más cerrado y muy poco regulado", copado por grupos económicos ideológicamente de "extrema derecha", aseguró.

El libro "Los magnates de la prensa- Concentración de medios de comunicación en Chile", publicado bajo el sello Debate de la editorial Random House Mondadori, fue lanzado el 11 de este mes en Santiago.

En 522 páginas, la periodista detalla quiénes son los dueños de los medios de comunicación en Chile, precisa la ayuda que algunos de ellos recibieron durante la dictadura del hoy fallecido general Augusto Pinochet, de 1973 a 1990, y describe las intrincadas redes políticas, económicas, sociales y religiosas que forman hoy.
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El preocupante diagnóstico de la actual secretaria de estudios del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile queda de manifiesto en la primera página del texto, que pudo terminar gracias a un proyecto presentando al gubernamental Fondo Nacional del Libro y la Lectura.

"Una paradoja envuelve la historia de la prensa chilena: nació crítica, libertaria y republicana, bajo la encendida pluma de Fray Camilo Henríquez, fundador de La Aurora de Chile, el primer periódico que existió en el país, poco después de la declaración de Independencia", a comienzos del siglo XIX, escribe.

"Pero cuando Chile se apronta a conmemorar el Bicentenario, los diarios responden a los intereses de influyentes grupos económicos de derecha, más preocupados por consolidar sus ganancias y proyectar sus ideas que de informar con mirada amplia y generar comunicación entre la ciudadanía", acota.

La concentración es una realidad en la prensa escrita, la radio "muestra síntomas" del mismo fenómeno, y la televisión abierta, que nació universitaria, es prácticamente comercial en la actualidad, sobrepasada por la farándula, los reality shows, la crónica roja y el sensacionalismo periodístico, señala Mönckeberg en el texto.

Entre los magnates de la prensa escudriñados por esta periodista y académica figuran Agustín Edwards Eastman, propietario de la cadena de diarios El Mercurio, Álvaro Saieh, cabeza del Consorcio Periodístico de Chile (Copesa), y Sebastián Piñera, dueño del canal Chilevisión y actual candidato a la presidencia de Chile por la derechista Coalición por el Cambio.

El Mercurio, y su veintena de ejemplares de circulación nacional y regional, y Copesa, que controla los diarios La Tercera, La Cuarta, La Hora, una cadena de radios y la revista Qué Pasa y Paula, constituyen el llamado "duopolio'" de la prensa chilena.

"No hay lugar en esos medios para voces críticas o diferentes a su línea editorial, adscrita a posiciones conservadoras en lo político y neoliberales en lo económico. Incluso las cartas al director son revisadas y estudiadas por el filtro de quienes controlan esos periódicos", escribe Mönckeberg.

"Sus pautas no incluyen temas que desagraden a los dueños o a las redes de amigos, socios y avisadores. Los periodistas lo saben y actúan en consecuencia, guardando silencio o practicando la autocensura, cuando suponen que algo puede ser incómodo o poco conveniente", afirma.

Mönckeberg también aborda los negocios del fallecido empresario Ricardo Claro, dueño del canal Megavisión y la revista Capital, y de poderosos inversionistas extranjeros, como los mexicanos Carlos Slim y Remigio Ángel González y el ítalo-estadounidense John Malone.

"¿Qué es lo que uno ve? Que Edwards, por una parte, Saieh, por otra, sumados a quienes detentan el poder en los canales de televisión privados, constituyen una suerte de red, donde está enrejada, con muros, la posibilidad real de conocer mucho mejor la realidad chilena, hacer periodismo de calidad y de generar debates más sustanciales", resumió a IPS.

La autora, que trabajó en las revistas Análisis, Hoy y el diario La Época, medios que desaparecieron en democracia, cita a diversos académicos que coinciden en que la falta de pluralismo en Chile se agravó tras el fin de la dictadura y el arribo al gobierno de la centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia, en el poder hasta hoy.

Esto se explicaría porque la Concertación mantuvo casi intacto el ordenamiento político-económico de carácter neoliberal impuesto por la dictadura, cuyo imperativo es "dejar hacer" al mercado.

El poder, y el fenómeno de la concentración, en distintos ámbitos, ha sido tema de interés constante para Mönckeberg, quien estudió periodismo en la Universidad Católica de Chile.

Así lo demuestran sus anteriores investigaciones: "El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno", publicado en 2001, "El imperio del Opus Dei en Chile", de 2003, "La privatización de las universidades. Una historia de dinero, poder e influencias", de 2005, y "El negocio de las universidades en Chile", de 2007.

"La investigación realizada permite afirmar que el fenómeno de concentración se ha extendido a lo largo del territorio nacional, dejando en la mayoría de las regiones a sus habitantes y organizaciones sin expresión ni voz propia", sintetiza en el texto Mönckeberg, quien enseña Ética y Tratamientos Periodísticos y Periodismo de Investigación en la Universidad de Chile.

Un ejemplo gráfico de la escasa pluralidad existente en el país, dice, es la repercusión que ha tenido su propio libro. Sólo algunas radios, medios de Internet y corresponsales extranjeros la han llamado para entrevistarla. Del duopolio no ha tenido noticia alguna, tal como ocurrió con sus anteriores libros.

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