«Las elites son como un enorme elefante sentado sobre este país y al que no se puede mover, porque no hay una clase política, no hay partidos políticos. Todos se corrompen y pervierten», dijo a IPS Michèle Pierre-Louis, primera ministra de Haití desde septiembre pasado.
Nacida en la sudoccidental ciudad de Jérémie en 1947, Pierre-Louis abandonó el país con su familia en 1964, tras un pogromo ordenado por el dictador François Duvalier o "Papa Doc" (en el poder entre 1957 y 1971) contra quienes percibía como sus enemigos en esa localidad.
Estudió en Estados Unidos y Francia antes de regresar a Haití en 1977. Durante unos 40 años mantuvo una estrecha relación con el presidente haitiano René Préval, actualmente en su segundo periodo. Tuvo varios trabajos hasta que ella y Préval abrieron en 1982 una panadería que abastecía a los pobres de la capital.
Activa en el primer gobierno del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide (1991, 1995-1996 y 2001-2004), Pierre-Louis estuvo entre las primeras personas en denunciar el golpe militar de 1991 contra él en una entrevista con Radio Francia Internacional.
Luego del regreso de Aristide, apoyado por una fuerza multinacional liderada por Estados Unidos en 1994, Pierre-Louis inauguró la Fundación Conocimiento y Libertad (Fokal) en 1995, con el apoyo del Open Society Institute, del empresario y filántropo George Soros.
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Fokal creó una red de unas 50 bibliotecas comunitarias en todo Haití, y otra, además de un centro cultural, en la capital, para niños y jóvenes de contexto crítico. También fundó un programa de debates para jóvenes y una iniciativa para suministrar agua corriente a los haitianos que carecen de ella, quienes constituyen casi 80 por ciento de la población.
Desde su investidura como primera ministra, Pierre-Louis se ha dedicado a afianzar la seguridad en este país políticamente inestable. El año pasado manejó los esfuerzos de alivio que siguieron al azote de tres huracanes, que mataron a por lo menos 600 personas.
IPS dialogó con ella en Puerto Príncipe.
IPS: ¿Cuándo comenzó su actividad política?
MPL: Muy tempranamente. Participaba en grupos de jóvenes contra Duvalier, actividad que en ese momento era muy peligrosa. Había muchas organizaciones clandestinas contra la dictadura. Muchos amigos míos desaparecieron.
Un día eran detenidos y encarcelados, y luego nunca se volvía a saber nada de ellos. Esta situación me marcó. Cuando fui a estudiar al exterior Haití siempre estuvo en mi mente.
IPS: ¿Cómo se comprometió con el primer gobierno de Aristide?
MPL: Al principio fue muy emocionante. En el mundo todos decían que finalmente Haití estaba saliendo, que la democracia se iba a consolidar
Cuando ocurrió el golpe de Estado de 1991, probablemente yo fui la primera persona en decir públicamente que el golpe era injustificado. Aristide era nuestro presidente y había sido elegido democráticamente, y nosotros lucharíamos para que permaneciera en el poder.
Esos fueron años muy largos. Cuando él regresó, las cosas realmente se complicaron. Ocurrió algo muy profundo en la mentalidad de este país, y no lo hemos definido específicamente.
IPS: ¿Qué cree usted que cambió luego del regreso de Aristide, en 1994?
MPL: El hombre mismo había cambiado. Estaba casado, estaba abocado al dinero y envuelto en la corrupción. No creo que haya escapado del síndrome del presidente haitiano, según el cual hay que permanecer en el poder por todos los medios.
Hay muchos presidentes haitianos que cayeron en esa trampa. No creo que conozcamos muy bien nuestra historia, y caemos en la misma trampa una y otra vez. Es lamentable que continuemos cometiendo los mismos errores.
IPS: ¿Qué lecciones políticas deberían aprender Haití y la comunidad internacional del colapso del segundo gobierno de Aristide, en 2004, y de la intervención internacional que le siguió?
MPL: Durante mucho tiempo, buena parte de la elite dijo que Haití no estaba listo para la democracia porque la gente es pobre y analfabeta, y yo estuve totalmente en contra de eso. Tengo la profunda sensación de que los más pobres realmente quieren que las cosas cambien, sin esperar líderes que hagan milagros, sino que les muestren el camino y no les mientan.
Todas las elites —la de los mulatos, la de los universitarios, la de los sindicatos, la de los campesinos— son como un enorme elefante sentado sobre este país y al que no se puede mover, porque no hay una clase política, porque no hay partidos políticos, y todos se corrompen y se pervierten.
IPS: ¿Considera importante la presencia de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)? ¿Cómo están las relaciones entre su gobierno y la misión?
MPL: De 1991 a 2008 hubo siete misiones de la ONU en Haití, y todas fueron solicitadas por el gobierno. Eso significa que hay un problema.
Cuando la gente dice que es una cuestión de soberanía, yo digo que Haití es un país soberano y que nadie cambia eso. Pero hay dos áreas en las que hemos perdido el ejercicio de nuestra soberanía: el control del territorio y la seguridad alimentaria.
Para ambas cosas dependemos de fuerzas externas y de mercados externos. Si realmente queremos hacer algo, trabajemos para recuperar la plena capacidad de nuestra soberanía ahora. Eso realmente significará construir una fuerza nacional de seguridad pública, y asegurarnos de poder invertir masivamente en agricultura, lo que sería hacer justicia con los campesinos haitianos.
Cuando Aristide se fue y se instaló el gobierno interino, la policía era corrupta, ineficiente y politizada. Lleva un tiempo revertir esa tendencia, pero creo que si hoy hay un área en la que podemos ver avances es en la policía.
Como primera ministra, también presido el Consejo Superior de la Policía Nacional de Haití, y me tomo eso muy seriamente, porque la seguridad es importante. Nos falta entrenamiento, municiones y armas, pero hemos hecho un gran trabajo. Es penoso tener fuerzas extranjeras aquí. Pero si no hacemos el esfuerzo de recuperar nuestra capacidad de controlar nuestro territorio, se quedarán para siempre.
IPS: ¿Qué piensa de las elecciones de mitad de periodo en su país, que tuvieron lugar el 19 de abril?
MPL: Algunos no querían que se realizaran, porque cambiaban la configuración del Senado, que ahora es muy poderoso. El caos es bueno para unos pocos sectores, y hoy el factor más desestabilizador es el narcotráfico, ya sea por avión o por barco. Y está contaminando la política.
La recuperación de los sistemas judicial, sanitario y educativo de Haití debería planearse en 10, 15 y 20 años. Ahora tenemos una buena relación con la región, con Argentina, Brasil y Chile, y eso es un nuevo paradigma para la cooperación regional. Por supuesto, ellos tienen sus propios intereses, pero aprovechemos las oportunidades que se nos ofrecen.