Cientos de miles de animales muertos, incendios forestales, restricciones drásticas al consumo de agua y enfrentamientos entre poblaciones por el acceso a este recurso fundamental son los rostros más dramáticos de la persistente sequía que afecta, en distintos grados, a 90 por ciento del territorio argentino.
La localidad de Tostado, en la oriental provincia de Santa Fe, es uno de los focos más complicados. En los últimos dos años, las altas temperaturas y la falta de precipitaciones han provocado un exterminio silencioso de ganado y ha llevado a la quiebra a productores agropecuarios, de pequeña y mediana escala.
"En nuestra región el régimen habitual de lluvias está entre 800 y 900 milímetros al año, pero en 2008 cayó a 344 milímetros y en lo que va de 2009 no llegamos a 340", informó a IPS Felipe Brizuela, veterinario y presidente del Consejo Económico Regional de Tostado.
"Teníamos 974.000 vacunos sólo en el departamento 9 de Julio y ahora no llegamos a 500.000. Tenemos un embalse muy precario y nos abastecemos del río Salado", pero (la vecina provincia de) Santiago del Estero que controla el río "cortó casi el suministro y en 10 días nos quedamos sin agua", vaticinó.
Santa Fe y Santiago del Estero tienen un acuerdo por el cual la segunda provee a los departamentos del noroeste de la primera con tres metros cúbicos por segundo de agua del río Salado a través de un precario acueducto. Pero en las últimas semanas, el aporte se redujo a la mitad de lo previsto.
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La restricción se debe a que en Santiago del Estero también escasea el agua. Hay un millar de minifundistas que producen alfalfa de ese lado del río y, si las autoridades aumentan el suministro para Santa Fe, podrían provocar una catástrofe entre esos pequeños productores que viven de sus cultivos.
Para el intendente de Tostado, Enrique Fedele, la situación es dramática. Indicó que se perdieron dos tercios del ganado y la desocupación ascendió a 50 por ciento de la población económicamente activa de la zona. El municipio declaró este mes la "emergencia social". A la falta de agua se suma un calor insoportable, con temperaturas que han subido hasta a 45 grados.
"Es durísimo, tenía 100 caballos y me quedan 15, me llevaron las vacas, los cabritos, las chivas", cuenta a IPS Armando Bustos, productor de la zona de Tostado. "No me pienso matar porque a mi me gusta la vida, pero ya hay cuatro productores por acá que se suicidaron porque les quedaban muy poquitos animales", aseguró.
Según datos del Laboratorio Climatológico Sudamericano, casi 90 por ciento del territorio argentino está afectado, en mayor o menor medida, por la escasez de lluvias. El Servicio Meteorológico Nacional indicó que, en los que va del año, la temperatura máxima estuvo entre uno y dos grados por encima del promedio.
Los expertos explican que la fuerte sequía es consecuencia de El Niño, la fase cálida de la llamada Oscilación del Sur, producida por el aumento de la temperatura superficial del agua en las áreas oriental y central del océano Pacífico ecuatorial. Ese fenómeno climatológico cíclico ocasiona significativos efectos climáticos regionales que se observan en gran parte del mundo.
Un reporte del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) indica que, de las 32 millones de hectáreas aptas para la siembra que hay en el país, alrededor de un tercio estaría sufriendo el impacto de la sequía.
Las provincias más golpeadas son nueve. Se trata de una franja que se extiende por el centro del país y afecta a Chaco, sobre todo el oeste de ese territorio, Santiago del Estero y Tucumán, el este de La Rioja y Catamarca, casi todo Córdoba, el norte de Santa Fe, y el este de La Pampa y de Buenos Aires.
En algunos puntos, las autoridades declararon la emergencia hídrica y restringieron el consumo de agua mediante cortes programados. En localidades de Córdoba y San Luis se consume el líquido sin potabilizar, lo que provocó un aumento de casos de gastroenteritis y otros males vinculados al agua contaminada.
Al oeste de Chaco, los animales mueren de a cientos por día. En lo que va del año se perdieron 200.000 vacunos, según las autoridades provinciales. Allí la sequía persiste desde hace cuatro años y muchos productores, ya fundidos, debieron emigrar a las ciudades.
En San Luis, Córdoba, Catamarca y La Rioja, la seca causó incendios forestales. Sólo en Córdoba se perdieron 300.000 hectáreas en lo que va del año. La escasez ya genera conflictos entre las localidades provinciales.
Esta semana, pobladores de la cordobesa ciudad de Salsipuedes protagonizaron incidentes por la distribución de agua.
Las autoridades ordenaron trasladar el agua en camiones cisterna con custodia policial. El conflicto surge porque cientos de vecinos de otras localidades cercanas pujan por abastecerse de las mismas napas que alcanzaban apenas para 12.000 habitantes.
Las autoridades de Salsipuedes advirtieron que, ante el incremento de la demanda, la región podría quedarse sin agua en dos semanas. La ciudad tiene 13 pozos de captación, de los cuales ocho están secos y el resto tiene apenas 35 por ciento de su capacidad habitual.
En Villa Carlos Paz, otra localidad de Córdoba, la falta de agua se observa en la dramática bajante del dique La Quebrada, que provee a la ciudad. El nivel normal es de 34 metros, pero en los últimos días descendió a 23 metros. Y el lago San Roque, que provee a la homónima capital provincial, bajó en siete metros su nivel.