Hace 38 años, cuando el analista militar Daniel Ellsberg entregó los hoy famosos «papeles del Pentágono» a The New York Times y otros diarios estadounidenses, comenzaba una de las grandes batallas por la libertad de prensa y la transparencia en el gobierno.
El público estaba abrumado por las revelaciones de Ellsberg, quien se convirtió en una de las celebridades más admiradas y vilipendiadas de la nación. El gobierno del entonces presidente Richard Nixon (1969-1974) se enfureció, al punto que decidió espiarlo, incluso hurgando el consultorio de su psicoanalista en busca de apuntes.
El coraje y la audacia de Ellsberg dieron un nuevo aliento al movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam, que estaba por esos días al borde del agotamiento. Sin embargo, el conflicto se prolongaría algunos años más después de eso.
El experto fue detenido y juzgado por espionaje y conspiración, con una posible condena a cadena perpetua. La acusación fue levantada por el gobierno tiempo después.
Ellsberg, un ex oficial del cuerpo de Infantes de Marina (marines), accedió en 1969 a documentos secretos sobre la guerra en Vietnam en su carácter de analista militar a sueldo de la RAND Corporation, institución académica que trabaja para el gobierno de Estados Unidos y funciona con fondos públicos.
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El experto y su entonces compañero de la RAND Corporation Anthony Russo fotocopiaron en secreto 7.000 páginas de lo que luego llegó a conocerse como los "papeles del Pentágono" y cuyo título oficial era "United States-Vietnam Relations, 1945-1967: A Study Prepared by the Department of Defense" ("Relaciones Estados Unidos-Vietnam, 1945-1967: Un estudio preparado por el Departamento de Defensa").
Se trataba de la historia ultrasecreta de las intromisiones políticas y militares de Estados Unidos en Vietnam en ese periodo, encargado en 1967 a la RAND por el entonces secretario (ministro) de Defensa, Robert S. McNamara.
Ellsberg intentó infructuosamente persuadir a varios senadores opuestos a la guerra de la conveniencia de divulgar los documentos. Cansado de insistir, los filtró al periodista Neil Sheehan, de The New York Times.
A mediados de junio de 1971, luego de publicarse la primera de siete partes del informe, el gobierno de Nixon logró que un juez emitiera una orden judicial para que el diario interrumpiera la serie. Ellsberg decidió, entonces, filtrar los "papeles del Pentágono" a otros 18 diarios, entre ellos a The Washington Post.
A fines de ese mes, la Corte Suprema de Justicia autorizó a The New York Times continuar con la publicación. Ellsberg sabía que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) lo responsabilizaría de la filtración, por lo que pasó a la clandestinidad durante 16 días.
El Festival Cinematográfico de Toronto fue el escenario elegido para el estreno de un documental sobre el caso, "The Most Dangerous Man in America: Daniel Ellsberg and the Pentagon Papers" ("El hombre más peligroso de Estados Unidos: Daniel Ellsberg y los papeles del Pentágono"), coproducido y codirigido por Rick Goldsmith y Judith Ehrlich.
El filme también será exhibido en octubre en festivales en Nueva York, California y Canadá.
Antes del debut en Toronto, IPS entrevistó a Goldsmith, quien antes produjo y dirigió el documental "Tell the Truth and Run: George Seldes and the American Press", de 1996.
IPS: ¿Por qué decidieron filmar una película sobre Daniel Ellsberg hoy?
RICK GOLDSMITH: Con Ehrlich llegamos a esa decisión cada uno por su lado. Yo ya había entrevistado a Ellsberg para mi película sobre George Seldes. En 2002 le escribí para consultarle sobre la posibilidad de filmar una película sobre él y los "papeles del Pentágono", y ya entonces pensaba en titularlo "The Most Dangerous Man in America". No me contestó y yo tampoco insistí. Pocos años después, Ehrlich me sugirió hacer una película sobre Ellsberg y seguimos adelante.
Ambos habíamos filmado documentales sobre gente con conciencia que defendió sus creencias y desafió al statu quo. Para 2004 estábamos en medio de una guerra inmoral y desastrosa en Iraq, iniciada por un presidente que nos mintió para declararla, y veíamos al público y al Congreso (legislativo) aparentemente desinteresados o impotentes para ponerle freno.
Esta historia y la de Ellsberg tenían paralelos demasiado evidentes. Sentimos, por lo tanto, que teníamos algo que decirle al público de hoy, en especial a quienes tienen menos de 50 años y no tienen recuerdos personales ni conocimientos sobre los "papeles del Pentágono".
IPS: ¿De dónde surge el título?
GOLDSMITH: El entonces consejero de Seguridad Nacional (y luego secretario de Estado), Henry Kissinger, dijo poco después de que se supo quién filtró los documentos a The New York Times: "Daniel Ellsberg es el hombre más peligroso de Estados Unidos y debe ser detenido a cualquier costo".
IPS: La divulgación de los "papeles" es un ejemplo de gran coraje personal, puso a prueba la libertad de prensa y también el derecho del público a informarse. ¿Cómo se vincula eso con el actual clima político, signado, por ejemplo con los escuadrones secretos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o los mercenarios de la empresa de servicios militares Blackwater?
GOLDSMITH: Después de la publicación de los "papeles", Ellsberg fue juzgado por la Ley de Espionaje, que prevé para los delitos por los que se lo acusaba condenas de hasta 115 años de prisión. También se arriesgaban al procesamiento los directores y periodistas de The New York Times y otros diarios que divulgaron esos documentos.
Podemos decir que junio de 1971 fue un punto alto en el "coraje civil", una frase que a Ellsberg le gusta usar. Todos los actores creían que, como democracia, este país funciona mejor si el Congreso legislativo, los tribunales, la prensa y el público son extravertidos y se involucran en las decisiones del gobierno.
Los presidentes intentarán acallar esas voces en tiempos de crisis, pero no deberían hacerlo sin que se le oponga una lucha para que la verdad prevalezca. Lamentablemente, hubo una lenta y persistente erosión desde 1971, no sólo en el Congreso, en la prensa y en los movimientos civiles, sino en la noción misma de que tenemos el derecho y la responsabilidad de desafiar al presidente y al gobierno.
Durante la Guerra del Golfo de 1991, el corresponsal de CNN Peter Arnett —quien tiene un cameo en nuestro filme— fue acusado de "antipatriota" y hasta de "traidor" porque intentó darles un rostro humano a los iraquíes. Que en tiempos de guerra se considere traición informar sobre sus consecuencias o criticar al presidente es una idea absurda.
El Congreso y los medios periodísticos se han vuelvo más tímidos. Por lo tanto, solo en raras ocasiones salen a la luz noticias sobre torturas, asesinatos y el uso de empresas mercenarias como Blackwater para que libren nuestras guerras sin que se las llame a responsabilidad. Y, aunque se las divulgue, otros abusos horrendos se barren debajo de la alfombra.
El gobierno de George W. Bush dijo "nada de fotos en bolsas negras." Y los medios cumplieron la orden. Los periodistas se veían obligados a cubrir el frente de batalla junto con los soldados, lo cual les imposibilitaba informar con independencia y libres de censura.
Cuando se publicaron los "papeles", el conflicto central era "seguridad nacional versus derecho del público a saber". Hoy, el público tiene una tarea extremadamente difícil para conocer los hechos, las noticias verdaderas. Y esto no es menos cierto con el presidente Barack Obama y Afganistán de lo que era con Bush e Iraq.
IPS: La historia de los "papeles del Pentágono" se ha contado muchas veces. ¿Qué novedades surgen en su documental?
GOLDSMITH: Si eres joven, este caso que combina gobierno, secretismo, mentiras y poder y que no te habrías imaginado ni en tus sueños más salvajes te resultará sumamente entretenido. Si eres más viejo, descubrirás que lo que creías recordar sobre los "papeles del Pentágono" y sobre el escándalo de Watergate no es la historia completa.
La narración corre por cuenta de los principales protagonistas de la época: Ellsberg y su "co-conspirador", Tony Russo, familiares de Ellsberg, periodistas, activistas contra la guerra, funcionarios del gobierno y de la Casa Blanca y, a través de grabaciones de audio secretas, el presidente Nixon y Henry Kissinger como nunca los habías escuchado.