Un controvertido periodísta fue asesinado este jueves, cuando aún no se habían apagado la ira y la consternación por la redada de que fue objeto el edificio donde funcionan un canal de televisión y una estación radial en la capital de Sri Lanka.
Lasantha Wickrematunga, el respetado editor del semanario en inglés The Sunday Leader, murió por un disparo en la cabeza a manos de desconocidos que se trasladaban en una motocicleta.
El atentado ocurrió por la mañana, cuando Wickrematunga se dirigía en su automóvil a su oficina en Ratmalana, en el sur de Colombo. Pocas horas después, falleció en el hospital.
El legislador opositor Dayasiri Jayasekera resumió el sentimiento de periodistas y políticos. «Estamos conmocionados. Podíamos no estar de acuerdo con sus puntos de vista, pero no se mata a un hombre a sangre fría.»
El asesinato sobrevino apenas dos días después de que un grupo de hombres armados enmascarados registraran el complejo de transmisiones de Maharaja TV, la televisora más popular de Sri Lanka, golpeando a periodistas y causando destrozos.
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Wickrematunga estuvo entre quienes condenaron públicamente el ataque y culpó del mismo a elementos partidarios del gobierno.
El miércoles, analistas dijeron que las protestas y reclamos de justicia no disuadirán a quienes pretenden amordazar a la prensa.
Como ocurrió en las decenas de ataques previos contra los medios, nadie se responsabilizó del asesinato de Wickrematunga, pero las sospechas recayeron inmediatamente en elementos pro-gobierno. El tiroteo fue preciso y se usaron silenciadores, según algunos informes.
Ravi Karunanayake, otro legislador del opositor Partido Unido Nacional (UNP), dijo que el asesinato de Wickrematunga fue una pérdida trágica para los medios y para el país en general.
El grupo Leader Publications también editaba el periódico Irudina, en idioma cingalés, y era igualmente crítico del gobierno. En términos generales, la organización era considerada favorable al UNP.
Wickrematunga, de 50 años, cofundó el periódico The Sunday Leader con su hermano Lal, hace más de 10 años. Muy pronto captó la atención del país con contundentes revelaciones sobre casos de corrupción, estafas y escándalos.
Cosechó tanto críticas como elogios por su audaz trabajo, pero los políticos del gobierno lo condenaron por «informar sesgadamente», mientras que legisladores de la oposición y el público lo alabaron.
«Nos quedamos sin palabras», exclamó J. Weliamuna, director ejecutivo de la filial srilankesa de la organización anticorrupción Transparencia Internacional.
Weliamuna, activista de derechos humanos y él mismo sobreviviente de un ataque con granada contra su hogar en septiembre, dijo que Wickrematunga había sido el primer asiático en ganar el Premio Mundial de Integridad —en 2000—, otorgado por Transparencia en su sede mundial en Berlín.
«La unificación compulsiva de la opinión, la eliminación del disenso, solo logra la unanimidad del cementerio», dijo.
«Esto es algo que nadie se esperaba», señaló un analista que pidió no ser identificado.
La no gubernamental Comisión Asiática de Derechos Humanos, con sede en Hong Kong, que hace dos días alertó sobre la posibilidad de más asesinatos políticos en Sri Lanka, manifestó pesar por la confirmación de su pronóstico en menos de 48 horas.
Según la Comisión, Wickrematunga notó que dos hombres lo seguían en una motocicleta e incluso informó a varios amigos mediante su teléfono celular.
Wickrematunga se había convertido en el principal objetivo del régimen del presidente Mahinda Rajapakse, y particularmente de su hermano Gottabaya, secretario (ministro) de Defensa.
Un intento de arrestar a Wickrematunga fracasó luego que altos funcionarios policiales se negaron a obedecer la orden y también por la intervención de periodistas que se habían congregado alrededor suyo.
Desde entonces, la imprenta de The Sunday Leader, situada en una zona muy vigilada, fue atacada e incendiada por desconocidos que nunca fueron arrestados. Se cree que el grupo fue enviado por el partido gobernante y que probablemente pertenecía a algún sector de las fuerzas armadas.
La Comisión Asiática de Derechos Humanos describió el ataque contra la sede de Maharaja TV como el «sombrío pronóstico de cosas que ocurrirán en el futuro muy cercano a un país ya plagado de caos, violencia y corrupción».
Este jueves, tras el asesinato de Wickrematunga, la Comisión declaró: «Con toda probabilidad, muchos otros hombres armados no identificados deben estar esperando que parlamentarios de la oposición, periodistas independientes y abogados comparezcan ante tribunales (para presentar demandas) contra el gobierno».
El independiente Centro para las Alternativas Políticas expresó indignación y «repugnancia» por el asesinato de Wickrematunga.
Su director ejecutivo, Paikiasothy Saravanamuttu, manifestó en una declaración escrita: «Este último ataque contra uno de los periodistas más conocidos e importantes de Sri Lanka confirma los temores de una campaña de terror planeada contra las voces críticas y efectuada con una completa impunidad».
Saravanamuttu, columnista de The Morning Leader, un periódico que el grupo de Wickrematunga publica a mediados de la semana, dijo que la legitimidad de la guerra contra el terrorismo depende de que el gobierno respete las normas y los valores de la democracia y los derechos humanos, de los cuales la tolerancia a las críticas es una faceta fundamental.
«Los responsables de esta violencia atroz son enemigos de la democracia y se convierten ellos mismos en terroristas», opinó.
En el último Índice Mundial de Libertad de Prensa, publicado por Reporteros Sin Fronteras, Sri Lanka cayó al puesto más bajo entre los países democráticos.