DDHH-CHINA: Fisuras en la Gran Muralla de Internet

El auge de Internet en China abrió espacios de expresión ciudadana, pero el estrecho control del gobierno y la censura de contenidos le dificultan la tarea a cualquiera que pretenda operar la red como plataforma para cualquier disenso político..

"La censura no es perfecta. Sin embargo, funciona bastante bien como para que nadie pueda organizar un movimiento político exitoso a través de Internet", dijo Rebecca MacKinnon, del Centro de Estudios sobre Periodismo y Medios de la Universidad de Hong Kong.

El Centro Chino de Información sobre Internet, con sede en Beijing, informó en julio pasado que en ese país vivían entonces 253 millones de usuarios de Internet, lo cual convierte al gigante asiático en el mayor mercado para las comunicaciones a través de la red informática mundial.

El cálculo, basado sobre una encuesta telefónica, halló que casi 70 por ciento de los usuarios de Internet en China tenían menos de 31 años de edad.

"Internet propició una pérdida de control de las autoridades sobre la cultura, particularmente la juvenil", señaló MacKinnon, quien desde 2004 estudia el desarrollo de la red de redes en China.
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Los jóvenes chinos usan el ciberespacio de maneras variadas, incluso mediante la publicación vídeos en el sitio YouTube que son apreciados por millones de personas de todo el mundo.

"Antes, si se quería ganar fama cultural, era preciso el aval de los guardianes oficiales afiliados al Departamento de Propaganda. Ahora la gente sube directamente sus materiales a Internet", explicó MacKinnon el día 18, ante el auditorio del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.

Las relativas libertades electrónicas le crearon nuevos dolores de cabeza al gobierno comunista, pero, según MacKinnon, el desafío fue aun mayor para los "ciberutopistas" que confiaban en que Internet promovería una radical democratización.

Los nuevos medios no abrieron un acceso completo a toda la información. El gobierno trabaja más duro que nunca para asegurarse de que los ciudadanos estén protegidos de lo que etiqueta como contenido "vulgar". El rol activo del censor se ha extendido de las oficinas gubernamentales a las empresas privadas.

En ese sentido, resulta revelador el informe "Race to the Bottom: Corporate Complicity in Chinese Internet Censorship" ("Carrera hasta el fondo: Complicidad corporativa en la censura china a Internet"), redactado en 2006 por MacKinnon para Human Rights Watch (HRW).

El reporte señala que el sistema de censura y control de Internet conocido como "Gran Cortafuegos" ("Great Firewall", juego de palabras con el término "Great Wall", que denomina en inglés a la Gran Muralla china) es el más avanzado del mundo.

El gobierno y sus organismos de seguridad han contratado a decenas de miles de personas para implementar el sistema de censura política, que cuenta con una intensa cooperación del sector privado, incluidas grandes empresas tecnológicas internacionales.

Según MacKinnon, el gobierno delega en las firmas de servicios de acceso a Internet la misión de vigilar y censurar contenidos de acuerdo con ciertos criterios. Pero el "entusiasmo" con que acatan esas regulaciones corresponde a las propias empresas.

En junio de 2005, un mes después de que MSN desplegó su portal chino, Microsoft sufrió una avalancha de críticas por censurar, a pedido del gobierno, palabras como "democracia" y "libertad" en los títulos de sus blogs chinos, a pedido del gobierno.

En enero de 2006, Google puso en marcha su motor de búsquedas censuradas Google.cn. Desde el sitio se advierte a los usuarios cuando los resultados fueron alterados, pero no brinda más detalles.

Los sitios de buscadores chinos son aún más censurados que sus contrapartes internacionales.

Mientras que una búsqueda con las palabras "masacre de Tiananmen" en Google.cn produjo menos resultados que en el sitio internacional de Google. Las imágenes sangrientas estaban omitidas. La misma búsqueda en Baidu, el buscador más popular de China, no arrojó ningún resultado.

El informe de HRW señala que desde que asumió el presidente Hu Jintao, en 2003, las autoridades han tomado duras medidas para controlar y eliminar contenidos políticos y religiosos, entre ellos el encarcelamiento de críticos y blogueros que se manifiestan a favor de la expresión política libre y pacífica.

Según la agencia de noticias oficial Xinhua, el 10 de este mes China clausuró 276 sitios web que contenían materiales pornográficos y "lascivos". Así, el total de páginas dadas de baja asciende a 1.911, según el cálculo del ente regulador nacional de Internet.

La ofensiva comenzó el 5 de enero y probablemente continúe, pues en 2009 se cumplirán muchos aniversarios importantes en China.

Entre ellos figuran los 50 años del levantamiento de 1959 en Tíbet, los 30 años del movimiento Muralla Democrática de 1979, y los 20 de la arremetida contra las protestas pro-democracia de 1989 en la plaza de Tiananmen. La aglomeración de aniversarios inspirar protestas, tanto en Internet como fuera de ella.

MacKinnon señaló que, erróneamente, los occidentales tienden a pensar en la situación de Internet en China como una metáfora de la Gran Muralla o la "cortina de hierro". La descripción más correcta sería "más como la metáfora de una niñera".

"No hay 100 por ciento de control constantemente, pero el gobierno se las arregla para controlar lo suficiente para que nadie pueda organizar partidos opositores. El objetivo es minimizar el tipo de diálogos que conducen a la acción", destacó MacKinnon.

La idea de que la demolición de "la muralla" electrónica será el preludio de una democracia en China es simplista, pues no todo el público "espera ser salvado", dijo.

Pese a la censura, comienzan a surgir diversas modalidades de discurso. Los ciudadanos chinos sienten que tienen poder al mantener conversaciones en Internet que no son posibles en espacios tradicionales.

Algunos ciudadanos usan la red para crear conciencia sobre problemas sociales, como la falta de viviendas, y para organizar a la sociedad civil.

Para el gobierno es más difícil vigilar esos esfuerzos, pues se trata meramente de individuos tratando de organizar a otros, no de organizaciones no gubernamentales oficiales con cuentas bancarias que pueden ser controladas.

China bloquea los sitios web de organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, pero, de todos modos, los abogados usan Internet para distribuir información sobre casos de derechos civiles.

Al mismo tiempo, en China predomina el nacionalismo electrónico. Sitios como Anti-CNN, creado por un estudiante chino, critican la manera en que los medios de comunicación extranjeros retratan a su país.

"Soy consciente de que la responsabilidad democrática es esencial y de que la censura está mal, pero apruebo la censura en China porque es necesaria para mantener la estabilidad social", dijo a IPS Ailin Guo, estudiante china que cursa una maestría en la estadounidense Universidad George Washington.

Guo consideró para asumir esa posición "todos los factores socioeconómicos y políticos, especialmente porque China está en una transición de mercado".

"Creo que crear un sistema que funcione y sea factible es mejor que implementar a ciegas un sistema democrático, que nunca fue viable en la historia china", opinó.

Por otra parte, muchos chinos, especialmente padres de niños y niñas, temen el caos que perciben en Internet.

Les preocupa que sus hijos se conviertan en víctimas de depredadores y hackers, expertos en tecnología que husmean en sitios y computadoras ajenas en red en busca de información a la que, a veces, modifican.

"El gobierno se presenta como ayudando" a los temerosos "a estar seguros en el mundo cibernético", observó MacKinnon.

El gobierno reconoce la influencia de la red de redes sobre el público y la usa en su propio beneficio. MacKinnon dijo que China puede emplear Internet para permitir que la ciudadanía se comprometa con el gobierno sin contar con un sistema multipartidario o instituciones democráticas.

"Internet puede ayudar al Partido Comunista permanecer más tiempo en el poder", señaló.

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