Shaynar Bacon era cajera en un centro comercial de Mindanao, en el sur de Filipinas, cuando supo que una fábrica de productos electrónicos de Taiwán necesitaba personal y quiso probar suerte.
La solicitud de Bacon fue aceptada. Pidió dinero a sus familiares y sacó un préstamo para reunir los 2.000 dólares del viaje. Ella pensó que con el salario prometido de 500 dólares al mes podría pagar sus deudas, ayudar a sus padres y mandar a sus hermanos a la escuela, además de hacer realidad su sueño de un comercio de venta de arroz.
Nada de eso era posible con su sueldo de cajera de 100 dólares al mes. "No pensaba trabajar en el extranjero para siempre. Sólo quería ahorrar dinero para montar mi negocio y comprar una casa para mi familia", relató.
Ese sueño alentó a Bacon, de 25 años, a trasladarse a Taiwán en junio de 2008. Trabajó muchas horas, padeció las diferencias culturales y lingüísticas a la espera de recoger la recompensa al término de los dos años de contrato.
Pero a los seis meses tuvo que regresar a Filipinas sin empleo y sin dinero, como miles de trabajadores despedidos a raíz de la crisis económica internacional.
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La recesión disminuyó la demanda de las economías ricas, como las de Estados Unidos y Europa occidental, y principales mercados de exportación de muchas fábricas de la región, como la de Bacon. Las empresas perdieron clientes, y miles de trabajadores, en su mayoría mujeres, el empleo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica que el desempleo en los países en desarrollo afectará a 5,9 por ciento de la población económicamente activa este año, unos 23,3 millones de personas.
El caso de Bacon muestra cómo la crisis económica afecta a los sectores más vulnerables de la población. Las mujeres, más que los hombres, perderán su trabajo a causa del cierre de fábricas o de la "racionalización" de sus operaciones, según numerosos analistas.
"Debemos tener conciencia del impacto que tiene la crisis económica en el desequilibrio de género", señaló Ursula Schaefer-Preuss, vicepresidenta de desarrollo sustentable y gestión de conocimiento del Banco de Desarrollo Asiático, en la apertura de un foro con altos funcionarios de la OIT y representantes del gobierno, realizado en Manila en febrero.
"El desarrollo económico sostenido de esta década permitió la creación de nuevos puestos de trabajo formales para las mujeres en los sectores textil, tecnología de la información, servicios doméstico y sociales, apuntó Schaefer-Preuss.
"Ahora son las primeras que despiden", remarcó.
Las mujeres de los países en desarrollo de Asia, como Filipinas, India, Tailandia y Vietnam, son las "primeras en acusar el golpe de la disminución de puestos de trabajo", según un estudio divulgado por la OIT en febrero.
El hecho obedece a que son mayoría en las industrias textil, electrónica y de la vestimenta. Además son la principal fuerza laboral del sector turístico, también muy golpeado. Eso socavará los logros alcanzados en los últimos tres decenios en materia de trabajo remunerado.
"Siempre nos olvidamos de que las mujeres son las que más sufren en tiempos de crisis", subrayó Nieves Confesor, del Centro de Gestión de Desarrollo, del Instituto de Gestión Asiático, en entrevista con IPS. Lo mismo sucedió hace 10 años a raíz de la crisis que golpeó a esta región.
La discriminación es otra de las cargas que llevan las mujeres, con o sin crisis, dijo a IPS Nazrul Islam Khan, secretario general del Instituto de Estudios Laborales de Bangladesh. "No tuvieron prioridad en el proceso de contratación, recibieron salarios más bajos y, en general, son las que despiden primero".
La razón es que las consideran como parte de la llamada "reserva flexible" de mano de obra, según el estudio de la OIT.
"En tiempos de estabilidad económica, hay gran movilidad de la población activa flexible, pasan de una fábrica, o taller de producción, a otro, o del sector formal a la actividad informal. Pero cuando hay crisis y recesión, lo más probable es que pierdan el trabajo antes", señala el documento.
Las mujeres suelen asociarse con el cuidado familiar y los hombres con el sustento. Las empresas les pagan salarios más bajos y les dan menos beneficios por considerar que tienen un papel secundario en los ingresos del hogar.
La discriminación de género queda en evidencia cuando las compañías están en dificultades y deben reducir personal, indicó Nazrul. Prefieren despedir a las mujeres, que suelen gozar de beneficios sociales como la licencia por maternidad.
"El desequilibrio de género debe ser tomado en cuenta cuando se crean los paquetes de estímulo", indicó Confesor, del Instituto de Gestión Asiático. Por ejemplo, los que apuntan a crear empleos de emergencia deben contemplar tanto a hombres como a mujeres.
La mayoría de las propuestas para crear puestos de trabajo se basan sobre la construcción de infraestructura. Pero se trata de un sector dominado por hombres, que no tendrá ninguna incidencia en las mujeres y, por lo tanto, en las familias.
"Ellas se hacen cargo de la familia. Cuando el presupuesto no alcanza, son las que deben encontrar la forma de cubrir las necesidades" del hogar, remarcó Confesor.
Las medidas de emergencia pueden contemplar a las mujeres si incluyen programas de servicios sociales y de protección ambiental, según la OIT. Además, los paquetes de estímulo fiscal deben incluir propuestas de microcrédito, en especial para las desempleadas más pobres.