Brasil volvió a obtener superávit comercial en febrero, pero a costa de una caída de 24 por ciento en las importaciones respecto de enero, por una fuerte retracción de la actividad industrial que puede provocar recesión económica.
Se redujeron sobre todo las importaciones de materias primas y bienes intermedios en sectores cuya producción depende de componentes extranjeros, tanto para el mercado interno como para las exportaciones, observó José Augusto de Castro, vicepresidente de la Asociación Brasileña de Comercio Exterior.
Su inquietud ante "la velocidad de la caída de las importaciones" es inusual en un dirigente que siempre se preocupó en ampliar las exportaciones y refleja el temor a la recesión en la economía brasileña, si bien De Castro aún no la considera inevitable, porque depende de actitudes del gobierno y de un mundo "sin rumbo definido".
De hecho, las exportaciones brasileñas de febrero fueron 25 por ciento menores que las de febrero del año pasado. El superávit de comercial de 1.767 millones de dólares se debió a una caída mayor de las importaciones, de 34,5 por ciento, respecto del mismo período.
Esa tendencia se debe en parte a la depreciación de la moneda nacional frente al dólar desde agosto, pero especialmente a la "caída del nivel de actividad del mercado interno", dijo De Castro a IPS.
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La crisis financiera mundial golpeó a este país sudamericano a partir de octubre, primero por una brusca escasez de crédito y luego por el impacto en las exportaciones. Cayeron los precios de las materias primas que Brasil exporta, pero no tanto el volumen, si bien algunos sectores industriales, como la metalurgia, sufrieron a la vez baja de precios y de cantidades vendidas.
En el período enero-febrero el flujo comercial brasileño, sumando exportaciones e importaciones, fue de 37.497 millones de dólares, casi 22 por ciento menor al primer bimestre del año pasado.
Solo Asia aumentó sus importaciones desde Brasil en el último bimestre, gracias a China, que importó 23,3 por ciento más que en enero-febrero de 2008. Asia se convirtió en el mercado más importante para Brasil, y su dinamismo se mantendría, espera el secretario de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Welber Barral.
Pero esa tendencia asiática a sostener las exportaciones brasileñas puede cambiar en los próximos meses, teme De Castro, pues depende de los precios de bienes agrícolas y minerales, que Brasil vende en gran cantidad a China.
En la otra punta, las exportaciones brasileñas a Estados Unidos y Argentina fueron las que más cayeron, 38 y 46,5 por ciento respectivamente, en el primer bimestre. Brasil registraría este año su primer déficit comercial con Estados Unidos en 10 años, prevé De Castro.
Con Argentina resurgieron con fuerza las disputas comerciales, ante medidas proteccionistas adoptadas por Buenos Aires. Brasil piensa financiar las exportaciones que se dirijan a ese país, como a otros vecinos en dificultades financieras. Otra idea es fijar cuotas para electrodomésticos, textiles y calzados, de forma de evitar nuevas acciones argentinas.
No sirve de nada presionar por un comercio sin trabas, porque Argentina "no tiene alternativas", en un momento de pesadas pérdidas en las cosechas de sus principales productos agrícolas, soja y trigo, agravadas por la caída de precios internacionales, sostuvo De Castro.
Además, ese país no tiene industrias suficientes para atender su demanda interna, aunque busque reducir su déficit comercial con Brasil, y tiene más dificultades en recuperar crédito, por sus deterioradas relaciones con el sector financiero internacional y porque Venezuela, importante financiador de Argentina, enfrenta dificultades por la baja de los precios petroleros, acotó.
Argentina se convirtió en uno de los principales mercados para las ventas brasileñas después de la creación, en 1991, del Mercado Común del Sur (Mercosur, que comprende también a Paraguay y Uruguay), pero sus relaciones comerciales sufrieron frecuentes conflictos y quejas de ambas partes.
Brasil podrá quejarse en la Organización Mundial de Comercio por las barreras argentinas, como los precios indicativos y las licencias que retardan las importaciones, anunció Barral.
Pero la crisis económica mundial está forzando a Brasilia a adoptar posiciones más conciliadoras y políticas. Por ejemplo, ofrecer condiciones como créditos, para la recuperación de los vecinos sudamericanos, que son los grandes importadores de bienes industrializados brasileños. Además, hay preocupación por asegurar estabilidad política a sus gobiernos.
Argentina, cuyo producto interno bruto creció cerca de ocho por ciento al año desde 2003, vive ahora un riesgo mayor que el brasileño de entrar en recesión, lo que afecta la popularidad del gobierno. El aumento del desempleo, también en Brasil, representa una amenaza política más seria, pues abre la posibilidad de turbulencias sociales y de agravamiento de la crisis económica.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dicho que su país fue el último en resultar contaminado por la crisis y será el primero en salir de ella. Pero entre economistas y dirigentes empresariales, como De Castro, la incertidumbre persiste. La debilidad del comercio exterior sugiere cautela.