«Cambiar la manera de hacer las cosas es el desafío de Chile», concluye el Informe sobre Desarrollo Humano 2009 de este país, presentado este lunes por el PNUD.
El documento de 262 páginas, titulado precisamente "La manera de hacer las cosas", incluye el primer mapa de prácticas cotidianas de los chilenos y chilenas, que según el PNUD (Programa de las Naciones para el Desarrollo) obstaculizan el camino hacia el desarrollo del país.
"En materia de desarrollo humano, a Chile le ha ido bien. Y justamente por ello es que hoy se encuentra desafiado por sus éxitos", expresó Enrique Ganuza, representante residente del PNUD y coordinador de las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Chile.
En las últimas décadas, este país sudamericano ha mostrado un incremento constante de su Índice de Desarrollo Humano, que va de 0 a 1. Si en 1980 este indicador elaborado por el PNUD fue de 0,746, en 2006 subió a 0,874, considerado "alto".
En la clasificación mundial, Chile se ubica en el puesto número 40 y a nivel de América Latina y el Caribe en el segundo lugar, detrás de Barbados.
"Con respecto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, herramienta de monitoreo central en el sistema de Naciones Unidas, un estudio comparativo reciente de 19 países de América Latina y el Caribe muestra que Chile es el único de ellos que está en camino de alcanzar la totalidad de las metas para el año 2015", indicó Ganuza.
Sin embargo, todavía quedan importantes aspectos pendientes, entre ellos superar la gran desigualdad que caracteriza al país, tanto económica como social.
"Chile fue capaz de incrementar las oportunidades de su población a partir de un modo particular de hacer políticas públicas. Sin embargo, prevalece una manera de diseñar, implementar y evaluar esas políticas que pareciera no ser la más adecuada para afrontar el desafío de corregir la desigualdad", indicó el representante de la ONU.
Hoy se requieren "políticas de nuevo cuño", que incumben por igual al Estado, las empresas, las organizaciones y las familias, remarcó.
Según el PNUD, esta percepción se ha ido asentando en la opinión pública: 74 por ciento de los 1.500 chilenos y chilenas encuestadas para el informe opinan que el principal problema para mejorar la calidad de vida de las personas no es la falta de ideas sino cómo éstas se llevan a la práctica.
Para analizar las "maneras de hacer" de los chilenos, el PNUD observó prácticas correspondientes a tres ámbitos de la vida nacional: el diseño y la implementación de políticas públicas, las relaciones laborales dentro de la empresa privada y las relaciones familiares al interior del hogar.
En la primera área, examinaron tres enfermedades cubiertas por el llamado Plan AUGE (Acceso Universal con Garantías Explícitas para la Salud en Chile), una reforma iniciada en área sanitaria por el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) y continuada por la actual mandataria Michelle Bachelet.
También se analizó la Estrategia de Apoyo a Establecimientos Prioritarios, política ejecutada por el Ministerio de Educación desde 2006.
En el segundo ámbito, el PNUD se sumergió en las relaciones laborales que se dan en el sector frutícola y en el comercio, mientras que en materia de vida familiar esta agencia se inmiscuyó en la construcción de la identidad adolescente y en la gestión del tiempo de la mujer.
El informe concluye que en las "maneras de hacer las cosas" de los chilenos se explican cuestiones tan disímiles como por qué las políticas públicas no logran fácilmente los resultados que se esperan en su diseño, por qué los horarios de trabajo exceden por lejos lo legal o por qué muchas mujeres presentan altos niveles de agobio y estrés.
A partir de estas y otras informaciones, el PNUD creó el primer mapa de prácticas cotidianas de los chilenos, identificadas transversalmente en todos los casos estudiados. Son cinco negativas y dos positivas.
Entre las primeras, se destaca la "adopción resistida" ante algún cambio. En esos casos, los chilenos suelen plantear: "Lo hago, pero a mi manera".
Le sigue la "trasgresión pactada", es decir, cuando las personas se coordinan para contravenir las normas. La frase asociada a esta conducta es: "Ni a ti ni a mí me conviene: ¡arreglémonos entre nosotros!".
Esto explicaría porque los chilenos y chilenas trabajan en promedio 53 horas semanales, pese a que la ley de jornada laboral las limita a 45, según indica el sondeo realizado por el PNUD.
También se destaca el "acuerdo de mínimos", que se entiende con la frase "¿Por qué voy a dar más de mí si ellos no lo hacen?", y la "renegociación constante", que apela al "¿y quiénes son ellos para decirme lo que tengo que hacer?".
Otra manera perjudicial de hacer las cosas entre los chilenos es la llamada "improvisación adaptativa", que realizan diversos actores "sacrificados" bajo el concepto: "Hay que hacerlo y si no lo hago yo, no lo hace nadie".
En esta categoría caben, por ejemplo, las mujeres que trabajan fuera de sus casas y que asumen una doble jornada en el hogar ante la resistencia de sus parejas a adoptar roles domésticos.
Setenta y ocho por ciento de las mujeres encuestadas por el PNUD dicen ser la principal o única realizadora de las tareas domésticas.
Las dos prácticas positivas detectadas fueron la "adaptación proyectiva", es decir, cuando los chilenos llegan a la conclusión de que "a la larga, los cambios son para mejor", y la "negociación habilitante", que ocurre cuando los actores, obligados a negociar, llegan a acuerdos mutuamente beneficiosos: "Si todos nos ponemos, todos ganamos".
"La adaptación proyectiva y la negociación habilitante son estrategias donde todos ganamos. En ellas vemos visión de largo plazo, generación de confianzas y acuerdos, y mecanismos de coordinación y de resolución de conflictos", explicó a IPS el coordinador del informe, el economista chileno Pablo González.
"El punto es cómo generamos ese tipo de prácticas y evitamos las otras, que nos impiden aprovechar en su plenitud las oportunidades que hemos creado" como país, añadió.
"El informe que se presenta hoy es tremendamente actual y apunta a lo que debe ser quizás el nudo central que Chile tiene que resolver para encaminarse definitivamente al desarrollo", declaró la presidenta Bachelet, invitada al lanzamiento, para quien la "adaptación proyectiva" y la "negociación habilitante" requieren de mayor confianza y respeto entre los chilenos.
"Chile ha cambiado y no podemos seguir haciendo las cosas como las hacíamos antes", reconoció la mandataria centroizquierdista.
El informe plantea que para concretar un cambio es conveniente construir una imagen de futuro que le dé sentido a éste, hacer un seguimiento constante de la práctica y una retroalimentación con sus protagonistas, evitar las contradicciones entre incentivos y motivaciones de los actores, velar por el cumplimiento de las reglas y los acuerdos, y crear dispositivos que faciliten la resolución de conflictos y las coordinaciones.