DERECHOS HUMANOS-IRÁN: La mentira vuelta confesión

Iraníes exiliados se muestran perturbados porque, antes aun del juicio a la periodista Roxana Saberi, el vicefiscal Hassan Haddad declaró que la acusada había admitido los cargos de espionaje por los que luego se la condenó a ocho años de prisión.

Cuando en enero detuvieron a Saberi, de 31 años, los funcionarios iraníes usaron como excusa que cargaba una botella de vino, pues el alcohol está prohibido en ese país. Pero no la procesaron por eso, sino por trabajar como periodista sin credenciales adecuadas. Luego, el 9 de abril, la acusaron de ser espía de Estados Unidos.

Saberi tiene doble ciudadanía. Creció en la ciudad de Fargo, en el septentrional estado de Dakota del Norte, Estados Unidos.

Hace cinco años se radicó en Irán, donde trabajaba en forma independiente para varios medios de comunicación, como la cadena de radio y televisión británica BBC, la National Public Radio de Estados Unidos y la agencia de noticias IPS (Inter Press Service).

Según el no gubernamental Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, también escribía un libro sobre cultura iraní.
[related_articles]
Aunque las autoridades iraníes revocaron las credenciales de prensa de Saberi en 2006, ella continuó publicando artículos breves, señaló esta organización.

"Roxana nos dijo que sus confesiones no eran verdaderas, que se las arrancaron bajo presión", dijo el padre de la periodista, Reza Saberi. Habían prometido liberarla luego de la confesión. Ella las niega a todas", expresó a los periodistas en Teherán.

"Las confesiones forzadas de detenidos destacados frente a cámaras de vídeo son de rutina en Irán", dijo a IPS en Nueva Delhi Mohsen Namakian, miembro de la organización de exiliados Ale Yassin. "Son usadas para sacar provecho político, sobre todo en campañas electorales."

"Desafortunadamente para las autoridades, en Irán nadie les da ningún crédito. Es bien sabido que la mayoría de ellas son confesiones falsas", señaló.

Namakian recordó el caso de Majid Tavakkoli, estudiante que en enero de 2008 logró enviar una carta desde la célebre prisión teheraní de Evin en la que describió algunas de las torturas a las que había sido sometido para arrancarle la confesión e identificado a los guardias responsables.

En marzo de 2008, en otra carta, dio más detalles sobre cómo lo trataron a él y a dos compañeros suyos que participaron en la misma confesión grabada.

"Nos filmaron en la oficina del jefe, en la sala de seguridad 209, usando un sofá y un televisor al fondo para mostrar que todo era normal, natural. Pero nosotros habíamos estado 10 meses en la cárcel. Nuestros rostros están desaliñados y alborotados como consecuencia de las torturas", escribió Tavakkoli.

El ayatolá Boroujerdi, un clérigo célebre por su secularismo, también fue obligado a someterse a las cámaras de televisión con una confesión falsa.

"Boroujerdi ha sido torturado y maltratado en numerosas ocasiones desde su arresto", informó en septiembre pasado la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.

"Lo golpearon, lo arrojaron contra una pared, le echaron agua fría cuando estaba durmiendo. Se dijo que las fotografías y los vídeos se registraron luego de que lo desnudaron por la fuerza, y que lo amenazaron con distribuirlas esas imágenes. Al parecer, así le arrancaron una declaración de arrepentimiento y confesiones", indicó Amnistía.

Seis meses después, expertos de Ale Yassin analizaron las confesiones en un documental. Quedó claro, según Namakian, que las imágenes de Boroujerdi habían sido editadas. También estudiaron la confesión de otros líderes religiosos caídos en desagracia.

La organización Ale Yassin tiene razón en estar preocupada, pues el líder del grupo, Payman Fattahi, también fue víctima de esa práctica, aseguraron.

Según Amnistía, Fattahi "fue arrestado el 14 de enero de 2009, tras ser conducido para interrogarlo al departamento que trata cuestiones religiosas en el Ministerio de Inteligencia".

"Antes, había pasado unos cinco meses detenido, tras su arresto en mayo, durante el cual fue torturado e interrogado sobre varios presuntos delitos, incluso por actuar contra la seguridad del Estado, crear una secta y promover el cristianismo y el ateísmo", señaló Amnistía.

"La organización también fue vilipendiada en la prensa estatal", agregó.

La portavoz de Ale Yassin, Yalda Noorshahi, dijo telefónicamente a IPS desde Canadá que su comunidad trabajará para exponer el carácter forzado y falso de las confesiones usadas contra Fattahi.

"Han fabricado imágenes falsas, usando técnicas de edición, para destruir la personalidad de Fattahi y nuestra credibilidad. Tenemos la versión original de la película falsificada y hemos mostrado ambas para exponer la naturaleza tramposa de estas supuestas confesiones", expresó Noorshahi.

En la versión falsificada, Fattahi dice: "En nombre de la justicia y la liberación, confieso que no hay verdad sobre mí. Fui motivado por mi egoísmo. Intenté despistar a la gente. Quería destruir la religión del pueblo. Estuve mal, me arrepiento, me disculpo ante el pueblo."

Pero en la versión original manifiesta: "Si grandes líderes y hombres como Mansoor estuvieran vivos hoy, tendrían que confesar en las Cortes de la Inquisición para que los dejen libres, y ellos los dejarían ir. Tienen que aparecer ante cámaras y confesar, en nombre de la verdad y la legitimidad, en el nombre de…".

Según Noorshahi, Fattahi todavía está bajo custodia y es sometido a torturas físicas y psicológicas. Su salud se está deteriorando, lo que sugiere que otros detenidos en la prisión de Evin, como Saberi, están en malas condiciones.

En el mundo exterior, el ejemplo más conocido de confesiones falsas televisadas correspondió a un grupo de marinos británicos que entre marzo y abril de 2007 pasaron 13 días en una prisión iraní, tras haber sido capturados en aguas del Golfo Pérsico (o Arábigo).

Luego de ser liberados, los marinos retiraron las confesiones que habían formulado ante sus captores iraníes, admitiendo el "ingreso ilegal" a aguas iraníes.

Según Namakian, el régimen tergiversa los hechos en su intento sistemático de convertir confesiones falsas en propaganda para el consumo local.

Muchos consideran que la situación de Saberi es similar a la del filósofo canadiense-iraní Ramin Jahanbegloo, a quien las autoridades arrestaron en abril de 2006 y liberaron tras cuatro meses de detención, una vez que hubo "confesado" que su obra académica era parte de la planificación de una "revolución de terciopelo".

Las normas internacionales de derechos humanos protegen a los detenidos, prohibiendo que se las obligue a hacer "confesiones". El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del que Irán es parte, defiende el derecho de todas las personas a no ser obligado a "testificar contra sí mismo o confesarse culpable".

Es ilegal que las autoridades usen medios coactivos para obtener declaraciones autoincriminatorias. Además, difundir esas declaraciones es una forma de trato degradante, prohibido por el derecho internacional.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe