INFANCIA-AMÉRICA LATINA: Trabajo de menores, problema mayor

«A mí me gustaría dejar de trabajar, pero no puedo. La situación económica no está buena», dijo a IPS Darling Anchil, una chilena de 17 años que desde pequeña divide su tiempo entre el colegio, el cuidado de sus hermanos, las labores domésticas y la venta de pan.

De lunes a domingo, esta joven se levanta a las 06:30 de la mañana y no para de trabajar hasta entrada la noche. Además de atender a sus hermanos menores, cocina, lava, plancha y ayuda a su mamá, quien sufre de una dolorosa hernia a la columna, a preparar y vender panes.

"Mis papás no tienen buenos estudios para conseguir un trabajo que nos permita pagar una empleada", reflexiona la joven Anchil, quien no tiene amigos y cursa primaria cuando debería estar egresando de la escuela secundaria.

En Chile, más de 200.000 niñas, niños y adolescentes de entre cinco y 17 años trabajan para el mercado, 107.000 de los cuales lo hacen en condiciones inaceptables, es decir, no asisten a la escuela, laboran en la calle o en jornadas extensas y nocturnas. Otros 42.000 menores de edad, principalmente mujeres, realizan trabajo doméstico en su propio hogar.

Asimismo, unas 3.000 niñas y adolescentes son sometidas a unas de las peores formas de trabajo infantil, que es la explotación sexual comercial, catalogada como un delito.

Anchil y otras adolescentes fueron invitadas este viernes por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la no gubernamental Corporación Opción a contar su historia a los medios de comunicación. Fue como parte de la conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, cuyo lema es precisamente "Demos una oportunidad a las niñas: Erradiquemos el Trabajo Infantil".

"Chile ha avanzado cualitativamente en el tema. Hay una menor tolerancia social al trabajo infantil, la legislación se ha adecuado a los convenios internacionales de la OIT, se han creado programas de atención a niños y niñas y se conoce la realidad" estadísticamente, valoró ante IPS María Jesús Silva, coordinadora Nacional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT.

"Pero es necesario hacer nuevos estudios para comprobar los progresos, ya que por las características (socioeconómicas) del país el trabajo infantil debería estar erradicado. Todavía quedan desafíos y hay temas emergentes como la explotación sexual y la trata de niños y niñas", acotó.

Este tema está en el centro del debate público en Chile, luego de que el martes un programa periodístico de Canal 13 denunciara que un grupo de detectives de la Policía de Investigaciones estaba vinculado a una red de prostitución infantil en la ciudad puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago.

El jueves, la PDI informó que cinco detectives fueron suspendidos de sus cargos mientras dure la investigación en la justicia.

Según el Registro de Peores Formas de Trabajo Infantil del Servicio Nacional de Menores, desde 2003 a la fecha 2.906 niños han laborado en esas condiciones y durante este año ya van 167 casos, informó el diario local La Nación.

"El 80 por ciento de los niños que trabajan pertenecen a familias de escasos recursos, donde los padres han alcanzado solo la educación básica. Mientras los niños abandonen sus estudios para trabajar o mientras tengan que combinar ambas actividades sin tiempo para desarrollarse, se va a seguir reproduciendo el círculo de la pobreza", explicó Silva.

Chile, cuyo gobierno se comprometió a erradicar el trabajo infantil en 2010, tiene las menores cifras de América Latina.

En 2006, los países de la región se comprometieron a eliminar las peores formas de trabajo infantil antes de 2015 y el trabajo infantil en su conjunto en 2020, comentó Silva. En este sentido, la OIT teme que la crisis económica internacional perjudique los planes de los países, alertó Silva.

Según cifras de la OIT, aproximadamente 5,7 millones de niños trabajan en América Latina y el Caribe: cinco de cada 100 niños y niñas de entre cinco y 14 años de edad.

En Brasil, hay más de 2,2 millones de niños trabajadores de entre cinco y 14 años, aproximadamente 6,8 por ciento del total de niños y niñas.

La mayoría de los menores de entre cinco y 15 años de edad que trabajan en América Latina lo hacen en el sector agropecuario, seguido por los servicios. En general, lo hacen con sus familias sin recibir remuneración, lo cual afecta en mayor medida a las mujeres.

Por ejemplo, en Belice 75,5 por ciento de las niñas de entre cinco y 14 años son trabajadoras familiares no remuneradas, mientras que para los varones esa cifra es de 52,2 por ciento.

Asimismo, en varios países de la región los niños y niñas dedican una parte vital de su tiempo a las tareas domésticas, especialmente ellas, señala la OIT.

En Nicaragua, 92,9 por ciento del total de niños y niñas de entre cinco y 14 años ejercen labores como limpieza, cocina y lavado. Lo mismo sucede en Honduras con 79,8 por ciento de los niños, en Colombia con 72,1 por ciento, Belice con 68,2 por ciento, Panamá con 65,2 por ciento y en El Salvador con 62,3 por ciento de sus niños y niñas.

"El trabajo infantil pasó de ser algo totalmente invisible para los países de la región a ser cada día más tomado en cuenta", comentó a IPS Consuelo Contreras, directora ejecutiva de la no gubernamental Corporación Opción, organización que lanzó este viernes una campaña de sensibilización sobre la materia en Chile.

"El nudo crítico en todos los países es la falta de recursos para implementar los planes nacionales y eso significa falta de voluntad política", puntualizó. "Cobertura y calidad en la educación y programas de apoyo a las familias más pobres son los dos pilares esenciales para erradicar el trabajo infantil", remarcó.

La chilena Beatriz Tabja, de 15 años, trabaja desde los cinco años en una feria de Santiago vendiendo refrescos (mote con huesillo) los fines de semana, desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde.

"Como tengo que hacer el jugo manipulando tarros pesados, tengo problemas en la espalda y vivo cansada", relató la adolescente, quien gana el equivalente de entre cuatro y 10 dólares al día por esta labor. "Mis papás no me obligan, pero no tienen dinero para comprarme mis cosas", justifica.

"La erradicación del trabajo infantil no puede desarrollarse de manera aislada. Es una tarea de todos", de gobierno, empresarios y familias, concluyó Silva.

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