«Me quedé un poco asustada», dijo la jefa de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés), Dessima Williams, al evaluar la conclusión este mes de las negociaciones sobre cambio climático en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"Nuestros temores tienen que recibir más atención", añadió.
Su opinión refleja claramente el miedo que existe entre los 43 países que integran ese grupo a un aumento en el nivel del mar causado por el recalentamiento planetario.
Para algunas naciones insulares, como Maldivas, un aumento el nivel del océano Índico sencillamente podría causar su desaparición del mapa.
Estos temores fueron expresados en una reunión del grupo, junto a otros negociadores sobre recalentamiento planetario, celebrada en Bangkok como preparación a la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en diciembre en Copenhague.
[related_articles]
"Estamos en la línea de frente del daño causado por el cambio climático", dijo Williams, representante permanente ante la ONU del caribeño estado insular de Granada. "Estamos haciendo sonar la alarma por nuestras amenazas".
"Si quieres ver el futuro, presta atención a nuestras amenazas", afirmó durante una entrevista. "Esto es lo que hemos estado diciendo, y lo seguiremos diciendo en Copenhague", añadió.
De hecho, los negociadores que se reunieron en Bangkok vieron una vez más comprobados sus temores cuando, el 28 de septiembre, poco después de que comenzaran las conversaciones, el estado insular de Samoa, miembro de la AOSIS, fue sacudido por un tsunami que mató a 143 personas y afectó a otras 6.000 en comunidades arrasadas por una pared de agua de cinco metros de alto.
Esto explica por qué los negociadores de la AOSIS han respondido con sobresalto a la intención de las naciones industrializadas de renegociar las metas de reducción de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario.
"Los estados isleños amenazados expresaron alarma, y sugirieron que la cumbre en Copenhague no producirá ningún resultado legal vinculante para reconstruir el actual régimen climático internacional", señaló AOSIS en una declaración al término del encuentro en Bangkok, la semana pasada.
Esta preocupación se debe principalmente a la confusión creada por los negociadores del Norte industrializado sobre lo que significa para ellos el Protocolo de Kyoto y cuál será su destino realmente.
Negociadores de la Unión Europea aprovecharon el encuentro en Bangkok para llamar a una "nueva y única arquitectura" sobre cambio climático que incluya los principios de Kyoto y emerja de la reunión en la capital danesa.
"Estamos hablando sobre la arquitectura del Protocolo de Kyoto con todos sus compromisos legalmente vinculantes", aseguró a periodistas Anders Turesson, jefe negociador de Suecia. "Necesitamos un hogar para Kyoto en un nuevo acuerdo".
Pero representantes de AOSIS y de otras naciones del Sur alertaron que esas iniciativas podrían en realidad socavar los compromisos hechos bajo ese Protocolo, que entró en vigor en 2005.
Un instrumento alternativo al Protocolo de Kyoto sin regulaciones internacionales podría darle luz verde a las naciones industrializadas para eludir su obligación de reducir sus emisiones de gases que recalientan la atmósfera.
El primer período de compromisos del Protocolo obliga a los 37 países industrializados que lo ratificaron a reducir sus emisiones de gases invernadero a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990, en un plazo que acaba en 2012
La reunión de Copenhague en diciembre tiene el objetivo de acordar un segundo plan de reducción de emisiones que regirá de 2013 a 2020.
En las conversaciones en marcha, algunos de los países más ricos han aceptado recortar sus emisiones entre 15 y 23 por ciento para 2020, una meta muy lejana de lo que se necesitaría (entre 25 y 40 por ciento). Noruega es una excepción, pues prometió en Bangkok disminuir 40 por ciento sus emisiones de gases invernadero respecto de los niveles de 1990.
Pero muchos países industrializados todavía tienen que alcanzar sus metas de 2012. Estados Unidos, el mayor contaminante con unas estimadas 20 toneladas de dióxido de carbono por habitante, ha permanecido fuera del Protocolo.
La falta de un claro progreso en asegurar el cumplimiento de las metas del Norte industrializado para 2020 llevó a John Ashe, diplomático que dirige el grupo negociador sobre los compromisos de Kyoto, a hacer un comentario mordaz: "Seremos el hazmerreír el 19 de diciembre si no cerramos la brecha".
Pero no será nada gracioso para los estados insulares, cuyos negociadores admitieron que procuraban metas ambiciosas para impedir que las temperaturas del planeta crezcan más de 1,5 grados para 2050 respecto de los niveles pre-industriales, y así evitar desastres naturales en las naciones isleñas.
La AOSIS realizó este llamado en la reunión de Bangkok, como lo hizo en la conferencia sobre cambio climático celebrada en Nueva York.
El grupo alerta que muchos países insulares podrían desaparecer si los negociadores fijan el límite del aumento de las temperaturas hasta dos grados para 2050.
"La meta de reducir las emisiones bajo el Protocolo de Kyoto debe ser acordada en Copenhague. Se trata de nuestra supervivencia: deben ser 1,5 grados", afirmó Williams.