La encarcelada líder de la oposición de Birmania, Aung San Suu Kyi, apoya el propósito del gobierno de Estados Unidos de abrir un diálogo directo con la dictadura de ese país asiático. Pero la cautela predomina en filas disidentes.
La dirigente considera "que un diálogo directo es bueno", informó su abogado y portavoz Nyan Win a la prensa en Rangún, la ex capital birmana. "Lo acepta, pero cree que debe haber concesiones de ambas partes."
La secretaria de Estado (canciller) estadounidense Hillary Rodham Clinton reveló el miércoles su muy esperado cambio de estrategia hacia la dictadura de Birmania, que consistirá en procurar el diálogo manteniendo las sanciones para alentar cambios políticos.
"En nuestra opinión, diálogo y sanciones son una falsa disyuntiva", declaró Clinton en la sede de la Organización de las Naciones Unidas. "Avanzaremos empleando las dos herramientas. Dialogaremos directamente con las autoridades birmanas para ayudar a lograr reformas democráticas."
"Queremos reformas democráticas creíbles, un gobierno que responda a las necesidades del pueblo birmano, la liberación inmediata e incondicional de los presos políticos y un diálogo en serio con la oposición y las minorías étnicas", agregó.
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La reacción inmediata del movimiento prodemocrático fue precavida. "Le damos la bienvenida al cambio, pero con cautela", dijo uno de los voceros de la oposición birmana en el exilio tailandés, Zin Linn. "No podemos esperar mucho de esto, pero si esta medida sirve para que el régimen libere a Aung San Suu Kyi será, por cierto, muy buena."
Buena parte del público birmano es escéptico. "La junta es intransigente", dijo a IPS un pequeño comerciante de Rangún. "No escuchan a nadie ni les importa nada más que ellos mismos."
Un periodista birmano que pidió reserva sobre su identidad pronosticó que la estrategia será infructuosa. "Está bien, pero llega demasiado tarde. ¿Qué puede hacerse con elecciones fijadas para el año que viene? No hay tiempo suficiente para cambiar la mentalidad de los generales", dijo a IPS.
El británico Derek Tonkin, ex embajador en Tailandia y Vietnam, sostuvo que "se trata de un cambio de estilo más que de sustancia", y evaluó en ese sentido que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, "hace lo mismo con Birmania, Siria, Cuba e Irán".
De todos modos, "esta política puede dar mejores resultados que el unilateralismo" del antecesor de Obama, George W. Bush (2001-2009), evaluó.
Los primeros detalles de la nueva política estadounidense hacia Birmania se conocieron en febrero, cuando Clinton le dijo al presidente indonesio Susilo Yudhono en Yakarta que las sanciones contra el régimen no habían rendido frutos, por lo que se requería una estrategia más ponderada.
Representantes de Washington dialogaron con altos representantes de Birmania en Beijing en junio de 2007, instancia promovida por el gobierno chino. La reunión prevista para noviembre de ese año se canceló por la violenta represión contra manifestaciones opositoras en Rangún lideradas por monjes budistas.
"Esto no es nuevo. Es la vuelta de la estrategia de 'zanahoria y garrote' aplicada en los años 90", dijo el periodista opositor birmano Sein Kyaw Hlaing, editor del sitio web periodístico Hitpyaing.
Sein recordó que en esos tiempos el Banco Mundial y la ONU ofrecieron infructuosamente asistencia e incentivos a la inversión a cambio de concesiones políticas. "No funcionó entonces y no funcionará ahora", pronosticó.
La junta birmana se dedicó en los últimos meses a cortejar a Occidente, en especial a Estados Unidos. La recepción de que fue objeto el senador estadounidense Jim Webb en una reciente visita a la nueva capital Naypydaw, refleja el interés del régimen en dialogar con Washington.
El trato que se le dio a Webb fue el reservado a los jefes de Estado, e incluso más entusiasta que el recibido en julio por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, según diplomáticos en Rangún.
Los gobiernos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en especial el de Singapur, también alentaron a los generales a aprovechar la oportunidad de aproximarse a Washington.
Pero el régimen no sólo pretende mejorar el vínculo con Estados Unidos, sino también el levantamiento total de las sanciones.
Por lo tanto, según Tonkin, "las palabras no bastan". "Estados Unidos debe hacer algún gesto concreto. Uno podría ser el levantamiento de sanciones que afectan seriamente a la población, como el embargo a las exportaciones de vestimenta", explicó.
Pero analistas y observadores coinciden en que se trata de un comienzo. Las sanciones fracasaron porque no preveían mecanismos para su levantamiento.
"Con este cambio de política, Estados Unidos tendrá más influencia y no se limitará a ejercer presión", dijo a IPS el académico birmano Win Min, de la Universidad Chiang Mai. "Es importante que Washington pueda hablar directamente con la junta y decirle qué espera de ella."
El portavoz de Aung San Suu Kyi coincidió. "El diálogo directo es muy importante, y, creo yo, más efectivo", declaró Nyan Win.
Pero, hasta ahora, Washington no ha sugerido nada práctico. Los funcionarios del Departamento de Estado muestran cautela cuando se les consulta qué tipo de contactos propician y a qué nivel.
A pesar de las versiones que circularon en las vísperas, Clinton no se entrevistó con el primer ministro birmano Thein Sein, de visita en Nueva York para asistir a la Asamblea General de la ONU.