Las fallas en la central nuclear de Kruemmel, cerca de la septentrional ciudad alemana de Hamburgo, se conocieron pocas horas después de que la canciller (jefa de gobierno) Angela Merkel declarara que la energía atómica era «indispensable» para el país.
En la reunión anual del Atomforum, grupo que defiende la energía nuclear, Merkel anunció que si su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), gana las elecciones parlamentarias de septiembre, el nuevo gobierno revertiría la política de cierre gradual de reactores, hoy vigente.
Esa política había sido establecida en 2000 por la coalición de gobierno integrada entonces por el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes.
Merkel realizó esas declaraciones el 1 de este mes. El día 4, la planta de Kruemmel, menos de 30 kilómetros al sur de Hamburgo, debió cerrar a causa de importantes desperfectos técnicos.
La ciudad de dos millones de habitantes sufrió un apagón de una hora, así como fallas en el suministro de agua.
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El operador del reactor, la compañía sueca Vatenfall, explicó en primera instancia que había "olvidado instalar una válvula". El día 7, admitió que el desperfecto no era uno solo: fueron varios, y de gravedad.
Dos transformadores fallaron, por lo que la central se apagó automáticamente. Luego, se constató que varias barras nucleares —los tubos de cerámica que contienen perdigones de uranio altamente enriquecido— eran defectuosos. El reactor de Kruemmel cuenta con unas 80.000 barras.
El director de Vatenfall Europe, Tuomo Hattaka, pidió disculpas por los accidentes. "Lo sentimos realmente", dijo Hattaka, quien prometió una "investigación exhaustiva". El director técnico de la central de Kruemmel fue despedido.
La planta había comenzado a operar apenas tres días antes, luego de pasar un año de reparaciones técnicas a un costo de 420 millones de dólares.
La central había sido clausurada en julio de 2008, luego de un incendio en uno de los dos transformadores.
"Los mecanismos de seguridad de Kruemmel satisfacen los patrones más exigentes", había dicho la portavoz de Vatenfall, Barbara Meyer Bukow. "Hemos llevado a cabo una meticulosa modernización de la planta."
Pero un trabajador informó al semanario Der Spiegel luego del accidente que en el reactor no se respetaban las "normas elementales".
Otro dijo que se encontraron en el agua utilizada para refrigerar las barras "grandes y filosos trozos de metal" que no pertenecían a la planta.
No obstante, Hattaka dijo que el corte automático de la planta demostró que "los mecanismos de seguridad funcionan".
Las fallas en Kruemmel son un inoportuno recordatorio sobre la fragilidad técnica de la energía nuclear. Y el principal destinatario de la advertencia es la CDU.
Según el cronograma establecido en 2002, todas las 17 plantas nucleares de Alemania deberán estar cerrados para 2021.
Dos ya fueron clausuradas definitivamente, y otras ocho —entre ellas el de Kruemmel y la de Brunsbuettel, cerrada desde junio de 2007 por desperfectos técnicos— aguardan el mismo destino para 2014.
Los cuatro operadores de energía nuclear en Alemania —Vatenfall, RWE, E.on y EnBW— piden un cambio radical de la política y que se admita el funcionamiento de los 17 reactores. La CDU y su posible aliado en una coalición de gobierno, el Partido Liberal Demócrata (FDP), apoyan esas solicitudes.
Pero las fallas en Kruemmel le dieron al SPD y a Los Verdes nuevos argumentos para el mantenimiento de la política de abandono de la energía nuclear.
El ministro de Ambiente, Signar Gabriel —del SPD, hoy integrado en la coalición de gobierno federal—, calificó la central de Kruemmel de "monstruo que debería ser clausurado para siempre".
El debate será "definitorio" en la campaña electoral que dominará el panorama político los próximos dos meses.
"Kruemmel debería ser cerrado definitivamente", dijo a IPS el experto en energía nuclear Mathias Edler, de la organización ambientalista Greenpeace Internacional. "El reactor usa tecnología muy vieja en medio de una región donde viven millones de personas."
Greenpeace ha documentado al menos 5.700 desperfectos técnicos que golpearon a los reactores nucleares alemanes desde 1965.
Setenta y dos por ciento de los alemanes entrevistados para una encuesta luego del incidente en Kruemmel apoyan el cierre de las plantas nucleares más antiguas.
Pero "cada planta produce un beneficio neto diario de al menos un millón de euros", incluso las más viejas, dijo a IPS la experta Lutz Metz, experta en energía atómica del Centro de Investigaciones en Política Ambiental de la Universidad Libre de Berlín.