La investigación de las numerosas denuncias de fraude en las elecciones presidenciales de Afganistán podría determinar una segunda vuelta, aunque los resultados parciales tienden a favorecer al actual presidente Hamid Karzai.
En segundo lugar aparece el ex canciller Abdulá Abdulá, y el legislador de Kabul Ramazan Basherdost está tercero, seguido del ex economista del Banco Mundial Ashraf Ghani.
Cualquiera de ellos podría ganar, ya que la mayoría de los colegios electorales siguen sin anunciar sus resultados, mientras continúa la investigación de las denuncias de fraude.
El ganador de los comicios del 20 de agosto, cuando compitieron 41 candidatos presidenciales, deberá recibir más de 50 por ciento de los votos para evitar una segunda vuelta en octubre.
Daud Ali Najafi, presidente de la Comisión Electoral Independiente (CEI), dijo que su organismo está preparado. "El trabajo preliminar para la segunda vuelta, como el diseño de las listas, ya está bien encaminado", indicó.
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Si se produce una segunda vuelta, los problemas técnicos que abundaron en la primera "no deberían existir", afirmó Richard S. Williamson, del International Republican Institute, una organización que supervisa elecciones con el apoyo financiero de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés).
Con todo, los grupos que observaron los comicios quedaron conformes con el proceso electoral, a pesar de la violencia, las amenazas contra los votantes y la corrupción generalizada. No obstante, aunque las elecciones fueron limpias, destacan que la libertad de los electores se vio muy restringida.
"Las elecciones fueron justas", dijo Phillip Moran, al frente de un equipo de 300 observadores electorales europeos. "Pero no fueron libres", advirtió.
Grant Kippon, director de la Comisión de Quejas Electorales (CQE), dijo que inmediatamente después de los comicios su organismo recibió 225 quejas. Del total, 150 ya fueron analizadas y unas 35 consideradas de "alta prioridad", lo cual implica que, de confirmarse su veracidad, podrían afectar el resultado de la votación.
Las denuncias incluyen más votos que los electores registrados, irregularidades en las urnas, problemas con la tinta indeleble, personal ajeno a la CEI presente en los colegios electorales, la apertura tardía de la votación, y las amenazas a los votantes para que eligieran un candidato determinado.
Kippon explicó que muchas de las denuncias provienen de las provincias de Kandahar, Ghazni, Wardak y Kunduz.
La CQE lleva a cabo su investigación con 250 expertos distribuidos en equipos por todo el país, que analizarán las denuncias y enviarán sus conclusiones a la oficina central del organismo en Kabul.
"Todas las denuncias que puedan afectar potencialmente el resultado electoral se analizarán de manera exhaustiva", declaró Kippon en una conferencia de prensa el día siguiente a los comicios.
La Federación de Afganistán por Elecciones Justas informó que la participación electoral no superó el 20 por ciento en las regiones más problemáticas del país. En el norte la concurrencia fue superior, mientras que los electores del sur permanecieron en sus casas por temor a la violencia.
En todo el país, los colegios electorales estuvieron habilitados hasta una hora después del cierre previsto para las 16 horas. Un comentarista de la radio nacional Killid señaló que muchos temían desplazarse hacia los lugares de votación.
"No hubo cambios positivos ni importantes en la vida de la gente, por eso no quieren participar en los comicios. Pero hay que agradecer la participación que se dio", dijo el comentarista Ustad Habibullah Rafi.
En las elecciones de 2004 se inscribieron 12 millones de afganos para votar. Este año la cifra subió a 17 millones, aunque se calcula que solo votaron 6,5 millones.
En Kabul se produjeron numerosos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los grupos insurgentes, con explosiones en los distritos policiales números 5, 7 y 12 de la ciudad. En el octavo distrito hubo una batalla feroz, posiblemente el conflicto militar de mayor duración en el día de las elecciones.
En el día de las elecciones se produjo una escasez de las pinzas que se utilizan para agujerear las tarjetas de votación y, de esa manera, indicar que la misma fue utilizada. En muchos casos los funcionarios electorales debieron emplear tijeras u otros objetos filosos para marcar las tarjetas.
Estas ineficiencias fomentaron el fraude. En la provincia de Tajar, un hombre admitió a radio Killid que votó tres veces con dos tarjetas porque las herramientas para marcarlas no funcionaban. Dijo que ningún funcionario se inmutó por el hecho.
Najafi, el director de la CEI, dijo que planteó el tema a los colegios de votación antes de los comicios, pero que no se tomaron medidas para rectificar la situación.
La escasez de tinta indeleble también fue un problema. La misma se utiliza para teñir los dedos de los votantes, lo que impediría que una misma persona votara dos veces. Una mesa de votación del norte de Kabul retrasó la apertura de la misma mientras se esperaba la llegada de la tinta.
Otros votantes se quejaban de la calidad de la tinta, que se borraba fácilmente después de su aplicación. El candidato Basherdost, que sufragó en el instituto secundario Habiba de Kabul, se percató del problema en carne propia. "Esto es un fraude evidente", sostuvo, mostrando el dedo ante los periodistas. Basherdost presentó una queja formal ante la CQE.
Azizullah Lodeen, de la CEI, descartó al principio que estas cosas sucedieran. Pero cuando Killid presentó pruebas concretas, Lodeen se rectificó y reconoció las irregularidades. No obstante, aseguró que "no es un problema común. Puede que haya sucedido una o dos veces. Asimismo, esta gente podría haber usado productos químicos especiales para borrar la tinta", sostuvo.
(*Publicado por convenio con Killid Group. IPS y este grupo independiente de medios de comunicación afganos están asociados desde 2004.)
