El gobierno de México anunció este martes la construcción de una refinería de petróleo en el central estado de Hidalgo. El proyecto, que insumirá más de 9.000 millones de dólares del Estado, ya recibió críticas de ambientalistas y analistas.
La refinería, que entraría en operación en seis o siete años, será la primera que se construya en este país desde la década de 1970 y representará una de las mayores inversiones públicas de los últimos años. En la fase de diseño y construcción generará 50.000 puestos de trabajo, y 1.400 cuando esté funcionando, según las autoridades.
"Se confirma que el gobierno, los legisladores y los políticos de México tienen un discurso contradictorio, pues pontifican contra el cambio climático y al mismo tiempo gastan millones en apuntalar el consumo petrolero y marginar las energías alternativas", dijo a IPS el activista Raúl Estrada, portavoz de la filial de Greenpeace en México.
Los hidrocarburos mueven a casi 100 por ciento del parque automotor de México y son el principal combustible generador de electricidad. La participación de la geotermia y la energía eólica no llega a 3,5 por ciento de la generación eléctrica.
Según Estrada, la población que vive cerca del lugar donde se emplazaría la nueva refinería soportará graves efectos ambientales.
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El sitio elegido se encuentra en el municipio de Tula, con una población de cerca de 100.000 personas dedicadas en gran parte a la agricultura y ganadería. No muy lejos de allí opera desde 1976 la refinería Miguel Hidalgo, además de una fábrica de cemento y una central termoeléctrica.
De acuerdo con un estudio de la Secretaría de Medio Ambiente, Miguel Hidalgo libera 110.000 toneladas de bióxido de azufre por año, además de óxido de nitrógeno y partículas suspendidas. Los costos ambientales y sanitarios derivados de su funcionamiento ascienden unos 868 millones de dólares anuales.
"No permitiremos más destrucción" en esa zona, pues la experiencia de la refinería Miguel Hidalgo ha sido "terrible", dijo a IPS el ambientalista José Tovar, presidente de la Unión de Organizaciones Ecologistas de los estados de Hidalgo, México y Querétaro.
En opinión del especialista petrolero Marcelo Contreras, la decisión de construir una nueva refinería es cuestionable también desde el punto de vista económico.
El volumen de retorno de una fábrica de refinación de combustibles es bajo "en la mayoría de los países", señaló el consultor privado Contreras. El proyecto obedece sobre todo a presiones políticas, opinó.
El año pasado, el gobierno del conservador Felipe Calderón propuso habilitar la participación privada en la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que ostenta el monopolio de la explotación de crudo, sobre todo en áreas como transporte y refinación.
A partir de la propuesta de reforma petrolera del Poder Ejecutivo, el parlamento celebró una serie de foros y se abrió un debate sobre la cuestión que culminó con la aprobación de un paquete de modificaciones.
Tras la firme oposición de la izquierda y de varios estudiosos de la cuestión petrolera, que veían detrás de las propuestas del gobierno el apetito de las corporaciones extranjeras, se acotó el espacio a la participación privada, vedándole especialmente el acceso al sector de refinación de combustibles.
En los foros legislativos, el gobierno prometió que se construirían una o más refinerías.
El columnista del diario Reforma, Enrique Quintana, señaló que "salvo que haya grandes sorpresas en materia de inversión, es probable que cuando la nueva refinería entre en operación la producción de Pemex no alcance a satisfacerla".
"Este proyecto fue uno de los costos que tuvo que pagar el gobierno para que la reforma petrolera, con todo y sus limitaciones, pasara", opinó Quintana.
El opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) celebró la decisión de emplazar la refinería en Hidalgo, donde gobierna.
Según Pemex, el lugar fue definido por estrictos criterios técnicos, pero advirtió que se mantendrá sólo si el gobierno estadual asegura en los próximos 100 días la expropiación de los terrenos requeridos. El gobernador Miguel Osorio aseguró que esa condición será puntualmente atendida.
El secretario de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, José Manuel del Río, del pequeño partido de izquierda Convergencia, la ubicación resuelta es equivocada y "politizada". "Van a construir la refinería en una de las ciudades más contaminadas del mundo", sostuvo.
Incluso con esa nueva planta, sumada a otras seis ya existentes, este país de más de 104 millones de habitantes continuaría requiriendo de importaciones para atender la demanda interna de gasolina y otros derivados, según estudios del gobierno.
En el informe Prospectiva de Petrolíferos 2008-2017, la Secretaría (ministerio) de Energía asegura que el consumo de gasolinas y derivados es de 817.000 barriles diarios, mientras que la capacidad nacional de refinación cubre sólo 451.500 unidades.
Con la nueva refinería, y la modernización de otra a un costo de 3.076 millones de dólares, la capacidad de refinación en 2014 será de 737.000 barriles por día, pero la demanda interna también crecerá a casi un millón de unidades diarias.
El área de refinación de Pemex registró en 2008 pérdidas por 9.000 millones de dólares, cifra similar a la inversión estimada para la nueva refinería.
A inicios de este mes, un estudio de la estatal pero independiente Auditoría Superior de la Federación sostuvo que las refinerías nacionales son ineficientes y producen sin cumplir con estándares internacionales.
El crudo que se procese en este país en el futuro podría ser en gran parte importado. Las reservas nacionales probadas tienen un horizonte no mayor a 20 años. Hoy la producción petrolera es de alrededor de tres millones de barriles de 159 litros por día.
Por otra parte, "hacer otra refinería es la mejor forma de decir vamos a seguir contribuyendo al cambio climático, esto es un error", insistió el ecologista Estrada.
México es responsable de dos por ciento de las emisiones de gases invernadero que producen el recalentamiento del planeta.
El gobierno y los partidos políticos coinciden en que se debe caminar hacia nuevas matrices energéticas, pero las mayores inversiones siguen apuntando invariablemente al petróleo.