Desde hace 80 años un bongo remonta el río Arauca y recomienza, bajo el tórrido sol de las llanuras venezolanas, la secular lucha entre la civilización y la barbarie.
En febrero de 1929 salió de las prensas de la editorial española Araluce "Doña Bárbara", la más famosa y sin duda la más leída de las novelas venezolanas, escrita por Rómulo Gallegos (1884-1969), uno de los próceres civiles del siglo XX en este país.
Gallegos "sabía hacer novelas, cómo construirlas, cómo era su estructura, y sus obras son en ese sentido una lección que trasciende las realidades concretas que reflejó y su intención ideológica de animar el ingreso de la modernidad", dijo a IPS el también novelista y crítico literario Israel Centeno ("Hilo de cometa", "Criaturas de la noche").
Además de "Doña Bárbara" y "Cantaclaro", ambientadas en las llanuras bañadas por ríos tributarios del Orinoco, Gallegos escribió "Reinaldo Solar" sobre la Caracas de hace un siglo, "Canaima" sobre la mítica Guayana, "Sobre la misma tierra" acerca del inicio de la explotación petrolera o "Pobre negro" sobre los trabajadores del cacao en el siglo XIX.
En "El forastero" describió las vicisitudes en una ciudad provinciana y "La trepadora" le sirvió para tratar el tema del mestizaje.
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También se inspiró en las luchas de los estudiantes cubanos en la tercera década del siglo XX para producir "La brizna de paja en el viento", y en conflictos de la reforma agraria en México al escribir "La brasa en el pico del cuervo".
Considerado un maestro de la descripción, Gallegos mostró al mundo de la primera mitad del siglo XX el habla, los lugares, los usos y costumbres propios de los paisajes geográficos y humanos que plasmó en sus novelas.
"Doña Bárbara" comienza con "Un bongo (canoa ancha y de poco calado) remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha", una frase que memorizan los venezolanos entre las lecturas obligadas a su paso por la secundaria.
El crítico Domingo Miliani narró que durante la Semana Santa católica de 1927 Gallegos recorrió un hato ganadero en las sabanas de Apure, suroeste de Venezuela, y allí, al contacto con los llaneros se inspiró y tomó notas para la novela que escribiría al año siguiente en Italia, adonde acompañó a su esposa por razones de salud.
Gallegos agregó nuevas páginas a las ediciones hechas desde 1930, produjo después algunas correcciones y la versión actual y definitiva data de 1954.
La obra relata el conflicto entre Doña Bárbara, terrateniente dueña del hato "El miedo", traumatizada desde su infancia por una violación y quien impone su ley en las llanuras, doblegando la voluntad de ganaderos, comerciantes, peones y funcionarios, y Santos Luzardo, un joven citadino que abre paso a la modernidad desde su hacienda "Altamira".
Luzardo rechaza la costumbre de incendiar las sabanas resecas por la sequía a favor del reverdecer con las primeras lluvias, prefiere rotar los rebaños y sembrar nuevos pastos, y rechaza la venganza cuando las llamas que vienen desde "El miedo" arrasan sus primeros esfuerzos al alcanzar "Altamira".
El crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal (1921-1985) resumió los dos combates: "el individual, entre Doña Bárbara que desea a Santos como no supo querer a nadie desde su ultrajada adolescencia, y el simbólico, en el que la fuerza salvaje de la tierra y de la naturaleza tropical van desgastando el afán civilizador y despiertan en la sangre de Santos la violencia y el crimen. Pero Doña Bárbara pierde ambos combates".
Si Bárbara llega hasta el sexo para imponer su poder, el amor entre paternal y romántico está en la relación entre Luzardo y Marisela, hija repudiada de la Doña. Personificaciones del Estado venal son el funcionario Ño Pernalete y el bachiller Mujiquita, que da forma legalista a las tropelías de la dueña todopoderosa.
Hay incluso maneras de mencionar al extranjero imperialista que quiere pescar en río revuelto, a través del personaje Míster Danger. Y página tras página aparecen la geografía, las faenas del llano y las coplas, que llenan de poesía los descansos.
El libro fue un éxito desde su aparición, ha tenido incontables ediciones y traducciones a decenas de otras lenguas.
Por su temática, y por como surgió en la Venezuela agreste y rural que gobernó con puño de hierro Juan Vicente Gómez (1908-1935), se la inscribió desde temprano en la corriente que inició con "Facundo" en el siglo XIX el argentino Domingo Sarmiento (1811-1888), y su propuesta lucha entre "la civilización europea y la barbarie indígena".
"Pero la vigencia de esa obra es demoledora apenas traslademos el contraste que describe a las zonas urbanas de Caracas, por ejemplo, donde la violencia criminal cobra decenas de vidas cada fin de semana, y la ley que no logra imponerse", dijo Centeno.
Ya en 1986 el fallecido escritor Juan Liscano señalaba que "la barbarie agropecuaria descrita en Doña Bárbara parece un cuento de hadas en comparación con lo que ocurre en nuestras ciudades", y advertía en los venezolanos la persistencia de rasgos descritos en la novela como "la violencia, la viveza, la falta de pulcritud en el manejo de los fondos públicos, la avidez crematística y el afán de trepar a cualquier costo".
Para Centeno "la vigencia es tal que incluso la política hoy día no se rige en Venezuela por patrones ideológicos sino por rezagos del caudillismo, no entre izquierdas y derechas por ejemplo, sino que tanto quienes actúan en la izquierda como quienes lo hacen en la otra acera se conducen como si entráramos no en el siglo XXI, sino en el XIX".
La identificación de Gallegos con patrones ideológicos y estilos sembrados en el siglo XIX "condujo a que cometiésemos un parricidio en los años 60 del siglo pasado, al surgir desde la izquierda una crítica por presunta falta de profundidad o primitivismo narrativo, confundiendo quizá el afán ideológico del maestro con la fuerza y la técnica de su construcción novelística", opinó Centeno.
Ello se debió en parte a la carrera política de Gallegos, co-fundador en 1941 del partido socialdemócrata Acción Democrática (AD) y, en 1948, el primer venezolano elegido presidente mediante el voto universal, directo y secreto de sus compatriotas.
Una asonada militar lo derrocó a los pocos meses, como realizando sus metáforas de oposición entre civilidad y barbarie. Quedó como un símbolo civil, y AD, ya en el poder a partir de 1959, mantuvo el impulso de su figura y obra, tanto en la educación formal como fuera de ella.
"Por su cercanía con la novela realista, ha sido una herramienta excelente para debatir con los estudiantes el planteamiento del tema por el narrador, su discurso, el de los personajes, el lenguaje coloquial trabajado por el buen escritor", comentó a IPS Orietta García, profesora de la Universidad Pedagógica de Caracas.
Durante décadas "mostró a los muchachos citadinos, con mucha propiedad, cómo eran la realidad, la vida cotidiana y el habla en la región de las llanos. Sin embargo, los docentes, más recientemente, tienden a buscar nuevas obras y autores con propuestas más cercanas a la juventud urbana", señaló García.
Desde 1967 Venezuela entrega el premio hispanoamericano de novela "Rómulo Gallegos" que han ganado, entre otros, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Abel Posse, Arturo Uslar Pietri, Elena Poniatowska y Javier Marías.
En el cine, la más famosa adaptación de "Doña Bárbara" fue una producción mexicana de 1943, en cuyo guión participó el propio Gallegos, dirigida por Fernando de Fuentes y protagonizada por la diva María Félix (1914-2002).
Para la televisión, los escritores Salvador Garmendia y José Ignacio Cabrujas produjeron una versión en Venezuela, y se han hecho otras en Cuba, México y Perú.