El cambio climático, que está derritiendo los glaciares de Perú, y la ausencia de una gestión pública adecuada parecen ser las causas de la escasez de agua que alienta conflictos en este país, advierten diferentes voces.
Cuarenta y ocho por ciento de los 218 conflictos sociales registrados por la Defensoría del Pueblo de Perú hasta febrero de 2009 giran en torno de problemas socio-ambientales, muchos de ellos vinculados al «manejo del agua», afirma la investigación «El agua ante nuevos desafíos. Actores e iniciativas en Ecuador, Perú y Bolivia», publicado por la organización internacional Oxfam el 20 de marzo.
Dos departamentos sureños, Moquegua y Arequipa, están enfrentados por el agua. Las comunidades campesinas de la zona altoandina del río Yauca han vivido choques violentos con pérdida de vidas.
Los proyectos de irrigación Chavimochic y Chinecas, en el noroeste, entrañan permanentes disputas por los recursos hídricos. Chavimochic riega unas 155.000 hectáreas, 66.000 de ellas ganadas al desierto, y abarca a Trujillo, la ciudad más importante de la región La Libertad.
Chinecas, en la región de Ancash, ha mejorado el riego de 24.000 hectáreas y ampliado en 10.000 la frontera agrícola.
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Las regiones de Piura y Lambayeque, en el norte, están enfrentadas por el uso de las aguas del río Huancabamba, que nace en la primera, pero riega la segunda.
Es que el agua no sólo es poca en Perú, sino que está mal distribuida. Setenta por ciento de la población vive en la desértica franja costera del océano Pacífico y dispone de apenas 1,8 por ciento del agua dulce del país.
La costeña Lima alberga a 30 por ciento de los peruanos, ocho millones de personas. Es la segunda urbe ubicada en un desierto y más poblada del planeta, después de El Cairo. Se calcula que entre uno y dos millones de sus habitantes no tienen agua potable.
La ingeniera Carmen Felipe-Morales, especialista del Instituto de Promoción y Gestión del Agua, subraya que Lima no cuenta con agua suficiente para sus habitantes.
En algún momento de su primer mandato (1985-1900), el presidente Alan García propuso mudar esa enorme población a otro lugar, una idea que no volvió a mencionar en su actual gestión.
En cambio, convirtió la promesa electoral «Agua para todos» en un programa estratégico de su gobierno, que se propone abultadas inversiones en 185 proyectos de agua potable y saneamiento.
El objetivo declarado es ampliar de 76 por ciento a 88 por ciento el servicio de agua potable, de 57 por ciento a 77 por ciento el de saneamiento y de 22 por ciento a 100 por ciento el tratamiento de aguas servidas, con plazo en 2015.
Se cumpliría así la meta 10 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados por la comunidad internacional en 2000: reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas sin acceso sostenible a agua potable y saneamiento.
Pero la cuestión sigue siendo la poca agua disponible.
Para Felipe-Morales, «si no se pone un freno al aumento de la población de la capital, el problema será mayor, no solo por la demanda sino por otro aspecto muy grave: la contaminación del agua», afirmó para este artículo.
«Más de la mitad de los ríos de mayor demanda de uso están severamente contaminados» en Perú, según Oxfam. En el norte, Chira, Piura, Llaunaco, Santa y Huallaga. En el centro, Chillón, Rímac, Yauli y Mantaro. Y en el sur, el río Chili.
En opinión de Felipe-Morales, la gestión del agua parece no estar en la agenda del gobierno.
«Una gestión adecuada es sobre todo prevención y educación y que se cumplan las normas, porque en Perú tenemos muchísimas leyes y normas referidas a ambiente, pero, ¿se cumplen?», se cuestionó.
A este panorama vino a sumarse la Ley de Recursos Hídricos, promulgada el 30 de marzo, y cuestionada por sectores sociales y políticos porque «muy claramente abre las puertas a la privatización de la administración del agua», según la legisladora Yaneth Cajahuanca, del Partido Nacionalista.
Mientras, una fuente crucial de agua dulce se derrite frente a los ojos de los peruanos. Los glaciares, enormes masas de hielo en la superficie terrestre, están desapareciendo por el recalentamiento del clima, advierten especialistas.
En este país se encuentran 71 por ciento de los glaciares tropicales del mundo, mientras el resto se reparten entre Bolivia, con 22 por ciento, Ecuador, con cuatro, y Colombia, con tres por ciento.
El área glaciar peruana pasó de 2.042 kilómetros cuadrados a 1.596 en los últimos 30 años, señaló el ingeniero Marco Zapata, jefe de la Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos de la Autoridad Nacional del Agua de la provincia de Huaraz, en el noroeste.
Son 446 kilómetros cuadrados menos de glaciares, que representan 7.000 millones de metros cúbicos de agua o 10 años de consumo hídrico en Lima.
En la Cordillera Blanca, la más alta y extensa del mundo en su tipo y situada en Ancash, la superficie glaciar se contrajo en 187 kilómetros cuadrados entre 1970 y 2003. Fue un retroceso de 26 por ciento en 33 años. Pero 10,5 por ciento correspondió sólo a los últimos seis años, entre 1997 y 2003, apuntó Zapata, que lleva más de tres décadas estudiando el fenómeno.
«En 1989 se publicó un primer inventario nacional de glaciares, en base a fotografías aéreas de los años 1970 y 1974, tomando en cuenta 18 cordilleras nevadas o grandes áreas glaciares. No se inventarió la cordillera volcánica de Arequipa debido a que las fotografías estaban con muchas nubes, ni la de Barroso de Tacna (ambas en el sur), pues sus glaciares ya habían desaparecido», relató.
En 2007 «comenzamos a trabajar un nuevo inventario de glaciares y lagunas altoandinas o proglaciares, iniciando el trabajo por la Cordillera Blanca», explicó Zapata.
Este último inventario fue hecho con imágenes satelitales de 2003. Si en 1970 los glaciares de la Cordillera Blanca ocupaban 723 kilómetros cuadrados, los resultados de 2003 indicaban sólo 535 kilómetros cuadrados.
Esa cordillera contiene un cuarto de los glaciares tropicales del mundo, afirma el estudio «Alpine Lakes and Glaciers in Peru: Managing Sources of Water & Destruction», publicado por Edward Spang en 2006.
Los ríos de la franja costera nacen en las serranías y se alimentan de los hielos o de las precipitaciones serranas. «Cuando los glaciares desaparezcan, solamente se dependerá del agua de las lluvias», advirtió el especialista.
Este país tiene unas 12.200 lagunas y «éstas tendrán que utilizarse, así como aquellos valles que reúnan las condiciones para almacenar agua durante la época de lluvias», opinó.
Tendrán que promoverse cultivos acordes a la disponibilidad hídrica, mejorar los sistemas de riego y reducir las pérdidas por grietas en los canales, que determinan el desperdicio de 70 por ciento del líquido en la sierra, según Zapata.
* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Excluida la publicación en Italia. Publicado originalmente el 11 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.