Si se invierte en el manejo sustentable de los ecosistemas y se frena su degradación en curso, se mejora enormemente la capacidad de adaptación de los países al cambio climático, señala un estudio presentado este jueves por dos organizaciones ambientalistas realizado en 16 países.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Fundación Vida Silvestre de Argentina (FVSA) presentaron en Buenos Aires un informe en el cual se sostiene que la conservación y manejo sustentable de los ecosistemas son claves para una mejor adaptación al aumento de la temperatura del planeta.
Las estimaciones más conservadoras indican que se requieren 63.000 millones de dólares anuales para proteger los servicios ambientales que brindan esos ecosistemas a la humanidad, valuados en 33 billones de dólares al año, según una investigación a un informe de la revista estadounidense Nature.
En vísperas de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), que se celebrará del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, estas entidades no gubernamentales plantearon que "el manejo efectivo del ambiente debe ser un componente fundamental de las estrategias de adaptación".
Así lo destacó el director general de la FVSA, Diego Moreno, antes de la presentación del estudio titulado "Nuevos Paradigmas para Financiamiento, Desarrollo y Naturaleza. Casos de Adaptación para Responder a los Impactos del Cambio Climático", que será lanzado en la próxima cumbre.
El informe presenta 16 casos de adaptación en los cinco continentes, en un área total que involucra a 10 por ciento de la población mundial, que hoy supera los 6.800 millones de personas.
En Copenhague, los países deben acordar un nuevo régimen climático global que sustituya al Protocolo de Kyoto a partir de 2012. El compromiso incluirá medidas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los países industrializados y planes de adaptación al cambio climático en países del Sur.
Según el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (conocido por su sigla en inglés IPCC) la adaptación es cualquier ajuste en los sistemas naturales y humanos realizado para responder al estímulo esperado o a sus efectos, que modere el daño o explote oportunidades beneficiosas para el ambiente.
Si las emisiones de gases que provocan el llamado "efecto invernadero" en la atmósfera se detuvieran inmediatamente, la temperatura global seguiría subiendo. Por eso es que los países deben plantearse estrategias de adaptación, para minimizar los impactos negativos de los cambios del clima.
Por lo general, cuando los gobiernos discuten sobre adaptación se habla de los recursos financieros que requieren los países en desarrollo para realizar una serie de obras de infraestructura que permitan afrontar eventos climáticos extremos, como el aumento del nivel del mar, tormentas severas o enfermedades tropicales.
En este marco, WWF y FVSA subrayaron que los ecosistemas, tanto terrestres como marinos, proveen servicios valiosos de agua potable, protección de cuencas hídricas y del suelo, provisión de alimentos, aire puro, polinización, disminución de desastres y captura de carbono que deben preservarse para evitar el cambio climático.
La secretaría de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático estima que la inversión anual necesaria para gastos de adaptación oscila entre 49.000 y 171.000 millones de dólares al año, una suma que debe ser provista por el Fondo de Adaptación de la Convención.
Pero las entidades que presentaron su informe destacaron que esas inversiones deberían velar por la preservación de los ecosistemas que brindan servicios al equilibrio climático global y son víctimas del calentamiento.
El estudio dado a conocer por las organizaciones ambientalistas destaca, por ejemplo, la importancia crítica de preservar el Gran Chaco Americano, un área de más de un millón de kilómetros cuadrados que abarca parte de Argentina, Bolivia, Paraguay y en menor medida de Brasil, amenazada por las más frecuentes sequías y la consecuente desertificación.
Esta región "brinda una gran diversidad de bienes y servicios ambientales" como la regulación hídrica y climática, la captación de carbono, la conservación de la productividad del suelo y la provisión de madera, leña, carbón, frutas, fibras y productos medicinales para las comunidades.
"Ante la amenaza del cambio climático, la pérdida de capacidad del ecosistema de proveer estos servicios redundará en menores posibilidades de adaptación para la región", alerta el informe.
Similares amenazas penden sobre los Arrecifes Mesoamericanos en México, Belice, Guatemala y Honduras. El aumento del nivel del mar y de la temperatura del agua afecta manglares, estuarios, ríos y pantanos costeros, con gran diversidad de especies de peces y tortugas acuáticas, que sustentan la economía local.
La investigación también puso en la mira ecosistemas de otros continentes como el Triángulo de Coral en Indonesia, Filipinas, Malasia, Papúa Nueva Guinea, islas Salomón y Timor Oriental, con arrecifes de enorme biodiversidad amenazados por la sobrepoblación, la deforestación y la depredación pesquera.