Los avances en la técnica de los perfiles genéticos pueden emplearse para erradicar el comercio ilegal de madera, regular de modo apropiado la aplicación de hierbas medicinales y mucho más, prometen los científicos.
Los hallazgos fueron anunciados por científicos reunidos del 10 al 12 de este mes en la Academia Mexicana de Ciencias.
"Llevó cuatro años, pero la nueva disciplina del código de barras del ADN (ácido desoxirribonucleico) ahora cuenta con el marcador preciso para las plantas", dijo David Schindel, secretario ejecutivo del Consorcio del Código de Barras de la Vida (CBOL, por sus siglas en inglés).
"Científicos expertos en biodiversidad están usando esta técnica genética para desentrañar misterios, de modo muy similar al que los detectives usan para resolver crímenes", declaró Schindel a Tierramérica desde ciudad de México, donde CBOL es coanfitrión de la conferencia junto con el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"Este trabajo en México y otros lugares es enormemente importante", señaló Patricia Escalante, directora del Departamento de Zoología del Instituto.
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"El código de barras es una herramienta para identificar especies de modo más rápido, más barato y más preciso que los métodos tradicionales", dijo Escalante en un comunicado de prensa.
El ADN contiene todas las instrucciones genéticas para que cualquier organismo se desarrolle. Mientras el de un ser humano es diferente y más complejo que el de un gusano, el de un ratón es bastante similar al de las personas.
Hace varios años, el canadiense Instituto de Biodiversidad de Ontario identificó un fragmento del gen citocromo c oxidasa I como el lugar donde se ubica el código de barras de todas las especies animales, lo que permite a los científicos identificarlas rápida y fácilmente.
Se prevé que en pocos años la tecnología avance al punto de que identificar una especie consista en poco más que tomar una muestra de tejido y usar un escáner de código de barras similar al que se emplea en un comercio, explicó Schindel.
Aunque se han encontrado fragmentos de ADN donde están los códigos de barras de aves e insectos, el avance no era igual con los vegetales, porque se estima que hay unas 400.000 especies.
Ahora los científicos del CBOL pueden compilar una base de datos de todas las especies de plantas conocidas con sus códigos de barra únicos, para conformar una biblioteca que sirva como referencia mundial.
En el futuro cercano, los inspectores podrán tomar una pequeña muestra de troncos o madera y determinar si proceden de árboles talados ilegalmente.
Pruebas similares también pueden usarse para verificar si una madera exótica que se está vendiendo a un precio elevado en el mercado legal es realmente lo que dice ser. Esto puede valorizar productos, erradicar el comercio ilegal, o revelar falsificaciones, dijo Schindel.
Lo mismo se aplica a las medicinas elaboradas con hierbas. Las mezclas de preparaciones con hierbas secas y molidas son muy difíciles de identificar sin un código de barras de ADN, agregó.
México tiene alrededor de 800 especies de cactus, algunas de las cuales son muy raras y preciadas por los coleccionistas. Pero no hay ningún mapa de las cadenas de especies y apenas unos pocos expertos en el mundo pueden identificar a las especies individuales.
"Si México no protege a estas especies raras, desparecerán, pero primero hay que saber dónde están", dijo Schindel.
El código de barras genético puede ayudar a trazar mapas de la distribución de cada especie. Y eso, a su vez, puede abrir nuevos mercados para que la población local aproveche los cactus, porque los funcionarios sabrán si puede hacerse de modo sustentable, añadió.
También es difícil de determinar de manera sencilla si se está ante un caso de tráfico de animales. En 2003, un brasileño fue atrapado contrabandeando 58 huevos. Argumentó que eran de codorniz, pero la policía aeroportuaria sospechó que podían ser de cotorras.
Los pichones nunca rompieron el cascarón. Pero el código de barras del ADN demostró que tres de los huevos eran de guacamayos azules (Anodorhynchus hyacinthinus) y dorados (Ara rubrogenys), especies vulnerables, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 51 loros cica o de vientre azul (Triclaria malachitacea) o loros cariamarillos (Alipiopsitta xanthops), ambos amenazados, y otros cuatro loros reales amazónicos (Amazona ochrocephala).
Las aplicaciones de los perfiles genéticos parecen infinitas. En México, científicos españoles anunciaron que habían determinado el código de barras de la sangre hallada en los vientres de 100 mosquitos, para averiguar a qué animales picaban los insectos además de los seres humanos.
Según un comunicado de prensa, encontraron que los mosquitos habían picado a 18 mamíferos, entre ellos liebres, perdices y mangostas, además de 26 aves. Los resultados son importantes para investigar los vectores de transmisión del paludismo y otras enfermedades.
Investigadores canadienses presentaron nuevos estudios basados en el análisis del material genético de las heces de murciélagos, que revelaron que ocho especies se alimentan de unos 300 tipos de insectos.
Esta aplicación del código de barras del ADN para descubrir las complejas dinámicas de la naturaleza constituye todo un nuevo campo de investigación, que puede tener importantes implicaciones en materia de conservación, dijo a Tierramérica Atilano Contreras, del Instituto de Biología de la UNAM.
Aunque su uso no está difundido en México, el código de barras genético permitió identificar varias nuevas especies de parásitos. Se cree que los parásitos micóticos son la principal causa del declive mundial de los anfibios, señaló Contreras.
Para realizar estas investigaciones "no se necesita un sofisticado laboratorio de alta tecnología, y el costo es bastante bajo, de entre 10 y 20 dólares la muestra", destacó.
* Este artículo fue publicado originalmente el 14 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.