«Post-neoliberalismo» es una palabra tan complicada de pronunciar como pensar alternativas al sistema capitalista en crisis. Por ahora es una incógnita si se trata de un término de moda o de una síntesis de ideas nuevas.
Ana Esther Ceceña, profesora de economía de la Universidad Autónoma de México, considera que las nuevas ideas se expresan en el llamado a consumir menos y a oponerse a los falsos proyectos de desarrollo, y aun así llevar una "buena vida".
Pero cómo lograr llevar a la práctica esas ideas es otro asunto.
Ese fue el propósito del congreso Kapitalismus am Ende? (¿Fin del capitalismo?, en alemán), organizado por la filial alemana de Attac (acrónimo francés de Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras para Apoyar a los Ciudadanos).
Attac, creada en Francia hace 11 años para combatir el neoliberalismo, ahora cuenta con oficinas en muchos países europeos y de América Latina.
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Unos 2.500 académicos, sindicalistas, representantes de organizaciones no gubernamentales y estudiantes de Europa, Estados Unidos y América Latina analizaron la crisis financiera internacional y, concretamente, cómo deshacerse del neoliberalismo en el congreso realizado en Berlín del 6 al 8 de este mes.
"Los movimientos populares de América Latina hace tiempo que entendieron que la crisis global del neoliberalismo es social, económica y ambiental", dijo Ceceña a IPS. "Ahora sabemos que el capitalismo neoliberal nos conduce hacia una catástrofe de gran escala y que hay que enfrentarla con un cambio radical en nuestras vidas".
Ceceña se refería a la masiva oposición a proyectos mineros en Chile, Guatemala, Perú y otros países de América del Sur, y a la creciente resistencia en Brasil a la deforestación de la Amazonia.
"La gente terminó dándose cuenta de que destruir la selva amazónica para cultivar soja, caña de azúcar o maíz para destilar y producir biocombustible destruye el ambiente y es un precio demasiado alto para pagar en falsos proyectos económicos que, por lo general, sólo benefician a las multinacionales y a las oligarquías locales", señaló.
"Al consumir menos y oponerse a esos proyectos, la gente socava los objetivos de las corporaciones trasnacionales y obliga al capitalismo a repensarse", añadió.
Pero nadie parece saber cuál es la alternativa. Muchos de los participantes expresaron sus dudas acerca de la capacidad de algunas organizaciones críticas del actual sistema económico de llevar adelante sus ideas, es decir lograr un cambio radical en el equilibrio del poder político en el ámbito nacional e internacional.
"La cuestión no es si hay que terminar con el neoliberalismo, sino cómo hacerlo", remarcó una estudiante alemana de ciencias políticas.
Ese fue el asunto de peso en el congreso. Por un lado, el encuentro fue un éxito pues los organizadores no esperaban más de 1.000 participantes. Pero por otro lado, no hubo consenso sobre qué medidas adoptar, pese que todos coincidieron en las causas de la crisis financiera.
Hubo muchas propuestas radicales hasta para los más izquierdistas. Michael Brie, profesor de filosofía social, planteó que el gobierno alemán nacionalizara al atribulado fabricante de automóviles Opel y lo usara como plataforma tecnológica para reinventar el sistema de transporte público. La medida no fue recibida con mucho entusiasmo.
Por su parte, Sven Gigold, uno de los fundadores de Attac Alemania y ahora candidato por el Partido Verde a las elecciones del Parlamento Europeo, planteó otra estrategia "post-neoliberal" que llamó "nuevo trato verde", en alusión al plan de recuperación creado por el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt (1881-1945), a raíz de la crisis de 1929.
La propuesta de Gigold apunta a una gran inversión estatal en energías renovables, nuevas políticas sociales para contrarrestar el desgaste del Estado de bienestar y promover un comercio global justo.
La ínfima cantidad de propuestas presentadas en el congreso revela lo que uno de los participantes llamó "impotencia de la izquierda frente a la crisis internacional del capitalismo".
"Tuvimos razón cuando pronosticamos la crisis del capitalismo y dijimos que nos llevaría a una catástrofe social y ambiental", subrayó Hans-Juergen Urban, presidente del mayor sindicato metalúrgico de Alemania, IG Metall.
"Pero ahora que el capitalismo realmente fracasó, no tenemos respuestas adecuadas. Nos olvidamos de pensar de forma crítica" sobre el sistema.
Las propuestas viables fueron escasas. Por ello no sorprende que la primera reacción haya sido organizar manifestaciones masivas.