Los gobiernos latinoamericanos prevén responder en bloque a la decisión de Japón de habilitar la partida de su flota ballenera hacia la Antártida para una nueva temporada de «caza con fines científicos», según su justificación, que amenaza la vida de un millar de estos cetáceos en el protegido santuario austral.
Pero la eventual acción diplomática que estudian los países de la región integrantes de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) al parecer no llegará en los tiempos que reclaman las organizaciones conservacionistas para evitar una nueva matanza de estos mamíferos como las que se vienen perpetrando año a año.
Japón autorizó la semana pasada la partida de la flota ballenera, pese a que están en marcha negociaciones en la CBI para definir si se mantiene o no el permiso para la cacería no letal o con fines científicos. Los conservacionistas quieren derogar esta excepción a la que apela Japón para abastecer de carne de ballena a su mercado.
Pero los países favorables a la caza buscan levantar la moratoria vigente desde 1986, dispuesta para restringir la caza comercial. Hay en la discusión una paridad de posiciones que impide llegar a la mayoría exigida para adoptar cambios, pero América Latina estaba trabajando fuertemente.
Todos los países de la región defienden posiciones conservacionistas en esta materia y lideran en el mundo las gestiones para frenar la cacería. Este perfil se refleja en la designación del actual presidente de la CBI, el comisionado chileno Cristián Maquieira.
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A instancias de la región se creó este año un pequeño grupo de países que se reunió sin resultados en octubre y que debía volver a hacerlo en diciembre en Chile en busca de un acuerdo. Pero la partida anticipada de la flota japonesa fue recibida como un mal presagio entre las organizaciones no gubernamentales.
"Que Japón no saliera a la Antártida hubiera sido un gesto de buena voluntad", dijo a IPS la argentina Roxana Schteinbarg, del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB). En cambio, la continuidad de esta práctica en plena negociación "es una burla", sentenció. "Nos preocupa seriamente el silencio de los gobiernos", añadió.
El brasileño José Truda Palazzo, ex comisionado gubernamental de la CBI y ahora miembro del Centro de Conservación Cetácea en su país, dijo que "es hora de poner fin al inmovilismo". Advirtió, además, que, mientras los comisionados negocian, los balleneros "siguen masacrando ballenas, sin que nadie los sancione".
Mediante un comunicado conjunto emitido el 11 de este mes, 40 organizaciones no gubernamentales de la región, entre ellas las que integran Schteinbarg y Palazzo, habían solicitado a los gobiernos latinoamericanos de la CBI todos menos Colombia y Venezuela— que impidan una nueva cacería a favor del diálogo.
Las entidades habían hecho un llamamiento para que los países de la región lideren "una acción diplomática contra la matanza indiscriminada de ballenas".
Al momento de emitir ese mensaje, las organizaciones conservacionistas suponían que la flota partiría de Japón sólo en diciembre y querían evitarlo. No obstante, la semana pasada fueron sorprendidos al saber que el buque factoría Nisshin Maru, insignia de la flota ballenera, y otras pequeñas embarcaciones, ya habían zarpado.
La flota se dirige al Santuario Ballenero Austral, en las aguas que rodean la Antártida. Se trata de una zona de protección creada por la CBI en 1994, donde está prohibida la caza con fines comerciales. La demarcación del área fue votada por los países miembros de la comisión a excepción de Japón.
Desde que la CBI aprobó la moratoria para frenar la caza comercial en 1986, Japón capturó más de 8.000 ballenas en el área que luego fue declarada santuario. Y si se suman las capturas de Islandia y Noruega se llega a 20.000 ballenas muertas.
En esta campaña, se estima que Japón capturará cerca de 1.000 cetáceos, un total similar al que cazó en los dos últimos años, según datos de la CBI, y que se acerca peligrosamente a los niveles de cacería previos a la moratoria, cuando la actividad prácticamente no estaba restringida, explicó Schteinbarg.
Las entidades denunciaron además que la flota cazó en la última temporada más de 300 ballenas hembras, 63 por ciento de las cuales estaban preñadas.
IPS consultó a funcionarios de tres países que trabajan en estos temas para saber si habría una condena a Japón por esta acción y dijeron que lo están analizando. "El asunto es objeto de consideración dentro del grupo Buenos Aires", declaró una fuente brasileña cercana al comisionado, sin dar más datos.
En tanto, la fuente de Argentina, que pidió anonimato, afirmó que los comisionados de la región "están en contacto entre sí y evaluando qué hacer", aunque admitió que la eventual respuesta podría demorarse porque "la coordinación lleva tiempo".
"Los ingleses estuvieron tres o cuatro meses coordinando una demarche (acción diplomática) contra Islandia", dijo. "Por otra parte, si lo que se quiere es una acción política seria y que tenga algún impacto en Japón, hay que prepararla bien", justificó.
El informante recordó que hasta ahora hubo media docena de acciones de este tipo contra Japón sin resultado alguno.
De hecho, el Grupo de Buenos Aires se creó en 2005 y su primera acción fue condenar a Japón por enviar su flota de caza a la Antártida, y la práctica continúa desde entonces.
"Muchas veces las organizaciones no gubernamentales piensan que, si se publica una carta, se cambia la situación, pero lamentablemente el mundo no funciona así", advirtió, y destacó que por primera vez en 20 años la CBI está negociando el tema de la caza científica y eso, a criterio de los gobiernos, es un avance, dijo.