El FMI tal vez actúe mejor ahora que ante la crisis mundial de fines de los años '90, pero aún tiene «un largo camino por recorrer», según Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR).
Esta institución de estudios independiente con sede en Washington advirtió este mes que buena parte de los países que recibieron dinero del FMI (Fondo Monetario Internacional) para paliar la crisis se vieron obligados a implementar políticas fiscales y monetarias procíclicas que resultaron dañinas.
"El FMI está, definitivamente, actuando mejor que durante la crisis" desatada en Asia sudoriental en 1997, "pero creo que la base de comparación es muy estrecha", según Weisbrot. La pregunta, para este economista, es: "¿Están haciendo lo que deben hacer?" Y ensaya una respuesta: "Aún les queda un largo camino por recorrer."
Weisbrot también se preguntó si las "decisiones de Estambul", como se denomina al plan de reformas establecido por el FMI y el Banco Mundial en su reunión anual de este año en esa ciudad turca, beneficiarán a los países en desarrollo.
El plan incluye la creación de instrumentos como una línea de crédito flexible —es decir, sin condicionamientos— en beneficio de países que reúnen ciertos criterios, de modo que sirvan como una especie de póliza a los estados que sienten la necesidad de acumular reservas para guarecerse de ataques especulativos.
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El Fondo también propuso una revisión de su mandato, y de sus políticas macroeconómicas y para el sector financiero.
Luego, anunció su intención de elevar el poder de decisión de los países emergentes y en desarrollo mal representados en el FMI y el Banco Mundial para enero de 2011.
"Aun cuando le otorgaran ese cinco por ciento adicional, los países ricos seguirán teniendo la mayoría", evaluó Weisbrot. "Europa casi nunca votó contra Estados Unidos en el FMI. Entre Estados Unidos, Japón y Europa, y tal vez uno o dos países que los acompañen, controlarán todo en la institución."
La línea de crédito sensible será, posiblemente, beneficiosa, pero Weisbrot se mostró escéptico acerca del modo de implementación.
"Es una muy buena idea. Permite a los países salvarse de corridas bancarias y de divisas, pero hasta ahora se ha otorgado a tres países con fuerte dependencia respecto de Estados Unidos como Colombia, México y Polonia", indicó.
"No pueden ser los únicos estados del mundo que califiquen para esa línea de crédito. De hecho, la economía mexicana cayó siete por ciento este año, uno de los peores rendimientos de América Latina. Y su crecimiento en los últimos 36 años ha sido tétrico. ¿De acuerdo con qué criterios se puede llamar a eso gobernanza?"
Weisbrot cree que la participación del FMI en la supervisión de políticas económicas difícilmente influya en las decisiones del Grupo de los 20, que reúne a los países más ricos y a las economías emergentes. "El Fondo sólo puede influir sobre los países en desarrollo. No puede decirle a los países ricos qué hacer", explicó.
El CEPR evaluó en un informe antes de la reunión en Estambul que 31 de 41 naciones analizadas resultaron perjudicadas por los acuerdos que alcanzaron con el FMI, los cuales recomendaban políticas monetarias y fiscales procíclicas.
Esas recomendaciones, advirtió el CEPR, exacerbaron las consecuencias de la crisis en esos países.
"Más de un decenio después de que la crisis económica asiática dejara en evidencia grandes errores políticos del FMI, la institución está cometiendo otros similares en muchos países", según Weisbrot.
"El Fondo apoya los estímulos fiscales y políticas expansivas de los países ricos, pero tiene una actitud muy diferente hacia los países de bajo y mediano ingreso", consideró el experto.
El economista Stephen Gelb, director ejecutivo de The Edge Institute, una organización de estudios económicos con sede en Johannesburgo, dijo que "los Burkina Faso del mundo no tienen la capacidad de negociación política necesaria para asumir una posición independiente de la del FMI".
Desde el comienzo de la crisis económica el año pasado, el Fondo ha facilitado financiamiento a países de alto y mediano ingreso, como Islandia y Letonia, que "están en diferente posición", según Gelb. "¿Acaso el Fondo promueve políticas diferentes en esos países?", se preguntó.
Pero Weisbrot describe las políticas procíclicas vinculadas con el acuerdo entre el FMI y Letonia como perjudiciales.
"El primer acuerdo fue a fines del año pasado. Desde entonces, la economía letona cayó 18 por ciento. Esto es realmente inusual en el mundo moderno", indicó.
El préstamo "impidió el colapso del sistema bancario nacional, pero exprimió la economía al originar una caída de la producción. Habría sido mejor dejar caer la moneda letona y dejar que los bancos asumieran las pérdidas", sostuvo.
Gelb puso en duda que los expertos del FMI tengan la experiencia necesaria para promover los cambios necesarios a fin de atender la crisis.
"Durante casi 30 años, desde comienzos de la década del 80, cuando un país se quedaba sin reservas de divisas extranjeras y acudía al FMI en busca de ayuda, lo que proponía la institución era recortar el gasto fiscal. La situación es diferente ahora", dijo.
"Los países aún carecen de reservas extranjeras, pero porque cayeron las exportaciones pues no hay crecimiento en los mercados de consumo. El dinero que el Grupo de los 20 le dio en abril al FMI era para estimular el crecimiento. ¿Había alguien del FMI escuchando lo que decían? Nadie: todos se habían ido."