Cuando el gobierno tailandés impuso la ley de emergencia para enfrentar a los manifestantes que visten camisetas rojas, los militares no fueron su única arma. También se silenciaron los medios de comunicación críticos al régimen.
Este clima de censura se había propagado en las últimas horas más allá de Bangkok y de cinco provincias vecinas, donde el decreto de emergencia sigue en vigor. En las provincias del norte y noreste, las radios comunitarias afines a los "camisetas rojas", contrarios al gobierno, fueron objeto de redadas policiales y clausuras.
El Ministerio de Información y Tecnología mostró su poderío también, ordenando que los proveedores de servicios de Internet clausuraran 67 sitios web. Pero ese número puede aumentar, dado que también fueron tomados por blanco "los sitios web críticos hacia los 'camisetas rojas'", advirtió un activista por los derechos de los medios.
El gobierno de coalición, que lleva cuatro meses en el poder y está liderado por el Partido Demócrata, justificó esas medidas como manera de impedir más manifestaciones, que derivaron en enfrentamientos violentos el 13 y el 14 de este mes en Bangkok.
En esa oportunidad, cientos de personas vistiendo camisetas rojas bloquearon importantes cruces de avenidas de la capital y chocaron con las fuerzas de la seguridad, lo que dejó 100 heridos y dos muertos.
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"Las estaciones de radio fueron clausuradas porque se estaban usando para incitar a la violencia. Y el derecho a la libre expresión termina cuando se usa para convocar a la violencia", justificó la medida ante la prensa Buranaj Smutharakas, portavoz del Partido Demócrata.
"Aunque el gobierno puso fin a la 'devastación roja' en Bangkok, la situación sigue siendo frágil. Los principales esfuerzos del gobierno buscan impedir que los miembros (de los camisetas rojas) recurran al terrorismo y (creen un) movimiento de resistencia armada", agregó.
La censura comenzó el 13 de este mes con el cierre de la transmisora satelital de noticias "D Station", portavoz de los camisetas rojas. E, inadvertidamente, expuso la tendencia que domina a los medios locales.
Los medios impresos y electrónicos dominantes no fueron censurados. Es que habían retratado positivamente a la coalición gobernante liderada por el Partido Demócrata.
"Los periódicos no fueron presionados por el gobierno. Eligen hacerlo porque les gustan los demócratas y quienes los respaldan, y odian a los rojos. Así que no tienen que preocuparse por la censura", dijo a IPS un importante periodista de televisión a condición de no revelar su identidad.
Los canales de televisión estuvieron bajo cierta presión, reveló. "Una figura poderosa le dijo a mi jefe que no difundiera imágenes que perjudicaran a los militares o al gobierno", dijo.
Un analista culpó a los medios dominantes de realizar una cobertura parcial, donde se hizo poco esfuerzo para comprender y explicar por qué decenas de miles de camisetas rojas de las provincias y la capital respondieron a la convocatoria a manifestar lanzada por la organización que lidera el movimiento contra el gobierno, el Frente Democrático Unido contra la Dictadura (FDUD).
"No se publicaron informes sobre las concentraciones del FDUD, pero cuando tuvieron lugar (dejaron ver) más el aspecto negativo de las manifestaciones", dijo Ubonrat Siriyuvasak, profesora de comunicaciones en la Universidad Chulalongkorn de Bangkok.
"Los medios necesitan cubrir todos los colores de la política de Tailandia, porque ésa es su responsabilidad ante la sociedad. Tienen que intentar ser profesionales y neutrales", señaló.
"La cobertura tendenciosa de los medios dominantes hizo que los partidarios del FDUD se volvieran muy infelices y frustrados", agregó en una entrevista.
"Estas personas marginadas han quedado con poca opción más que crear su propio espacio de medios alternativos, a través de radios comunitarias y sitios web", explicó.
Sin embargo, esta no es la primera vez que los medios alternativos son blanco de censura, mientras que los medios dominantes permanecen intactos.
Unas 300 radios comunitarias y locales fueron silenciadas por operativos militares días después de que el poderoso ejército tailandés protagonizara un golpe de Estado en septiembre de 2006, derrocando al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra.
Actualmente Thaksin vive en el exilio para eludir el arresto por violar leyes contra conflictos de intereses y contra la corrupción. A pesar de las acusaciones, cuenta con un gran apoyo entre los pobres, que constituyen la base del movimiento de los camisetas rojas.
"Todas las radios comunitarias norteñas fueron clausuradas temporariamente, tras hallarse que algunas provocaron la falta de unidad entre la población y crearon malentendidos en torno al (18) golpe militar", informó el periódico Bangkok Post durante la semana en que éste ocurrió.
"Ahora las radios comunitarias son vistas como una amenaza significativa a la autoridad (de la junta gobernante), dado que podrían ser usadas por el derrocado primer ministro para incitar al resentimiento público" contra la junta, agregó.
La actual ola de censura que apunta contra los medios de los camisetas rojas tiene paralelismos con la política de medios del último régimen militar del país. Muchos de quienes fueron silenciados apoyaban abiertamente a Thaksin. Ahora viven en el exilio como fugitivos y son buscados por acusaciones de corrupción.
Pero las radios y los sitios web silenciados también difundieron puntos de vista que llamaron al gobierno de coalición a disolver el parlamento y convocar a nuevas elecciones, atacaron al liderazgo militar y a la burocracia conservadora, y demandaron que los altos asesores del monarca renunciaran por su presunto rol en el golpe de 2006.
Esos puntos de vista demostraron ser mucho más de lo que los medios dominantes podían tolerar. Y la manifestación callejera organizada hace una semana por los camisetas rojas, como parte de un llamado del FDUD a hacer una "revolución" en nombre de los pobres, parece haber sido el colmo para el centro neurálgico de los medios, radicado en Bangkok.
Los periódicos respondieron con titulares estridentes, agudos comentarios y coberturas que se regodeaban ante el fracaso de la revolución de los camisetas rojas. Los canales de televisión siguieron la misma tónica..
Los camisetas rojas se manifestaron muy molestos por la cobertura sesgada de los medios dominantes. "La prensa de Tailandia está con el gobierno. Es como una asociación empresarial. Nos han defraudado. No pueden ser llamados medios nacionales", dijo un habitante de Bangkok de 47 años que se identificó como Somchai.
"No podemos confiar en los periodistas tailandeses, porque lo que sabemos no es informado", agregó la empresaria Salukjit Sangmuang, quien igual que Somchai se unió el 14 de este mes a unos 500 camisetas rojas en un campo abierto de la parte histórica de la capital. Lo hizo para asumir la derrota que sufrió su movimiento a manos de las tropas prontas para el combate.
"Dependemos de los sitios web y de los medios extranjeros para recibir las noticias", dijo.
Este bloqueo informativo incluso hizo que una controvertida figura ayudara a transmitir la historia de los camisetas rojas por Internet. Se trata de la teniente Sunisa Lertpakawat, quien escribió dos libros que son relatos favorables al fugitivo Thaksin.
"Lo que he visto en la televisión tailandesa sobre los camisetas rojas no es la verdad. Muchos de los incidentes no fueron mostrados", dijo la militar de 34 años, durante una pausa en la grabación de un vídeo que mostraba a enojados camisetas rojas en Sanam Luang, un campo abierto rodeado por templos antiguos y un palacio.
"Las personas están indignadas, porque los que los periódicos y la televisión han dicho sobre ellas no es verdad", sostuvo.