El entusiasmo que Brasil despierta hoy en el mundo económico y el protagonismo internacional de su gobierno contrastan con el estancamiento del proceso de integración del bloque que fue su prioridad desde los años 80, el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Mientras el bloque pierde relevancia ante otros procesos más amplios, como la crisis económica global, Brasil se convierte en un respetado actor de varias instancias, como el Grupo de los 20 (G-20) que reúne a naciones ricas y emergentes, el ámbito del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y el foro de cooperación IBSA (India, Brasil y Sudáfrica).
La cumbre semestral del Mercosur, prevista para este viernes en Asunción, no tiene avances que celebrar, sino la persistencia de viejas disputas, y muestra que el bloque "no vive un buen momento", resumió el embajador Marcos Azambuja, que encabezó la representación brasileña en Argentina entre 1992 y 1997, cuando la integración crecía rápidamente.
El Mercosur está conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, con Venezuela en proceso de unirse como miembro pleno.
Además del "bajo desempeño" del bloque, la incorporación de Venezuela provoca divisiones y las relaciones brasileñas con sus socios siguen afectadas por medidas excepcionales argentinas en el comercio y por reclamos paraguayos en relación a la central hidroeléctrica de Itaipú, compartida con Brasil, recordó el embajador a IPS.
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Las barreras argentinas contra productos industriales brasileños, que en otras ocasiones se superaron tras largas negociaciones, se intensificaron a causa de la crisis económica global que estalló el año pasado.
Las medidas adoptadas por Buenos Aires, suspendiendo licencias automáticas de importación, retardan varios meses la liberación de bienes exportados por Brasil, como auto-partes, textiles y teléfonos celulares.
La Confederación Nacional de la Industria brasileña considera agotadas las posibilidades de negociación y pidió al gobierno recurrir a la Organización Mundial del Comercio, en una confesión de que los mecanismos del bloque subregional no son capaces de dirimir las controversias internas.
Esas barreras también afectan otras exportaciones del bloque, como las de Uruguay. Pero, además, Brasil ha tomado una medida similar con las ventas de productos lácteos uruguayos a su mercado.
Hace cinco años, los socios del bloque intentan eliminar la doble imposición del arancel externo común sobre productos importados que pasan por más de un país del Mercosur. El plazo para su vigencia termina este año, pero un acuerdo parece lejano, ante las objeciones de Paraguay, único país sin salida al mar, que perdería importantes ingresos fiscales.
El tema de mayor importancia económica y política para Paraguay es bilateral, pero también afecta al Mercosur. Su presidente, Fernando Lugo fue elegido el año pasado enarbolando la bandera de una revisión del tratado de 1973 sobre Itaipú, con el fin de conseguir una mejor remuneración para la energía que corresponde a Paraguay y es exportada a Brasil.
Paraguay es dueño de mitad de la electricidad generada por Itaipú, pero sólo consume cerca de cinco por ciento.
Las reglas establecidas en aquel tratado le impiden la venta del excedente a otros países, y los paraguayos, desde gobiernos anteriores, se quejan de que Brasil impone, a través de su empresa estatal Eletrobrás, precios muy inferiores a los del mercado, lo que representa pérdidas acumuladas de miles de millones de dólares para el socio menor y más pobre del Mercosur.
Paralelamente a las reuniones del Mercosur de este jueves y viernes en Asunción, los dos países negocian formas de compensar a Paraguay. Una posibilidad es que éste venda una parte creciente de su electricidad en el mercado libre brasileño, que ofrece precios mejores a los fijados por Eletrobrás, que monopoliza la compra hasta ahora.
El Mercosur "continuará avanzando en medio de divergencias y contradicciones", como las disputas comerciales entre Brasil y Argentina, que "siempre existieron, incluso antes del proceso de integración, y siempre fueron superadas", opinó de forma más optimista el historiador Luiz Alberto Moniz Bandeira.
La Unión Europea también enfrentó discrepancias internas, cuando algunos países rechazaron su proyecto de Constitución, y divisiones respecto a la guerra contra Iraq, arguyó a IPS. No hay bloques "monolíticos", especialmente cuando las asimetrías predominan, acotó Moniz, autor de muchos libros sobre América Latina y sus relaciones con Estados Unidos.
Pero a las asimetrías económicas y geográficas se suma ahora la de la proyección internacional. Invitado a participar en la reciente reunión del Grupo de los Ocho países más poderosos en Italia, Brasil se afirma como un actor global por sí mismo. "El Mercosur contribuyó poco" a ese ascenso en el escenario mundial, aunque estimuló muchas actividades, según Azambuja.
La actualidad determina un "juego de los grandes actores", entre los cuales está Brasil, con su enorme extensión territorial y una población de más de 189 millones de personas, pero el Mercosur se queda "en la sala de espera, no en el escenario", concluyó.
"La era que se inicia es la de los Estados gigantes", como Estados Unidos, China, India y la Unión Europea, destacó Moniz.
Por eso "es inevitable la integración de América del Sur como espacio económico y geopolítico", opinó, recordando que Argentina y Brasil se acercaron en la década de 1980, con el objetivo de constituir un polo integrador de esta región, no solo del Mercosur.
El "enorme peso internacional" de Brasil, debido a su economía que representa 70 por ciento del Mercosur, será mucho mayor con una América del Sur integrada, algo que para los países menores es una necesidad de supervivencia, concluyó Moniz.