El gobierno brasileño puso en marcha este mes el Programa de Eliminación de Hidroclorofluorcarbonos (HCFC), en el marco del Protocolo de Montreal, cuya meta es detener en 2013 el consumo de esos gases y eliminarlos en 2030. Su consumo creció en los últimos años, sustituyendo a los clorofluorocarbonos (CFC), primer blanco del Protocolo.
Brasil importa 27.000 toneladas anuales de HCFC, que dañan la capa de ozono. Los usa en refrigeración (60 por ciento) y en productos petroquímicos (35 por ciento), informó Anderson Alves, asesor técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que apoya el programa brasileño.
“El amoníaco puede reemplazarlos en la refrigeración, pero es muy tóxico. Otras alternativas son aún caras, de uso complejo o demandan mucha preparación y seguridad”, explicó Alves a Tierramérica.