SALUD-BRASIL: Puja entre el parto en casa y el distante hospital

La clausura en esta ciudad brasileña de una «casa de parto», un centro que propone el retorno al «nacimiento natural» para «humanizar» la atención a las gestantes, reavivó la polémica sobre este tipo de práctica amparada por el Ministerio de Salud, pero combatida por las asociaciones médicas.

La Casa de Parto David Capistrano Filho, en el barrio carioca de Realengo, fue cerrada después de una inspección sanitaria que constató la falta de equipos considerados necesarios para atender el trabajo de parto, así como también la esterilización adecuada y la carencia de un monitor cardíaco.

Inaugurada en marzo de 2004 y dependiente de la Secretaria de Salud del Municipio de Río de Janeiro, el lugar cuenta con 18 enfermeras obstétricas, con amplia experiencia según un comunicado de la institución, apoyadas por ocho técnicos de enfermería, dos asistentes sociales y un nutricionista Los oficialmente llamadas por el gobierno "Centros de Atención de Parto Normal (CPN) promueven un tipo de atención "integral", que abarca todas las etapas desde la gestación al nacimiento del bebé.

Aunque con atención de personal especializado, el modelo se basa en el tradicional parto en casa, "devolviendo al nacimiento su dimensión social", y "convirtiéndolo en algo más que un acto médico", según la organización no gubernamental Amigas del Parto.

Según describe ese grupo, se trata de una alternativa al tipo de parto ofrecido en los hospitales, "donde la internación implica una serie de procedimientos traumatizantes", como la separación de la familia, el acceso limitado a la alimentación y la instalación de suero endovenoso.
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Los CPN proponen, en contraposición, una atención integral y permanente, que incluye hasta técnicas de relax para preparar a las parturientas.

Con esa filosofía y durante cinco años, la Casa de Parto David Capistrano Filho realizó en promedio de 25 a 30 alumbramientos por mes, unos 820 exámenes de prenatales y conformó 116 grupos educativos de gestantes. Además de ser reconocida por sus pacientes como de un tratamiento diferenciado del sistema de salud tradicional.

EL EMBARAZO NO ES ENFERMEDAD

"Nosotros, los enfermeros, nos oponemos a la idea de que el embarazo sea considerado una enfermedad", resume un comunicado del Consejo Regional de Enfermería y del Consejo Federal de Enfermería (Cofen), emitido como parte de una movilización nacional para pedir la reapertura de la casa de parto de Río de Janeiro.

Según los firmantes, esa concepción prevaleció en los últimos 50 años en los partos que tuvieron lugar en hospitales.

Los CPN, basados en el concepto de que el parto natural es el "más adecuado para la fisiología del cuerpo femenino", dan a la paciente la posibilidad de caminar, comer, beber, bañarse y hasta recibir masajes.

Puede escoger la posición para el alumbramiento, ya sea en agua, acostada o de cuclillas. Y tienen siempre la posibilidad de tener a un ser querido a su lado, según defiende en su sitio el Laboratorio de Investigaciones sobre Prácticas de Integralidad en Salud (Lappis).

Las experiencias de las casas de parto en Brasil, que comenzaron en la década del 70, tomaron como ejemplo las surgidas en Japón, Holanda y Estados Unidos, y atienden las recomendaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS). Además de las de Río de Janeiro, que es pionera en la materia, también hay en São Paulo, Belo Horizonte, Recife, Juiz de Fora y la propia Brasilia.

Pero aunque limitan su actuación a casos de partos "normales", es decir sin riesgos para la madre o el feto, siempre fueron objeto de polémicas. Y no dejaron de serlo ni siquiera después de que en 1999 el Ministerio de Salud les dio un marco legal con el objetivo de realizar "partos naturales y humanizados".

La principal objeción de las asociaciones médicas, como la Federación Brasileña de las Asociaciones de Ginecología y Obstetricia (Febrasgo), es que los CPN estén bajo responsabilidad de enfermeros y parteras, con el riesgo de muertes materno-infantiles, en casos en que el parto se complica.

En palabras de un comunicado de Febrasgo es "inadmisible" además de "temerarios", desde el punto de vista materno-fetal, los intentos insistentes y frecuentes de alejar al médico obstetra, al profesional que posee los mayores conocimientos y habilidades del proceso de atención del parto".

El argumento es rebatido por las asociaciones de enfermeros que alegan los CPN sólo aceptan casos de embarazos sin problemas y con posibilidades de partos normales, sin cesárea.

Asimismo aducen que tienen una ambulancia disponible 24 horas por día para en caso de urgencia trasladar de inmediato a una paciente que necesite de una atención más específica al hospital más próximo.

Luis Fernando Moraes, presidente del Consejo Regional de Medicina de Río de Janeiro (Cremerj), rebate esos argumentos. En entrevista con IPS, destacó que no se trata de crear una pelea entre médicos y enfermeros sino de "luchar por un parto seguro".

Basado en estadísticas que apuntan que 20 por ciento de los embarazos pueden complicarse, Moraes señala que cualquier problema en el parto exige una intervención "absolutamente inmediata", en la que cinco minutos pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte del feto o de futuros problemas derivados de un mal parto, por ejemplo de retraso causado por la asfixia del bebé.

PARTO NATURAL VERSUS CESÁREA

Ivo Borges, directivo de la Cofen, considera "una arbitrariedad" el cierre de la Casa de Parto de Río de Janeiro, teniendo en cuenta que la ley en vigencia autoriza al enfermero especializado a atender partos que no tengan complicaciones.

El representante de los enfermeros recordó ante la consulta de IPS que "muchos de nuestros antepasados nacieron en casa por parto natural".

Borges atribuye la oposición a los CPN a "intereses corporativos", que defienden un modelo de nacimiento imperante en Brasil basado en la cesárea, con "todo el alto costo" derivado de la industria de instrumentos quirúrgicos y medicamentos necesarios para esa práctica.

Sostuvo que en Brasil "la cesárea es regla" tanto en el ámbito público como privado, al punto de que este país es considerado uno de los "campeones mundiales" en la materia. Recuerda que 36 por ciento de los nacimientos son a través de ese método, mientras que la OMS recomienda que un índice máximo no puede pasar en promedio de 15 por ciento.

Cuando se toma como referencia las clínicas y convenios privados, el porcentaje de cesáreas puede llegar al llega a 80 o 90 por ciento. En es ese contexto, que el gobierno quiere revertir, la Cofen menciona también la importancia desde el punto de vista educativo de estos centros para promover el parto natural.

Cita un estudio de la gubernamental Fundación Oswaldo Cruz, en el cual se señala que 88 por ciento de las mujeres atendidas por la Casa de Parto de Río de Janeiro recibieron informaciones sobre las ventajas de realizar un parto normal, mientras que en los hospitales fue de apenas de 36 por ciento.

También en la Casa 72 por ciento de las mujeres recibieron información sobre la importancia de la lactancia materna, en comparación a la red hospitalaria, donde sólo 40 por ciento la tuvo.

Además de humanizar el parto, dijo Borges, los CPN ayudan a disminuir los gastos con internaciones hospitalarias en la red del Sistema Único de Salud, que podrían haber sido evitadas. Allí el costo de una cesárea para el gobierno es de 250 dólares.

Pero Moraes niega el supuesto interés oculto de las asociaciones como la suya de atacar las casas de parto para beneficiase con el lucro extra de las cesáreas.

El presidente de Cremerj dice que, al contrario de lo que se piensa, no hay interés económico de parte de los médicos, porque por convenio estatal ganan más con un parto normal que con una cesárea, y tienen la misma tarifa en los seguros privados.

En la causa del alto índice de cesáreas en Brasil, menciona otros factores, como la búsqueda de mayor seguridad en el parto de parte de los profesionales y de las pacientes, y a la comodidad de planificar un nacimiento.

Otros mencionan factores adicionales como la falta de equipos en la red pública para evaluar el riesgo fetal lo que llevaría a la opción de una cesárea, la falta de reembolso de anestesia para el parto normal, y sobre todo el imaginario social equivocado de que la cesárea "causaría menos dolor".

Este médico admite que las casas de parto tienen una función social importante, por ejemplo en el caso de áreas rurales aisladas, donde no llega la atención del Estado y "donde no hay nada mejor que una partera entrenada". Pero dice que no "son una solución para una gran metrópoli como Río de Janeiro".

Atribuye a una "cuestión ideológica" el apoyo oficial a los CPN, y para mejorar la atención defiende en cambio una mayor cantidad de lechos hospitalarios de maternidad.

Pero dice que no se puede retroceder al tiempo de "las abuelas y bisabuelas que tenían hijos con parteras y que era un drama cuando había una complicación".

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