RUSIA: Pisa fuerte

Rusia volvió a ocupar un lugar de peso en el concierto mundial tras 18 años de finalizado el régimen comunista en la ya disuelta Unión Soviética que lideraba.

Muchos analistas consideran que los años de gobierno de Boris Yeltsin (1931-2007) fueron una "década pérdida". Luego le siguió un periodo de rápido avance con el ex presidente y ahora primer ministro, Vladimir Putin, que, al parecer, seguirá con Dimitri Medvédev.

Pero Rusia tiene varios desafíos por delante: la crisis mundial y la recesión en particular de Estados Unidos junto con la llegada al gobierno de ese país el 20 de este mes de Barack Obama, así como la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa oriental. Además de varios problemas que surgen con sus vecinos, en especial Georgia y Ucrania.

"Con Medvédev y Putin, Rusia tratará de volverse más enérgica, sobre todo en la región, y quizá también en el ámbito internacional", dijo a IPS Ted Galen Carpenter, especialista en defensa y política exterior del Instituto Cato de Washington.

"El enojo de Rusia con Estados Unidos y la OTAN aumentó con los años. Aun en la era Yeltsin (1990-1999), a Moscú le cayó mal la primera ronda expansiva de la alianza militar y las acciones de Occidente en los Balcanes", añadió.
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Los líderes rusos se enfadaron aún más con la segunda ronda expansiva de la OTAN y su decisión de respaldar la independencia de la ex provincia serbia de Kosovo, en febrero de 2008.

El intento de Estados Unidos de integrar a Georgia y a Ucrania a la OTAN fue el último golpe, señaló Carpenter, pese a que la última acción rusa en Georgia puede haber mejorado su imagen.

Los soldado que Rusia tenía en Abjasia en el marco de una fuerza de paz apoyaron a esa región tras la última agresión de Georgia, en el verano boreal, que la consideraba su territorio.

Tras el conflicto, Rusia reconoció a Abjasia y a Osetia del Sur como países independientes y sus fuerzas permanecieron allí para garantizar la seguridad y sus propios intereses en el mar Negro.

"A Moscú le interesa fortalecer su papel como potencia regional e internacional y aprovechó para el incidente para demostrar la pasividad de Occidente en el Cáucaso así como avergonzarlo y refutar la noción de singularidad de Kosovo", dijo a IPS Nathalie Tocci, investigadora del Instituto Affari Internzionali, con sede en Roma.

"Esas iniciativas sirven al propósito de reforzar el poder de Rusia en la región y en el munfo", apuntó.

El vicecanciller ruso Alexander Yakovenko señaló la semana pasada al periódico de gran tiraje Nezasimaya que en 2009, Moscú aumentaría su asistencia al desarrollo para mejorar su prestigio.

Rusia diseñó un plan para contribuir al desarrollo internacional, cuyas prioridades serán la lucha contra las enfermedades infecciosas, el impulso energético y la consolidación de las posibilidades del sistema educativo de los países en desarrollo.

Pero la ayuda de Rusia sigue siendo pequeña en relación con el volumen de su economía. Este país aumentará la asistencia a las naciones pobres de los 220 millones de dólares de 2008 a 500 millones de dólares en 2011, informó el viceministro de Finanzas, Dimitri Pankin.

"Los proyectos más interesantes tienen que ver con mejorar la escolaridad básica en Asia y África. El programa se implementará con el Banco Mundial, con más de 50 millones de dólares destinados a ese fin en los próximos tres años", añadió.

Además, Rusia brinda ayuda específica a ciertos países como Cuba, Moldova, Nicaragua y Tayikistán.

La tendencia prooccidental de algunos políticos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), integrada por algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, enojó a Rusia que "tomará otras medidas para mantener a esos países bajo su control y reducir su proceso de integración a las estructuras europeas y euro-atlánticas", dijo a IPS Victor Chumak, director de análisis políticos y programas de seguridad del Centro Internacional de Estudios Políticos de Kiev.

Pero las nuevas tendencias pueden atentar contra los intereses rusos de aumentar su influencia, sostuvo Carpenter.

"La capacidad de Rusia para desempeñar un papel más enérgico está un tanto limitada. Cuando los precios del gas, el petróleo y los productos básicos subían, las posibilidades de Moscú eran mejores".

Pero al revertirse la situación, "la posición del Kremlin es bastante más frágil que hace seis meses. Entre otras cosas, será más difícil financiar la estructura militar bajo esas circunstancias".

La recesión internacional afecta especialmente las posibilidades de Rusia para consolidar una mayor autoridad.

Medvédev señaló que la crisis requiere de una respuesta colectiva y lamentó que los líderes occidentales desoyeran las advertencias de Rusia acerca de la situación en la última cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.

"Sin restaurar la credibilidad no podemos esperar construir una relación bilateral constructiva de largo plazo", señaló, y añadió que "las reservas de oro y dinero, las terceras del mundo, ayudarán a Rusia a sobrellevar la tormenta".

Medvédev también se mostró optimista acerca de la posibilidad de crear un área económica entre Rusia, Kazajstán y Belarús para el 1 de enero de 2010.

Rusia seguirá por el camino de convertirse en un centro financiero regional pese a la crisis, que según él, no puede más que facilitar el proceso.

Una expresión vívida de las últimas iniciativas rusas para aumentar su influencia internacional fue la visita del presidente a India y, antes, a cuatro países de América Latina y el Caribe, Brasil, Cuba, Perú y Venezuela, así como las visitas de Putin a Medio Oriente, Asia y África del año pasado.

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