Soluciones innovadoras ante la crisis, ampliar servicios y tecnologías hacia los sectores sociales sumergidos y construir democracia en torno a iniciativas ciudadanas es la fórmula para abatir la pobreza que sugiere a los gobiernos latinoamericanos Roberto Haudry, responsable del FIDA para la región andina.
En entrevista concedida a IPS, el gerente de operaciones del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) para Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, insta a los líderes de la región a cambiar los modelos económicos que ahondaron la brecha social y acabar con "las democracias de juguete" contrarias a la transferencia masiva de recursos y poder a los más pobres.
Haudry observa con expectativa la apertura cultural y de un nuevo espacio de relaciones diplomáticas del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hacia América Latina y aconseja a los líderes locales tomar iniciativas audaces para crear alianzas con la sociedad civil, empresas y universidades del país del norte de América.
IPS: ¿Cuál es el impacto que tiene la crisis financiera internacional en América Latina?
ROBERTO HAUDRY: La crisis financiera internacional no ha tocado demasiado a América Latina, aún hasta ahora, que ha estado creciendo bien, pero el impacto ha sido crucial en Estados Unidos y Europa.
El primer efecto se ha sentido en la reducción de las remesas de dinero de los emigrantes, que representan la principal fuente de ingresos de los ciudadanos en América Latina.
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La cooperación internacional no llega a facturar más de 10.000 millones de dólares porque los flujos son negativos: pagamos más de lo que recibimos. La fuente más importante de todas es la inversión privada y con la crisis se ha reducido.
Las remesas que totalizaban 100.000 millones de dólares se han reducido en 20.000 millones y los efectos son muy serios, porque buena parte se usa para salud, educación y alimentación. En el caso de Bolivia, bajaron en 20 por ciento y en México es similar.
Creo que las próximas señales de recuperación volverán a colocar las remesas en su lugar. Eso esperamos todos.
IPS: ¿En consecuencia, cuál es el camino a elegir después de este trance difícil para las finanzas internacionales?
RH: Lo que sugiere esta crisis es que no podemos proponer más de lo mismo, y debemos ser innovadores y asociarnos a los ciudadanos que envían remesas para multiplicar el valor de esas inversiones. Esa es una manera práctica de combatir la pobreza.
Otra es el uso de la tecnología. No podemos permitir que los campesinos no dispongan de un teléfono celular, de una cuenta bancaria, un seguro de vida, de una serie de mecanismos tecnológicos y de visión ciudadana para romper el primer problema de América Latina que es la desigualdad.
En una población localizada a cinco o 10 horas de un hospital, un teléfono celular dotado de cámara podría ayudar en caso de emergencia para consultar sobre las medidas previas al transporte de una persona herida, y empleando el idioma del lugar.
Usemos la tecnología de punta. Al más débil y pobre, mayores servicios tecnológicos para cerrar la brecha. El problema no es solamente crecer, sino reducir inequidad.
IPS: ¿Cómo observa el curso que siguen los países latinoamericanos con una diversidad de enfoques sobre la forma de resolver la pobreza?
RH: Todos los países tienen diferentes formas de hacer las cosas y cada democracia decide el modo hacerlas.
Yo no creo que repetir lo que se ha hecho en los últimos 25 años, sin modificaciones, nos vaya a llevar a un lugar distinto que no sea el crecimiento con inequidad que ha sido la característica de América Latina en los últimos 20 años.
Cualquiera sea la opción democrática que tengan las políticas públicas, yo creo que el tema principal es reducir la inequidad con transferencias masivas de tecnología hacia los más pobres.
La otra parte de la ecuación es ¿cuánto poder tienen los pobres? ¿Cuántos recursos administran ellos mismos en sus propias iniciativas y bajo sus propias formas democráticas?
Una democracia no es un pensamiento único sin gobierno central, una democracia es un conjunto de ciudadanos desarrollando sus propias iniciativas en un entorno público que favorece la iniciativa del ciudadano.
Cualquier mecanismo democrático en América Latina que signifique transferencias masivas de recursos a los pobres, para que ellos desarrollen sus iniciativas económicas, eso es lo que estamos buscando.
No (buscamos) mecanismos de intermediación para darles recursos a un ministerio y luego se los dé a una institución y que, cuando llegue el momento, le entregue tres pesos a los campesinos y cuatro cursos de capacitación. ¡No!.
Sino hacemos transferencias masivas de recursos y poder a los más pobres vamos a seguir teniendo democracias de juguete que se mienten continuamente. Más mentira, no es ningún tipo de solución.
IPS: ¿Cuánta semejanza hay entre las políticas que lleva alienta el presidente Barack Obama en Estados Unidos, que restituyen al Estado el papel de promover la reactivación económica, y los modelos que se aplican en América Latina?
RH: Hay muchas semejanzas con la administración de Obama y lo que pudiéramos hacer en América Latina, en particular en el fortalecimiento del rol del Estado y de las instituciones democráticas, muy por encima de las opiniones mesiánicas de alguna clase dirigente o las actitudes guerreristas.
Hay un espacio enorme y muy fértil de colaboración con Estados Unidos. Pero también hay una diferencia gigantesca. Lo que hace Obama es emisión monetaria para salvar sus empresas y la posición de Estados Unidos en el mundo. Espero que ningún gobierno nuestro se contagie con la idea de imprimir billetes para financiar alguna actividad que considere esencial.
A mediano plazo, la política pública estadounidense llevará a una devaluación masiva de los valores de nuestra economía que están muy vinculados al dólar. Creo que en materia de política monetaria, los estados nuestros deben ser sumamente conservadores y no presumir que no está pasando nada, especialmente con el dólar.
IPS: ¿Y cómo podría alcanzarse una relación de equilibrio y de cooperación mutua entre la región y Estados Unidos para salir de la crisis?
RH: Estados Unidos está importando una serie de tecnologías de lucha contra la pobreza que hemos desarrollado en el Tercer Mundo y creo que el rol de muchos de nuestros países es ayudar a Estados Unidos a salir de su crisis desde nuestras experiencias.
Por ejemplo en Sudáfrica y Malawi se desarrolló la tecnología de transferencia bancaria por celular y en el sur del África hay más de tres millones de personas pobres que usan este método para transferencias y compras.
Esa tecnología se introducido en Estados Unidos recién el año pasado y está haciendo furor. Comprende desde sistemas de descargo por celular en compras de supermercado hasta sistemas masivos.
Una de las maneras que tenemos de reforzar el sistema financiero estadounidense es haciendo que los pobres ahorren con instrumento más familiares y de fácil manejo como la banca por celular.
Ahí hay una enorme fuente de cooperación que debe ser recíproca y podemos apoyar a su población afro latina.
En Colombia tenemos un programa que tiene el propósito de ofrecer, a mediano plazo, a la juventud afro-norteamericana la posibilidad de ver experiencias de grupos y comunidades rurales negras de América Latina para que vean cómo viven.
Ese es el tipo de colaboración que queremos en el mundo, de intercambio, de pares y que podría generar en el futuro negocios solidarios entre jóvenes de un barrio de Chicago (Estados Unidos) con gente de los yungas (La Paz) en la promoción de la música o aprendiendo de la tecnología.
IPS: ¿Cuál es el camino para alcanzar mejores relaciones con Estados Unidos?
RH: La administración de Obama nos da un espacio cultural de poder relacionarnos y es una gran oportunidad, cualquiera sea la decisión democrática de un estado.
Los vínculos con Estados Unidos hay que reinventarlos y no pueden estar marcados por el pasado. Como decía (el teórico marxista italiano) Antonio Gramsci: la política no sólo es el arte de lo posible, sino en la política es todo para adelante. Hay que ser audaces y quien no tiene iniciativa en política, pierde.
Debemos relacionarnos con la sociedad civil norteamericana, con las empresas, con las universidades y el gobierno.