El último recurso de la OMC para poner en órbita la Ronda de Doha, encomendarla a enviados de alto rango de los países miembros, tampoco dio resultado esta semana, como ha ocurrido con otros intentos desde 2001, cuando se lanzó esta iniciativa de profundizar la liberalización del comercio internacional.
El fracaso de este nuevo ensayo fue reconocido por Pascal Lamy, director general de la OMC (Organización Mundial del Comercio). "No hemos visto progresos tangibles", dijo este viernes en una reunión del comité de negociaciones comerciales, el cuerpo que supervisa la marcha de la ronda.
Aunque las desventuras de la ronda —que debe su nombre a la capital de Qatar donde fue lanzada— ya son moneda corriente para los representantes de los 153 Estados que integran la OMC, las sesiones malogradas de esta semana dejaron una impresión de desasosiego con respecto a la posibilidad de concertar un acuerdo a corto plazo.
Delegados de países habitualmente insospechables de rigidez en las conversaciones, se declararon enfáticamente "frustrados" por la manera en que se desarrollan las negociaciones.
Las críticas provinieron de Burkina Faso, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Hong Kong, Noruega, Turquía y Uruguay. En particular esos representantes objetaron la falta de transparencia en las reuniones de los enviados de alto rango de un número reducido de países.
[related_articles]
Una situación especial se vivió el martes, mientras sesionaba en la OMC el Consejo General, el máximo organismo de la institución en los períodos de receso de la Conferencia Ministerial.
A la misma hora en que el Consejo deliberaba, en otro lugar de Ginebra, las oficinas de la Unión Europea, se encontraban reunidos los enviados de alto rango de un pequeño grupo de países. Una fuente de la OMC confirmó a IPS que a esa reunión reservada tampoco había sido invitado Lamy.
El descontento de los países críticos se fundaba en su exclusión de esas conversaciones, pero también en la falta de compromiso para concluir las negociaciones de Doha, por parte de las principales potencias comerciales.
De esa manera, la primera experiencia de reunir en Ginebra a enviados de alto rango para que intentaran destrabar las negociaciones, resultó fallida.
El ritmo en que estamos avanzando actualmente es demasiado lento para llegar a concertar las modalidades, o sea el esqueleto de los acuerdos, a comienzos del año próximo, lo que es necesario para poder concluir la Ronda de Doha en 2010, reconoció Lamy.
Pero el director general de la OMC sostuvo que en este período el proceso de Doha no ha registrado retrocesos.
En contraste, el jefe negociador de Brasil, Roberto Azevedo, opinó que se ha verificado una regresión en el estado de las negociaciones.
Al respecto, fuentes comerciales aseguraron que Estados Unidos comunicó a algunas delegaciones que desconocerá los documentos convenidos en diciembre, referidos a las negociaciones sobre agricultura y productos industriales.
Un comentario corriente entre las delegaciones atribuye el estancamiento de Doha en los últimos meses a la indefinición de las nuevas autoridades estadounidense sobre sus objetivos.
El gobierno de Barack Obama otorga mayor prioridad a cuestiones internas de su país, como salud, educación y migraciones, entre otras, y a unas pocas del ámbito mundial, como los conflictos en Afganistán, Iraq y, en menor medida, en Medio Oriente, estimaron esas fuentes.
En una evaluación de la marcha del proceso de Doha, Azevedo dijo a IPS que "no somos optimistas".
El representante de Brasilia observó que en las negociaciones bilaterales se pierde demasiado tiempo en la identificación de las demandas principales de los países en desarrollo. A la vez, las naciones industrializadas presentan exigencias muy vastas e imprecisas. En el caso específico de Brasil, "nuestros pedidos no fueron respondidos", apuntó Azevedo.
El diplomático mencionó el caso de las negociaciones de agricultura, donde los países en desarrollo reclaman ahora mayores flexibilidades de las que ya prácticamente habían quedado concertadas en los documentos de diciembre.
Algunos negociadores reconocieron esta semana que la delegación de Estados Unidos ha hecho saber que pretende ampliar sus exigencias en materia de productos sensibles, una categoría reclamada especialmente por países industrializados con alto grado de protección a sus agricultores.
Los representantes de Washington intentarían ampliar la gama de productos sensibles que podrían excluir de la reducción de aranceles proyectada en los borradores de los acuerdos. De esa manera, Estados Unidos, y en consecuencia las demás naciones industrializadas, eludirían la disminución de su proteccionismo agrícola.
Al mismo tiempo que pretenden mayor flexibilidad en agricultura, las naciones industriales reclaman un aumento en sus demandas sobre productos industriales y servicios.
De esta manera, afrontamos el riesgo de un desmantelamiento de los paquetes negociados, lamentó Azevedo. Por supuesto, esta situación se hace insostenible, agregó.
A su vez, el negociador argentino Néstor Stancanelli estimó que las conversaciones deben retornar a su centro de gravedad en la sustancia y en los aspectos procesales.
En particular, el enviado de Buenos Aires reclamó la vigencia del principio ya acordado por la OMC de "responsabilidad menos que plena", que exime a las naciones en desarrollo de compromisos que, por su diferente envergadura, solo pueden cumplir los países industriales.
Stancanelli sostuvo que la Ronda de Doha tiene que alcanzar, como determinó en 2005 la Conferencia ministerial de la OMC en Hong Kong, un resultado equilibrado y ambicioso entre los acuerdos de agricultura y de productos industriales.
Los negociadores de alto rango volverán a reunirse en Ginebra entre el 23 y el 27 de noviembre, y luego del 14 al 16 de diciembre, en otro intento por sacar del estancamiento estas negociaciones que deberían haber concluido hace casi cuatro años.