ENERGÍA-AMÉRICA DEL SUR: Activistas van por frente antinuclear

Organizaciones ecologistas chilenas pretenden reactivar el movimiento antinuclear en los países del Cono Sur de América, en vista del fuerte cabildeo que líderes empresariales y políticos realizan a favor de esa fuente de energía en la región.

"El movimiento antinuclear en América Latina no existe, está descontinuado. Por eso tenemos que armarlo. Si nosotros logramos resistir estos próximos tres años ganamos la batalla, si no vamos a estar en problemas", avizoró Sara Larraín, directora del no gubernamental Programa Chile Sustentable.

Para sobrevivir, según Larraín, la industria nuclear internacional está tratando desesperadamente de alargar la vida útil de los reactores existentes en el mundo, lograr nuevos contratos en aquellos países que ya han optado por esta alternativa y abrirse paso en otras naciones con necesidades energéticas como Chile.

"Hoy en América Latina no existe el movimiento antinuclear que había en la década del 90, ni remotamente, siendo que la amenaza en este momento está multiplicada por muchas veces", complementó el experto argentino Raúl Montenegro, profesor de la Universidad de Córdoba y premio Nobel Alternativo 2004, en un encuentro con activistas realizado el jueves en la sede de la Fundación Heinrich Böll en Santiago.

En este frente deberían volver a ser protagonistas organizaciones de Argentina y Brasil, los dos países de la región con plantas de energía nuclear en funcionamiento, además de Chile y Uruguay, donde ya está instalado el debate. El cabildeo nuclear también se ha dirigido hacia México, dijo Larraín, ante una consulta de IPS sobre el alcance del movimiento que se pretende rearticular.

En esta senda, Larraín y Montenegro participaron este viernes en el Seminario Internacional "Energía Nuclear: Presente y Futuro", realizado en la norteña ciudad chilena de Antofagasta en el marco de Exponor, una importante feria de la industria minera. El presidente de la patronal Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) de Chile, Rafael Guilisasti, llamó al gobierno y a los postulantes a la presidencia el 14 de este mes a definir lo antes posible el uso de la energía nuclear en Chile, porque de lo contrario el país no alcanzaría el desarrollo en 2020, advirtió.

Los candidatos presidenciales que lideran las encuestas hasta ahora han sido ambiguos en sus posturas.

Mientras el postulante de la oposición derechista, el ex senador y multimillonario empresario Sebastián Piñera, reconoció que ha estudiado el tema, el candidato de la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia, en el poder desde 1990, el ex presidente democratacristiano Eduardo Frei Ruiz -Tagle, se ha mostrado proclive a implementarla.

Desde el comienzo de su mandato, en marzo de 2006, la presidenta Michelle Bachelet ha debido enfrentar presiones políticas y empresariales para incluir la núcleo-electricidad en la matriz energética chilena, impactada desde 2004 por las menores importaciones de gas natural argentino y afectada últimamente por los altos precios internacionales del petróleo.

Además de la dependencia energética, el progresivo aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del recalentamiento planetario es uno de los principales problemas de este país que aspira a ser desarrollado en las próximas décadas.

Mientras el empresariado busca fuentes energéticas baratas y seguras en el largo plazo, los ecologistas postulan la eficiencia energética y las energías renovables no convencionales (ERNC) que generan menores impactos en el ambiente y dinamizan las economías locales.

Junto con darle un fuerte impulso a las ERNC, como la eólica, solar y geotérmica, la mandataria decidió contratar estudios por 100 millones de pesos (185.000 dólares) en 2008 y 400 millones de pesos (740.000 dólares) este año para evaluar técnicamente la opción nuclear, lo cual fue interpretado por el movimiento ecologista como una violación al acuerdo electoral que suscribió en 2005 con 23 organizaciones.

Uno de los puntos del llamado Acuerdo de Chagual estipulaba que Bachelet no incluiría la energía nuclear, considerada cara, riesgosa y contaminante, a cambio del respaldo de los ambientalistas. Aunque la mandataria se defendió diciendo que durante su administración no se tomaría una decisión al respecto, los verdes decidieron romper el pacto en abril de 2008.

La ofensiva empresarial ha sido liderada por las grandes compañías mineras ávidas de energía que operan en el norte de Chile.

"Los grupos ecologistas, pese a lo legítimas de sus posturas, nos están llevando a un statu quo donde no se puede hacer nada: se oponen a las hidroeléctricas y a la energía nuclear, lo que se traduce en que se aprueben sólo proyectos de menor envergadura. Estos sectores tienen el derecho a dar su opinión, pero no a imponer vetos", declaró el presidente de la CPC en una entrevista al diario La Tercera.

"Los que defendemos la energía nuclear, en tanto, debemos expresarnos con más fuerza, ya que no tenemos una visión contradictoria con la de los verdes: el desarrollo sustentable sí se puede combinar con el crecimiento", acotó Guilisasti, bajo el supuesto de que la energía nuclear emite menos dióxido de carbono que el petróleo o el carbón, algo desestimado por los ambientalistas que miden el proceso completo.

Preocupado del poder financiero y la influencia mediática del empresariado, el Programa Chile Sustentable preparó el documento de 55 páginas titulado "La Energía Nuclear NO tiene futuro", donde detallan los fundamentos de su oposición a este tipo de energía. La publicación contó con el apoyo de la alemana Fundación Heinrich Böll.

Según Larraín, los promotores de la energía nuclear "están aprovechando el descampado de desinformación" existente actualmente en Chile. A su juicio, son numerosos los mitos alentados por la industria que deben ser derribados, como que se trata de energía más limpia y barata que la generada por combustibles fósiles, y que es capaz de dotar a los países de independencia energética.

La energía nuclear depende de un recurso no renovable, como es el uranio, y requiere de grandes inversiones y subsidios estatales directos e indirectos para operar, aseguró. Los altísimos costos de desmantelamiento de las centrales, que tienen entre 30 y 40 años de vida útil, y la falta de lugares para la disposición final de los desechos radiactivos son otros problemas estructurales, acotó.

Según Montenegro, también presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), el movimiento antinuclear regional debería basar su estrategia en cuatro áreas simultáneas: movilización, fortalecimiento técnico, incidencia mediática y "judicialización" de los conflictos.

Desde su perspectiva, Argentina, que tiene dos reactores de potencia en funcionamiento, "no es un ejemplo a seguir por Chile", puesto que el programa de núcleo-electricidad desarrollado por su país se ha mostrado peligroso para la salud de los operarios y de la población en general, al igual que sucede en otros países, indicó.

El desarrollo de la energía nuclear podría afectar gravemente la imagen internacional de Chile como exportador de alimentos y de productos estrellas como el vino, observó.

También alertó sobre los riesgos que tiene como país sísmico, con una singular geografía, flanqueado al oeste por el océano Pacífico y al oriente por la imponente cordillera de los Andes.

"Si se produce un accidente grado siete (el máximo que podría ocurrir), en cualquier parte de Chile, en el norte, en el centro o en el sur, se tiene que asumir que ese accidente va a cubrir como mínimo la mitad del país", terminando con todas las actividades productivas, aseveró.

La amenaza terrorista sobre instalaciones nucleares es otro peligro creciente, advirtieron Larraín y Montenegro, así como la eventual utilización política de los recursos radioactivos, aún cuando la región está libre de armas nucleares y en 2003 todos los países reafirmaron su adhesión al Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (conocido como Tratado de Tlatelolco), vigente desde 1969.

En un seminario realizado en la víspera en Santiago, el ex presidente chileno Ricardo Lagos (2000-2006) y actual enviado especial de la ONU para el Cambio Climático, señaló que la energía nuclear "es importante estudiarla y también es conveniente analizar cómo podría funcionar y el back up que estas centrales tienen que tener en caso de mantenimiento, y eso es algo que tienen que verlo los expertos".

Larraín finalmente recordó que en Chile ya existen dos plantas nucleares experimentales, donde se han registrado diversos accidentes, uno de los cuales causó la muerte por leucemia a dos ex conscriptos que estuvieron en contacto con material radiactivo en 1989, mientras otros tienen secuelas.

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