Una extensa sequía, que en muchas localidades es considerada la peor en 100 años, castiga a la región agropecuaria tradicionalmente más productiva de Argentina y augura una fuerte caída en la producción de granos y carnes.
Las asociaciones de productores estiman en 30 por ciento la merma en la producción de granos y calculan en 1,5 millones de animales la pérdida de ganado, además de la caída en la productividad de los sobrevivientes en cuanto a carnes y lácteos por mala alimentación.
El gobierno nacional de Cristina Fernández dispuso medidas de ayuda que consisten en acercar forraje para los vacunos y otros beneficios, pero los productores lo consideran insuficiente frente al desastre y redirigen sus reclamos a las administraciones provinciales.
La sequía se extiende desde la provincia de Río Negro, en el sur del país, hacia el centro en La Pampa y Córdoba, y hacia el oriente y el norte en Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, sur de Chaco, Formosa y Santiago del Estero. En especial abarca toda la región pampeana de unos 600.000 kilómetros cuadrados considerada una de las más fértiles y granero del mundo.
El gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, vaticinó que en su distrito la cosecha rendirá la mitad que en el ciclo anterior. La superficie sembraba fue menor para el trigo y el girasol y los cultivos rinden menos por la escasez de agua, explicó.
Chaco, junto con Entre Ríos y Santa Fe, están entre las provincias que ya declararon la emergencia agropecuaria. La medida permite un respiro de seis meses para que los productores afectados en más de 50 por ciento paguen sus impuestos y deudas.
En cambio, en zonas declaradas de desastre, como es el caso de los cultivos de maíz de Entre Ríos, donde las pérdidas son superiores a 80 por ciento, los agricultores quedan eximidos de abonar los tributos por el mismo período de 180 días.
Si bien las lluvias escasearon casi todo el año pasado, en los últimos meses el fenómeno se agravó y ya hay datos sobre el impacto de las pérdidas en los cultivos principales y en la ganadería en 10 provincias del corazón productivo.
Sólo en la región norte de la provincia de Santa Fe se perdieron 300.000 vacunos y los que sobreviven lo hacen en condiciones magras. Los técnicos de las entidades rurales ya advierten que se observa una baja en el índice de preñez.
Según estimó para IPS el secretario de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Javier Jayo Ordoqui, la cosecha de trigo, maíz, soja y girasol, los principales cultivos, tendrá una merma de unas 30 millones de toneladas este año, respecto de la temporada anterior.
En 2007-2008, la cosecha había alcanzado un récord de 97 millones de toneladas, 47 millones de las cuales correspondían a soja. Pero factores políticos, económicos y ahora también climáticos conspiran para que finalmente haya una cosecha magra en 2008-2009.
Primero fueron las protestas de las asociaciones de terratenientes y productores rurales, que entre marzo y julio de 2008 resistieron con bloqueos de rutas la decisión del gobierno centroizquierdista de Fernández de aumentar los impuestos a la exportación de granos, en particular de oleaginosas, medida finalmente desechada.
Más tarde se precipitó la crisis financiera internacional, originada en Estados Unidos, que provocó una reducción de los precios de los productos básicos. Por ejemplo, la tonelada de soja, que había llegado a cotizar a más de 600 dólares, cayó a la mitad para fin de año.
Ahora el problema más acuciante es el climático. Según reportes del estatal Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), "para muchas localidades de la región pampeana las lluvias han sido las más bajas de los últimos 100 años".
La sequía provocó una merma en la producción de trigo de entre siete y ocho millones de toneladas. La anterior cosecha había sido de 16 millones de toneladas y ahora se levantaron alrededor de ocho millones, remarca.
"La producción de trigo ha sido la más baja de los últimos 30 años y todo parece indicar que la producción nacional de maíz, soja y girasol estará también muy por debajo de la producción creciente de los últimos años", alertó el INTA.
Aunque aseguran que el impacto de la seca será "muy importante", los técnicos del organismo estatal no se animan a pronosticar la merma del volumen de cada cultivo, a excepción del trigo, que ya se cosechó.
En cambio las asociaciones de empresarios y productores rurales ya proyectan algunos números.
La CRA cree que el maíz, que había dado una cosecha de 22 millones de toneladas en la anterior temporada, bajará a 15 millones, y la soja, de persistir la escasez de lluvias, pasaría de 47 a 37 millones de toneladas.
La menor producción repercutirá en los ingresos de los productores, que ya calculan pérdidas superiores a 7.000 millones de dólares, aseguró Jayo, y una consecuente merma en los ingresos fiscales que se recaudan por impuestos a la exportación de granos.
"Esta vez la sequía se extendió por toda la pampa húmeda, la mejor zona para la agricultura y la ganadería y la lluvia aumentó en zonas áridas", explicó a IPS Alicia Urricarriet, economista de la Sociedad Rural Argentina que agrupa a los grandes propietarios de establecimientos de campo.
Para Urricarriet, la sequía en Argentina y Brasil, los dos países que atienden a 50 por ciento de la demanda mundial de soja, está provocando un alza de precios en el mercado de granos de Chicago, que se maneja con pronósticos de largo plazo.
Según Jayo, la recuperación de los precios es una reacción a la caída de la producción argentina, pero para Urricarriet es prematuro confirmar una merma en la cosecha en base a los valores de mercado proyectados.
Lo cierto es que, con mayor o menor optimismo, los productores se despiden del mejor año en materia de producción y precios, y se preparan para afrontar una cosecha que será magra hasta que la lluvia lave de nuevo los daños ya causados.