Pese a las consecuencias que la debacle financiera internacional tiene en los países en desarrollo, la Unión Europea (UE) insiste en que los gobiernos africanos firmen convenios de apertura comercial conocidos como acuerdos de asociación económica (EPA, por sus siglas en inglés).
La insistencia de la UE se contradice con la opinión de los especialistas que en general coinciden en que la causa de la crisis financiera es la excesiva desregulación del sistema.
Tal como están redactados, los EPA dejarán a los países africanos a merced de la fuerte competencia internacional, afirman especialistas. Para esas naciones, el momento no podría ser peor.
El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el francés Dominique Strauss-Kahn, dijo a los gobernantes africanos reunidos en Dar Es Salaam que "la crisis se acerca despacio a las costas africanas, pero todos sabemos que llegará y que sus consecuencias serán graves".
Strauss-Kahn estuvo a principios de este mes en esa ciudad tanzana con motivo de la conferencia "Medidas de éxito para el reto del crecimiento africano".
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El crecimiento previsto para África subsahariana será de poco más de tres por ciento este año, por debajo del cinco por ciento de 2008, según cifras del organismo multilateral de crédito.
"El riesgo no es sólo económico. Existe la posibilidad real de que millones de personas queden en la pobreza", advirtió Strauss-Kahn en esa oriental ciudad de Tanzania.
Para muchas naciones africanas, el péndulo ya está oscilando.
La demanda internacional de productos básicos se desplomó en los últimos meses, dejando a los países africanos sin los ingresos necesarios que dejan las exportaciones.
La filial de la organización Oxfam en Francia, dedicada a promover el desarrollo, señaló que la inversión extranjera y las remesas de la diáspora africana en el extranjero, estimada en unos 251.000 millones de dólares en 2007, disminuyen desde fines del año pasado.
La asistencia bilateral al desarrollo también se achica de la mano de la recesión en los países del Norte.
Por su parte, "la Comisión Europea presiona a la Comunidad de África Oriental, a la Comunidad de Desarrollo de África Austral y a los estados de África occidental para que firmen los EPA antes del fin de su mandato actual, en septiembre de 2009", reza una declaración de Oxfam.
Firmar e implementar los EPA en su forma actual puede llegar a profundizar más la crisis económica y social que afecta a muchas naciones africanas a raíz del alza del precio de los alimentos en 2008.
Los EPA debilitarán más los mercados y la producción agrícola local al exponerlos a una competencia más fuerte con los grandes agricultores europeos, fuertemente subsidiados.
Liquidar la protección arancelaria, como exigen los EPA, también ocasionará "una fuerte caída de los ingresos por ese concepto y achicará el presupuesto de las naciones africanas", según la organización no gubernamental.
Algunos líderes africanos decidieron explicar sus puntos de vista directamente a los miembros del Parlamento Europeo.
A principios de este mes, sindicalistas y políticos de Burkina Faso, Camerún, Chad, Etiopía, Kenia y Zambia visitaron las capitales de Alemania, Bélgica, España, Francia y Gran Bretaña y se reunieron con funcionarios y representantes de organizaciones de agricultores.
La delegación, integrada por Catherine Kimura, presidenta de la Comisión de Comercio de la Asamblea Legislativa de África oriental, y Mary Sakala, representante de Pequeños Agricultores del Sur y Este de Zambia entre otros, llevaba un mensaje muy simple: en África, la debacle financiera y económica ya derivó en una crisis alimentaria, y los EPA no harán más que empeorarla.
Reunidas con eurodiputados y políticos franceses y alemanes, las delegadas les recordaron el principio fundamental del régimen comercial anterior. Los extintos Acuerdos de Lomé, de 1975, se basaban sobre el supuesto de equidad entre los estados, ya fueran del Norte industrializado o del Sur en desarrollo.
"La mayoría de los parlamento africanos no participaron en las negociaciones", recordó Jean-Denis Crola, responsable de la campaña por justicia económica de Oxfam Francia.
"Cada vez se exige más una mayor participación de la sociedad civil en las negociaciones, pues en algunos países, 80 por ciento de los trabajadores son agricultores", añadió.
Algunos sectores de la economía de algunos países africanos ya fueron devastados.
En Burkina Faso, las importaciones de puré de tomate se multiplicaron por cuatro entre 1994 y 2002. Las conservas europeas subsidiadas y baratas inundaron el mercado y dejaron decenas de miles de productores en la quiebra o desempleados.
En 2007 se pudrieron 60.000 toneladas de tomate en ese país porque los consumidores prefirieron los productos de la competencia europea, según Oxfam. Ghana y Togo corren un riesgo similar.
Para Catherine Kimura "la actual crisis alimentaria subraya la necesidad de alcanzar un acuerdo justo centrado en el desarrollo, no mantener la dependencia africana de la benevolencia de los países industrializados".
Las consecuencias de la crisis pueden llegar a ser aun más catastróficas a largo plazo.
"Los limitados recursos financieros harán bajar las inversiones privadas y los créditos al comercio", señala un comunicado de la cancillería de Gran Bretaña.
"La debacle económica llevará a una disminución de las exportaciones, de los precios de productos básicos y de las remesas que reciben las naciones pobres y amenaza la asistencia social y la estabilidad", añade la oficina británica, con vistas a la cumbre del Grupo de los 20, que reúne a las naciones más industrializadas y a algunas economías emergentes, a realizarse en Londres el 2 de abril, para proponer políticas contra la crisis.
Algunos gobernantes occidentales comienzan a reconocer en público la urgencia de la crisis.
El secretario de Estado (ministro) de Desarrollo Internacional de Gran Bretaña, Douglas Alexander, señaló que "es posible que no se alcancen los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio porque la crisis económica socava el progreso en las naciones más pobres y dificulta la ayuda de las más ricas".
Pero el apoyo de los países del Norte es vital, aunque sea débil.
El relator especial de las Naciones Unidas para la Alimentación, Olivier de Schutter, señaló que "los decenios de liberalización del comercio agrícola fortalecieron un sistema en el que los actores dominantes fijan los precios y tienen un excesivo poder en el mercado, en perjuicio de la mayoría de los agricultores y de los países".
Los EPA, que siguen por el mismo camino, no harán más que fortalecer ese sistema.
"La idea de un 'terreno de juego más equilibrado', aun después de eliminadas las perjudiciales reglas comerciales, no tiene sentido dadas las grandes diferencias en la productividad entre los países menos desarrollados y los industrializados", remarcó De Schutter.
"Las diferencias son el resultado de más de 150 años de protección planificada de las naciones industrializadas, seguida de la liberalización subsidiada", reconoció al término de la reunión de las Naciones Unidas sobre seguridad alimentaria, realizada en enero en Madrid.
Ahora, los representantes africanos piden la misma protección, al menos mientras capean el temporal.