La Asociación Oriental de la Unión Europea (UE), que promueve la cooperación entre los países del bloque y las repúblicas ex soviéticas, fue muy aplaudida en el este, ignorada en el oeste y criticada en Rusia.
La iniciativa sueco-polaca, en funcionamiento desde la cumbre de la UE de este mes en Praga, se propone dar a las políticas de la UE una dimensión oriental, sin llegar a plantear a los países de la región la posibilidad de integrarse al bloque de 27 países.
Para Polonia, potencia regional de Europa oriental, la Asociación Oriental es la mayor iniciativa de la UE en la región.
Los defensores de la ampliación son conscientes de que las anteriores incorporaciones plantearon a la UE asuntos fundamentales en materia de reforma institucional, a los que hay que agregar las dificultades que supone la actual crisis financiera internacional.
Sin embargo, la dimensión oriental aumentará de forma significativa las posibilidades para que más países de Europa del este se integren a la UE, una vez que estabilicen su situación institucional y financiera y si los aspirantes realizan profundas reformas políticas y económicas.
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Los defensores de la Asociación Oriental tienen esperanzas de que en los próximos años Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Moldavia, Ucrania e incluso Belarús, otrora incondicional aliado de Rusia, se beneficien del libre tránsito de personas y, lo más realista, de una zona de libre comercio para servicios y productos agrícolas.
Las seis repúblicas ex soviéticas también pueden estar interesadas en una cooperación más estrecha en materia de control fronterizo, cuestiones ambientes y transporte. Por su parte, la UE señaló que aumentará la cooperación académica y enviará especialistas para colaborar en lo que considera reformas clave.
Para los miembros orientales de la UE, la idea es aumentar la posibilidad de predecir la situación de sus vecinos y atraerlos de a poco a las políticas del bloque e integrarlos al mercado común, en vez de esperar por su propia "democratización".
No hay que asumir que las prioridades de esos países van a coincidir con las de la UE, advirtió Nicu Popescu, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, con sede en Londres.
"No necesariamente van a correr a democratizarse, más bien buscarán asistencia financiera, política, diplomática y para la resolución de conflictos", señaló.
El presupuesto inicial de la iniciativa, sujeto a reformas, será de 600 millones de euros (unos 820 millones de dólares), pero no significará una carga adicional para la UE, pues los fondos ya habían sido asignados a los países en forma individual en el marco de la Política Europea de Vecindad.
Algunos países de forma independiente, el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Desarrollo y Reconstrucción pueden llegar a contribuir con más fondos.
"Las oportunidades a corto plazo no son claras, sin duda mejorarán sus relaciones con la UE, pero creo que seguirán haciendo lo que han hecho hasta ahora, oscilar entre Rusia y la UE y tratar de obtener beneficios de ambos", dijo Popescu a IPS.
La Asociación Oriental también se propone disminuir la influencia de Rusia en Europa oriental, contra la política de los países del oeste de priorizar sus vínculos con ese país.
Además, la iniciativa compite por recursos y respaldo político con la Unión para el Mediterráneo, encabezada por Francia, que promueve la cooperación entre la UE y los países del mar de Mediterráneo.
Austria, España, Francia, Gran Bretaña e Italia fueron algunos de los estados que enviaron representantes de menor rango a la cumbre de Praga, donde se lanzó la Asociación Oriental, actitud que motivó críticas de funcionarios de República Checa, a cargo en este semestre de la presidencia rotativa de la UE.
Además de su deseo de minimizar las tensiones en la región, los países de Europa occidental poseen grandes inversiones en Rusia y tienen más para perder si se deterioran las relaciones.
Rusia se mostró preocupada por lo que considera una iniciativa geopolítica promovida por los países de la UE a los que tilda de rusófobos, pese a que su reacción no fue tan hostil como la que suscitó la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el este.
"Es de una escala totalmente diferente. La Asociación Oriental es sólo uno de los procesos de la UE, en cambio la integración a la OTAN tiene claras consecuencias para la seguridad de los estados involucrados", indicó Popescu, quien de todas maneras reconoció el malestar de Rusia al respecto.
"Rusia hizo unas cuantas declaraciones criticando la iniciativa. Lo que ocurra en el futuro dependerá también de cuán sustancial sea la asociación y de lo que haga Moscú para reafirmar su esfera de influencia en esos países", añadió.
Rusia promueve sus propias políticas de integración mediante inversiones, asistencia y firmando acuerdos comerciales con sus vecinos.
Georgia y Ucrania explicitaron sus ambiciones respecto de la UE, en cambio los gobiernos de Armenia, Azerbaiyán, Belarús y Moldavia ven una posibilidad de recibir apoyo e inversiones de Bruselas, sede de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, así como concesiones de Rusia, asustado por su acercamiento a Occidente.
Salvo en lo que respecta a su política energética y de seguridad, la UE señaló que evaluará los méritos de las seis ex repúblicas soviéticas por separado.
Funcionarios ucranianos están decepcionados de estar en la misma categoría que países como Belarús, que nunca se plantearon integrarse a la UE y donde Rusia ha sido un socio más privilegiado.
"Participamos en asuntos europeos no en contra de alguien, sino para beneficiar a nuestro pueblo y a nuestra economía", respondió el presidente bielorruso Alyaksandr Lukashenka, al ser consultado por las posibles tensiones geopolíticas que pudieran derivarse de su integración en la Asociación Oriental.
De hecho, la UE fue criticada por disidentes bielorrusos por dar una mano al régimen de ese país sin reclamar elecciones libres.
"Europa se equivoca al ofrecer a Lukashenka una oportunidad sin obligar a su régimen a organizar elecciones libres", declaró a la prensa Alyaksandr Kazulin, del Frente Nacional Bielorruso.