BID: El engaño está en el nombre, dicen activistas

La 50 reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se inició este viernes bajo duras críticas de la Asamblea de los Pueblos, un encuentro paralelo de organizaciones de la sociedad civil. «Cincuenta años financiando la desigualdad» es la frase que, para ellas, define el aniversario.

El desempeño del BID es insatisfactorio, teniendo en cuenta su "mandato de promover la equidad social", sentenció Vincent McElhinny, gerente del programa latinoamericano del Centro de Información Bancaria (BIC, según sus siglas inglesas), con sede en Washington, quien consideró ilegítimas las pretensiones del Banco de aumentar sus fondos con aportes públicos subsidiados, pues opera con criterios comerciales.

La Asamblea, realizada por una coalición de 42 organizaciones sociales, con más de 500 participantes en los tres días de discusiones, destacó el hecho de que un tercio de la población latinoamericana, unos 184 millones de personas, siguen en la pobreza, y 64 millones son indigentes, con persistencia o aumento de la desigualdad entre ricos y pobres.

Los préstamos del BID a Colombia, por más de 14.000 millones de dólares, no lograron reducir la pobreza ni la desigualdad, cuyo índice es elevadísimo, así como los de Brasil y Guatemala, "sin explicaciones" por parte del Banco, ejemplificó McElhinny a IPS.

Sus financiaciones no incentivan los cambios, como reformas tributarias favorables a la redistribución de ingresos, "un tema intocable", opinó. Todo indica que ocurrirá lo mismo ahora, con los préstamos de emergencia para proveer liquidez a los países ante la crisis financiera mundial, observó el economista estadounidense.
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La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Sudamericana (IIRSA), encabezada por el BID, ya lleva ocho años y, según el Foro Económico Mundial, la región se mantiene muy rezagada en relación a Asia, acotó.

Falta transparencia y disposición de debatir seriamente con la sociedad, se quejaron representantes de la coalición no gubernamental, al reunirse el jueves con el presidente del BID, el colombiano Luis Alberto Moreno. El mismo día, cerca de 2.000 activistas marcharon por calles céntricas de Medellín, ciudad del noroeste de Colombia, en protesta contra las políticas del banco.

El financiamiento de megaproyectos también fue blanco de críticas en el Foro sobre Migraciones y Desplazamiento Interno, que hizo parte de la Asamblea de los Pueblos este viernes.

Esos proyectos, como las grandes centrales hidroeléctricas, desalojan a centenares de familias, frecuentemente sin la prometida contrapartida del "florecimiento de la economía local, la atracción de muchas inversiones y puentes para el mercado externo", destacó Oscar Chacón, director ejecutivo de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas (Nalac), de la ciudad estadounidense de Chicago.

"Las megaobras componen el modelo político-económico que el BID promueve y financia", dijo Chacón a IPS, y se cuestionó la persistencia del Banco en esa lógica, cuando la crisis global exige cambios.

Es necesario, según este salvadoreño que vive en Estados Unidos y se dedica hace dos décadas a los derechos de los inmigrantes, que se reconozca primero el fracaso del modelo actual y la necesidad de cambios, para "reorientar en dos campos" las políticas de las instituciones internacionales de crédito.

Volver a las políticas de desarrollo humano y social, no limitadas a la reducción de la pobreza, sino priorizando un mayor acceso de los pobres a la educación, a la salud y a viviendas dignas, sería una alternativa.

Otra opción es "reconsiderar los mercados locales y regionales", en lugar de la obsesión por inversiones extranjeras y exportación de materias primas con mano de obra barata. Esas nuevas políticas producirían "por añadidura el crecimiento del mercado local y la reafirmación de valores culturales", apreciando la agricultura y la soberanía alimentaria, señaló.

"Una paradoja" de las migraciones internacionales es que el mismo BID reconoce que las remesas de los emigrantes son "factores de desarrollo económico", mientras la emigración se produce precisamente por "ausencia del desarrollo" en el país de origen, observó Chacón.

Los emigrantes se convirtieron en los "inversionistas más generosos para la reducción de la pobreza en América Latina", concluyó, recordando datos registrados por el propio BID: en 2008 los latinoamericanos que emigraron remitieron a sus países 69.000 millones de dólares, siete veces más que los préstamos concedidos por el Banco.

Los activistas de movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales se quejan de que el Banco está restringiendo la divulgación de documentos de los representantes de la sociedad civil, para no manchar las celebraciones autoadulatorias del 50 aniversario del BID, cuya 50 Asamblea Anual se celebrará hasta el 31 de este mes.

El Banco acumula muchos conocimientos e incluso ha financiado "buenas prácticas", pero no las difunde ni las replica, lamentó McElhinny. El activista reconoció también que el BID cuenta con expertos que señalan caminos correctos, pero "hay una pared separando la investigación y la operación" dentro de la institución, lo que anula el esfuerzo intelectual.

El mismo presidente del BID, Moreno, lanzó en 2006 una iniciativa interesante, Oportunidades para la Mayoría, destinada a beneficiar a la base de la pirámide social, pero en la práctica se destinaron pocos recursos al programa, según McElhinny.

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