La cesión de bases militares de Colombia a Estados Unidos, el acuerdo de cooperación armamentística entre Brasil y Francia y la compra venezolana de equipamiento bélico abren una etapa de rearme y militarización en América Latina, indicaron activistas de la región.
"Se está dando un proceso de modernización del parque existente, en un movimiento que no es bueno para la región. Y es un momento en que no hay confianza entre los países", dijo a IPS el venezolano César Marín, en el marco de la 62 Conferencia Anual para las Organizaciones No Gubernamentales vinculadas al Departamento de Información Pública de la Organización de las Naciones Unidas (DIP/ONG), celebrada entre el miércoles y este viernes en la capital mexicana.
Marín es delegado de la Red de Acción Internacional contra las Armas Pequeñas (Iansa por sus siglas inglesas), fundada en 1998 y compuesta por 800 organizaciones sociales de 120 naciones.
"La compra de armas es un peligro, y se ve un resurgimiento del militarismo en la región en países como Colombia, México, Brasil, Chile y Venezuela", planteó la argentina Paula Cellone, licenciada en relaciones internacionales y representante de la Asociación para Políticas Públicas, dedicada a promover el control de armas y la seguridad ciudadana.
Esta semana, los gobiernos de Brasil y Francia cerraron un pacto de cooperación y transferencia de tecnología militar estimado en 12.500 millones de dólares, que incluye la compra brasileña de cinco submarinos, uno de ellos nuclear, de 50 helicópteros de transporte y posiblemente también de 36 aviones caza.
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En julio, Caracas anunció que duplicaría su arsenal de viejos tanques de combate, adquiriendo nuevos aparatos a Rusia. En los últimos cinco años Venezuela ha comprado aviones, helicópteros, fusiles y otros equipos rusos por varios miles de millones de dólares.
Pero el nuevo acuerdo bilateral amplió esa relación a una cooperación con intercambio de tecnología, maniobras conjuntas y contactos militares más estrechos.
Países como Perú y Chile también han efectuado compras de armamento en los últimos años.
Pero el acontecimiento que más inquietud ha traído a la región fue el pacto entre Bogotá y Washington por el cual Colombia cede el uso de al menos siete de sus bases militares a fuerzas estadounidenses, lo que dará al país norteamericano un notable poder estratégico de control y movilidad en el continente.
Este paso se sumó al adoptado en abril del año pasado, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció la reactivación de su IV Flota de guerra, creada en 1943 y desactivada en 1950, para surcar las aguas de América Latina.
Para la activista Yeny Villalba, del Centro de Estudios Judiciales de Paraguay, uno de los problemas radica en la poca claridad de las transferencias de armas desde países productores a los compradores y en la debilidad de los Estados latinoamericanos para regular esos flujos.
Sin embargo, las señales regionales de armamentismo y militarización estuvieron fuera de las discusiones formales de la conferencia, que reunió en México a más 1.700 delegados provenientes de 75 países para debatir la situación del desarme mundial, desde artefactos nucleares hasta armas ligeras y pequeñas, bajo el lema "Desarme ahora: trabajemos por la paz y el desarrollo".
Esa conferencia se celebró hasta 2007 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, pero en 2008 se mudó a París, y este año a la capital mexicana.
El único conflicto armado de América Latina es de carácter interno y se desarrolla desde 1962 en Colombia, con guerrillas izquierdistas enfrentadas al ejército y a grupos paramilitares de extrema derecha.
Estados Unidos y Colombia han dicho que el único propósito de su acuerdo es combatir al narcotráfico y a las FARC. Pero organizaciones no gubernamentales y gobiernos vecinos creen que el propósito de esa nueva presencia militar es mucho mayor y puede amenazar la soberanía e integridad de todos los países de la región.
Brasil, por su parte, ha dicho que su acuerdo con Francia tiene el objeto de proteger sus recién descubiertas riquezas petroleras y que la propulsión nuclear para uno de los submarinos no traspasa los límites del uso pacífico de esa energía.
"Esperamos que Brasil se mueva dentro de las reglas del juego. Pero no hay que reaccionar con una respuesta armada, porque esto puede desencadenar una carrera realmente armamentista", dijo la argentina Cellone.
La coyuntura regional quedó fuera del borrador de declaración del encuentro, distribuido a las organizaciones no gubernamentales participantes para que efectúen comentarios y sugerencias hasta el día 18.
El texto propone a la comunidad internacional adoptar un tratado para "regular el comercio internacional de armas convencionales", que "debe aplicarse a todas las armas convencionales y todos los tipos de transferencias internacionales", según el borrador de dos páginas al que tuvo acceso IPS.
"Se necesita una conferencia regional sobre el desarme y el comercio de armas ligeras y pequeñas, pues la ONU está enfocada más en el desarme nuclear", dijo a IPS la especialista Ana Yancy Espinoza, coordinadora del área de paz y seguridad humana de la costarricense Fundación Arias para la Paz, creada por el dos veces presidente de ese país, Óscar Arias, galardonado en 1987 con el premio Nobel de la Paz.
Para Carmen De León-Escribano, directora ejecutiva del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala, el proyecto de declaración refleja las percepciones del Norte y del Sur del planeta sobre el desarme.
"La preocupación del Norte se centra en los arsenales nucleares, mientras en el Sur el problema tiene que ver con las armas pequeñas que están detrás de la violencia en las calles", dijo a IPS.
En el mundo circulan más de 500 millones de armas ligeras y pequeñas, a razón de una por cada 12 personas, protagonistas de 46 de los 49 conflictos importantes surgidos desde 1990 y responsables de la muerte de cuatro millones de personas, la mayoría civiles, mujeres y niños, según la ONU.
La conferencia sugiere en su borrador "prevenir la proliferación de armas pequeñas entre la población civil mediante estrictas licencias oficiales, el registro y la regulación de la venta, posesión y uso".
Asimismo se propone armonizar las leyes contra la violencia doméstica con las de prevención de las agresiones cometidas con armas pequeñas y ligeras.
El énfasis de la conferencia se centró en el combate a la proliferación nuclear, como lo refleja la propuesta de declaración final.
En este aspecto, los asistentes propusieron abrir negociaciones para la prohibición y eliminación global de las armas nucleares en un periodo determinado, e instaron a poner en vigor el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, adoptado en 1996 y ratificado por 148 países.
Para que entre en vigor se requiere la adhesión plena de las 44 naciones que tenían tecnología nuclear cuando se firmó el tratado. Nueve de esos países todavía no han completado el proceso de firma o ratificación: China, Corea del Norte, Egipto, Estados Unidos, India, Indonesia, Irán, Israel y Pakistán.
En el planeta hay más de 20.000 ojivas nucleares listas para su uso, según la ONU.
La conferencia instó al Consejo de Seguridad del foro mundial, cuyos miembros permanentes son China, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia, a establecer planes de desarme en su próxima reunión del día 24, que será presidida por el mandatario estadounidense Barack Obama.
Además, en mayo de 2010 se llevará a cabo en Nueva York una nueva conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, en vigor desde 1970.
La conferencia invitó a la Asamblea General de la ONU a declarar el 27 de octubre como Día Internacional para un Mundo Libre de Armas Nucleares y al decenio 2010-2020 como Década Internacional para el Desarme.