JAPÓN: Cuando el trabajo no es salud

El japonés Kenji Hamada se desplomó una mañana sobre el escritorio de la empresa en la que trabajaba. Sus compañeros pensaron que dormía, pero dos horas después, al ver que no se levantaba, descubrieron que estaba muerto.

Hamada falleció de un paro cardiaco a los 42 años. La causa de muerte: exceso de trabajo.

En un país conocido por la presión que sufren los trabajadores, el de Hamada está lejos de ser un caso aislado. De hecho, desde que este problema salió a la luz en los años 60 y encendió la alarma, miles de personas han muerto por esa causa, llamada "karoshi" en japonés.

Unas 800 personas, entre quienes estaba la viuda de Hamada, se reunieron el mes pasado en el Templo Espiritual Mikoromo Takao, en Tokio, para honrar a miles de trabajadores fallecidos por patologías directamente vinculadas con la actividad laboral.

"Kenji trabajaba tan duro", contó la viuda, Akiko. "Estaba muy estresado y trabajaba día y noche", añadió. El ambiente laboral de la compañía de seguros donde laboraba, según ella, era "tan competitivo que nunca tenía un respiro".
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Hamada trabajaba unas 75 horas a la semana y se le iban otras cuatro en ir y volver de su casa a la empresa.

Las situaciones de estrés en el trabajo se hacen más visibles en el marco de la crisis económica y financiera mundial que comenzó en Estados Unidos en 2008, según el abogado Hiroshi Kawahito, quien brinda asistencia legal a familiares de víctimas de karoshi.

La necesidad de aumentar las exportaciones y el recorte de puestos de trabajo ejercen una inmensa presión sobre los empleados, remarcó Kawahito.

La depresión económica obligó a muchas empresas a disminuir la cantidad de empleados, y menos personas deben realizar más tareas, lo que no hizo más que agravar la incidencia del karoshi, según Weston Konishi, miembro de la Fundación Mansfield, con sede en Washington.

Kawahito teme que el karoshi adopte una nueva forma: el suicido.

"Esto es algo nuevo", señaló. "Hace 20 años, los paros cardiacos o las apoplejías eran expresiones del karoshi", apuntó.

La Agencia de Planificación Económica estimó en 1994 que unas 1.000 personas murieron a causa de patologías laborales, es decir cinco por ciento de los fallecidos por enfermedades cardiovasculares en personas de entre 25 y 59 años.

El gran cambio ahora es que los empleados se quitan la vida, remarcó Kawahito. De los más de 30.000 suicidios registrados el año pasado, según cifras oficiales, se cree que 10.000 estuvieron relacionados con el estrés laboral.

"Los trabajadores sufren cada vez más estrés, lo que deriva en problemas psicológicos como depresión", explicó Kawahito. "Y algunos terminan matándose", añadió.

El karoshi se remonta a fines de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando el país se propuso lograr una rápida recuperación y en menos de 30 años se convirtió en la segunda economía del mundo. Los japoneses se esforzaron tanto, que a fines de la década del 60 trabajaban 12 horas al día, o más, lo que entonces era considerado normal.

El primer caso de karoshi se registró en 1969, cuando un hombre casado de 29 años murió de una apoplejía, tras trabajar más de 40 días sin descanso en el departamento de distribución del mayor periódico de Japón, según el portal de información Japan-101.

Una encuesta realizada el año pasado por Rengo, la confederación sindical japonesa, señaló que 53 por ciento de los consultados sufrían cada vez más de estrés. Muchos encuestados dijeron que el exceso de trabajo los irritaba y algunos que les ocasionaba problemas físicos y psicológicos.

Los japoneses siguen trabajando muchas horas, tienen códigos laborales estrictos, estructuras jerárquicas rígidas, no duermen mucho ni dedican tiempo al esparcimiento, dijo Kawahito a IPS. Tienen que cambiar su estilo de vida, remarcó, lo que se ve con más asiduidad en las generaciones más jóvenes, según él.

No se toman las cosas tan en serio y parecen menos propensos a morir por patologías laborales. Parecen gozar de la vida, añadió. Sin embargo, no hay estudios que muestren qué grupo etario tiene mayor tendencia al karoshi.

Además, el Ministerio de Trabajo, Salud y Bienestar reconoce que hay enfermedades causadas por el estrés laboral.

En 1999, la cartera creó una norma para determinar la responsabilidad de las empresas en relación con las patologías laborales de sus empleados, que incluye desde enfermedades cardíacas y cerebrales hasta estrés. El estándar que se refiere a esta última fue revisada este año.

Pero eso no basta para revertir la incidencia de las muertes causadas por el exceso de trabajo.

"El gobierno sólo ve una parte del problema", remarcó Kawahito. "De hecho, sólo 1.000 suicidios fueron atribuidos a las condiciones laborales, cuando la cantidad real rondó los 10.000" el año pasado, añadió.

Varios abogados, médicos y otros especialistas crearon en 1988 una línea de teléfono gratuita para ayudar a las personas que sufren alguna patología laboral y a las que perdieron seres queridos por esa causa. Ha recibido 8.000 llamadas desde su fundación.

El karoshi es uno de los problemas que los japoneses no quieren afrontar porque tiene que ver con cuestiones tabú como el estrés y la cultura opresiva del ambiente laboral, que prácticamente impide a los empleados decirle que no a un superior cuando se sienten superados por la actividad, indicó Konishi, de la Fundación Mansfield.

"Las convenciones sociales de Japón impiden que el asunto reciba la atención necesaria", dijo a IPS Konishi. Con todo el conocimiento técnico acumulado, este país no logra beneficiarse de ello, en especial en el ámbito laboral. "Todavía se hace mucha cosa en papel y no en formato electrónico", apuntó.

Además, la asistencia psicológica, que puede ser de gran utilidad para los trabajadores sometidos a grandes presiones, es una práctica incipiente en Japón, añadió.

En algunos casos puede no ser necesario un tratamiento prolongado y complejo, sino que bastaría con habilitar un espacio para liberar la angustia reprimida.

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