El nuevo filme documental animado del director y ex soldado israelí Ari Folman sobre la participación de Israel en la masacre de los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en Líbano, arroja luz sobre ese hecho puntual, pero también sobre el actual ataque israelí contra Gaza.
"Waltz with Bashir" (Vals con Bashir) fue considerado mejor película de 2008 por la estadounidense Sociedad Nacional de Críticos de Cine.
El filme es una reconstrucción de las actividades de los soldados de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) y de su participación en la matanza perpetrada por las milicias cristianas, aliadas de Israel, en los campamentos de refugiados palestinos de Beirut occidental en 1982.
El documental es un testimonio de casos de estrés postraumático. Lo ocurrido en Sabra y Chatila no es lo que sucede ahora en Gaza, pero hay lecciones que debieran aprenderse.
El filme comienza con una jauría de 26 perros que gruñen y corren por una calle hasta un balcón en el que se puede ver a una persona fumando, es el amigo y compañero de Folman de las FDI Boaz Rein-Buskila.
[related_articles]
La película salta entonces a 2006. Folman conversa con Rein-Buskila mientras toman unos tragos. La charla y la pesadilla de los perros que lo aquejan dan paso a secuencias animadas perturbadoras y oscuras.
El espectador descubre rápido el método creativo de Folman: entrevistas de audio animadas del mismo modo que los recuerdos y las retrospectivas.
Todas las entrevistas son reales, aunque Rein-Buskila y otro amigo de Folman prefirieron que sus voces fueran regrabadas.
Rein-Buskila conecta su pesadilla con otro recuerdo animado de su participación en la ocupación israelí de Beirut occidental en 1982, cuando tuvo que matar a los perros que ladraban mientras los soldados israelíes ingresaban con sigilo en las aldeas libanesas al amparo de la noche.
Conversando con sus amigos, Folman cae en la cuenta de que no se acuerda de nada de lo ocurrido y Rein-Buskila sólo tiene imágenes fragmentadas.
Al terminar la charla, le vienen los primeros recuerdos de la matanza de Sabra y Chatila mientras conduce su automóvil, aunque no está seguro si son reminiscencias o alucinaciones.
La matanza, conocida por los nombres de los campamentos palestinos de Beirut occidental donde se perpetró, ocurrió con la anuencia de las fuerzas israelíes ocupantes que rodearon y cerraron Sabra y Chatila para que las milicias falangistas pasaran por los puestos de control.
Según muchas versiones, los falangistas mataron a cientos, si no miles, de refugiados palestinos en venganza por el asesinato del entonces presidente libanés maronita Bashir Gemayel.
El filme toma su nombre de una escena en que un compañero de Folman da vueltas en círculos disparando con su ametralladora sin mirar contra un cartel de Gemayel.
La indignación popular por lo ocurrido obligó al gobierno israelí a formar la Comisión Kahan. El informe final concluyó que Israel había sido "responsable indirecto" y culpó y pidió la dimisión, entre otros, del entonces ministro de Defensa Ariel Sharon, luego primer ministro (2001-2006), que el documental describe de forma poco halagüeña.
Los israelíes no perpetraron las matanzas, pero su decisión de permitir el ingreso de los falangistas fue considerado demasiado riesgoso dado el clima político imperante tras la muerte de su líder, señala el informe.
Pero Folman y sus compañeros recuerdan poco de lo ocurrido. Tienen reminiscencias fragmentadas, pero en su mayoría son evocaciones reprimidas de lo ocurrido en Sabra y Chatila. El filme es un intento de compaginar esos recuerdos, o lo más parecido a ellos.
Folman trata de reconstruir el ingreso a Líbano. Los disparos a mansalva detrás de los tanques contra nadie en particular y contra todos.
Pero una vez más, Folman recurre a sus recuerdos de Sabra y Chatila. No sabe qué sucedió, y ni siquiera sabe si sus evocaciones son reales o alucinaciones.
Él y muchos de sus compañeros soldados se bañan en el mar Mediterráneo en la noche. Salen del agua cual zombis, con los ojos hundidos y hombros caídos, se visten despacio y se alejan del agua con sus armas.
Frente a ellos se erigen los asentamientos, totalmente iluminados por las bengalas de los israelíes. Las mismas que se usaron para responsabilizar a las FDI de la masacre, que iluminaron los campamentos para los falangistas.
El director entrevista a muchos amigos suyos, contacta a un psicólogo especializado en estrés postraumático y se reúne con un periodista que estuvo presente en los campamentos con una cámara de vídeo en mano.
Ninguna de las descripciones de cada una de las fuentes está completa, pero juntas describen los hechos ocurridos desde la perspectiva israelí. El filme se concentra en los recuerdos de las atrocidades, más que en la masacre propiamente dicha.
Con su investigación, Folman logra crear un fotomontaje, que termina siendo una descripción real. En un momento, la animación gris da paso a imágenes reales de los puestos de control que rodean los campamentos.
Eso ocurre hacia el final del filme, cuando Folman y sus compañeros que se bañaban desnudos se acercan al campamento, dan vuelta una esquina y, de repente, están en un vídeo real frente a una multitud de mujeres palestinas que gritan y lloran.
Dado los últimos acontecimientos en Gaza, las comparaciones entre el documental y el actual ataque israelí son inevitables. Ese territorio palestino quedó reducido a un campamento de refugiados glorificado y otra vez está asediado por las FDI.
Las imágenes de los tanques de las FDI preparándose para la invasión de Gaza, difundidas por la cadena árabe Al Jazeera en inglés el viernes, son similares a las imágenes del asedio de Sabra y Chatila reconstruidas por Folman en Waltz with Bashir.
La idea de un ataque terrestre para eliminar a combatientes de una organización estuvo detrás del ataque a Sabra y Chatila. En 1982 eran los de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), aunque entonces fueron los falangistas ayudados e inducidos por Israel y no las FDI.
Ahora se trata de eliminar a los "terroristas" del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás).
La perspectiva de Folman es ilustrativa y tiene dos funciones para los observadores del actual ataque de Israel contra Gaza: primero un reconocimiento justo de la historia y segundo, mostrar un costado rara vez divulgado, las heridas dejadas en los soldados israelíes por sus propios actos.
El filme da credibilidad a los llamados a favor de la paz de organizaciones judías e israelíes que insisten en que este ataque no sólo es malo para los palestinos, sino también para los israelíes.
Al ver Waltz with Bashir, uno se pregunta si los soldados de 19 años tendrán que lidiar en 25 años con estrés postraumático cuando traten de recomponer sus recuerdos de la invasión de Gaza de enero de 2009.